Podría
pensarse que andamos dando vaivenes y que lo mismo nos planchamos un huevo que
nos freímos una corbata. Pero las cosas no son exactamente así. Las
explicaciones suelen ser más simples. Sencillamente, uno no puede ignorar su
condición de persona y cuando se siente afectado por su intimidad, como fue el
caso de la semana pasada, aparca sus bártulos y entra al trapo, aunque salga el
sol por Antequera. Pero trata de no ignorar sus interioridades, ni tampoco
perder el pie de la actualidad, a ver si puede ir respondiendo, tanto a dios
como al diablo. Esta semana se han celebrado dos debates políticos. Uno en
Atresmedia entre el Presidente del Gobierno y el líder de la oposición y otro
en la Televisión Pública con los portavoces de las principales fuerzas
parlamentarias. Sobre los resultados, he leído uno que me cuadra bien y lo
incluyo. El primero, sólo dos hombres, embarrado y lleno de mentiras,
preocupados más por quién gana en la tele que por por las propuestas que tenían que ofrecer. El
segundo, pese al mayor número de participantes, más claridad en las
intervenciones y mejor comprensión para los televidentes.
Lo
lógico hubiera debido ser que los dos candidatos, en el caso del primero, sobre
todo, hubieran expuesto sus propuestas de gobierno las hubieran contrastado
para que los ciudadanos pudieran crearse un juicio de valor sobre unas u otras
y disponer de un juicio más fundado sobre ambas para emitir el voto en las
elecciones del próximo domingo. La realidad fue muy otra y los contendientes se
dedicaron a embarrar el discurso con continuas interrupciones y a mentir con
sus acusaciones al contrario para quedar lo mejor posible ante el espectador,
tanto si era verdad loi que se decían como si no. El segundo debate, pese a disponer de más
contertulios, gozó de mayor claridad y los argumentos de unos y de otros pudieron
conocerse mejor. La gente que lo siguió pudo informarse de lo que cada uno
decía, mientras que en el primero, al quedar más confuso, cada uno habló para
su parroquia y los demás nos quedamos, siguiendo el rifirrafe, más o menos
avergonzados, pero in conocer las propuestas de cada uno.
La
prensa de la semana ha dado ganador a uno o a otro, dependiendo de las
afinidades ideológicas de cada uno. Los argumentos de ambos brillaron por su
ausencia, a lo mejor eso es lo que se pretendía, con lo que, a fin de cuentas,
quienes salieron perdiendo fue la ciudadanía que escuchaba frente al televisor,
que debían haber sido los principales beneficiados. Como no creo en las
casualidades, me inclino a pensar que algún asesor que no salió en la pantalla,
porque los asesores siempre están escondidos, lo que buscaba era eso
precisamente. Podríamos haber llamado al primer debate pelea de gallos, con lo que la gente hubiera dispuesto de mayor
conocimiento sobre las verdaderas intenciones de ambos contendientes. Habría
que seguir defendiendo los debates por la fuerza del directo y porque se oiga
la voz de cada uno sin intermediarios, pero, al mismo tiempo, no estaría de más
por parte de, propietarios de cadenas, intervinientes y demás miembros en
conflicto, un mayor grado de honestidad para que a la ciudadanía llegue la
verdad de lo que se busca, los distintos programas que se confrontan, no que
gane mi candidato, aunque sea embarrando el debate y desfigurando, por tanto,
la intención.
Y con esa confusión sobre lo que pretendía ser claridad, afrontamos la última semana de campaña, confiando que cada quién se esté buscando la vida por su cuenta para disponer del mejor criterio a la hora de emitir su voto el próximo domingo. Los tiempos corren sucios y ya hemos tenido que escuchar dudas sobre si los votos por correo, que esta vez son casi tres millones, se habrán emitido correctamente. o no. ¿No le suena a nadie este discurso?. Es rubio, del otro lado del charco y se cree el amo del mundo. Hasta ahora no ha habido justicia que lo pare. Crucemos los dedos porque la verdad se imponga. En este negro juego estamos todos involucrados.
Amén 🙏🙏🙏.
ResponderEliminarFeliz día mi amigo querido.
Enhorabuena de nuevo ❤️😘