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domingo, 16 de abril de 2023

FRUSTRACIÓN

 

         Asumir las frustraciones de la vida, cosa que nos sucede a cada paso, se puede convertir en uno de los indicadores más profundos sobre el grado de educación que cualquier persona ha alcanzado como resultado de los niveles de influencia asumidos a lo largo y a lo ancho de la convivencia. En algún momento estoy seguro de haber tratado el caso de estos dos niños de 4 años en un momento de un conflicto agudo, por causa de una pelota. Clemente es hijo único, muy guapo y trae a la escuela su pelota, pero a la hora de jugar él quiere decidir los participantes y se niega a que Tancho, bastante feo pero con muchos amigos, participe en el juego. Inician una pelea, cuerpo a cuerpo, para dirimir quien va a mandar en la pelota y en el propio juego que pretenden organizar y que no tarda en inclinarse a favor de Clemente, no sé si porque es más fuerte o porque la pelota es suya o sabe dios por qué. Lo cierto es que, una vez que consigue la pelota no sabe qué hacer con ella y se va a un rincón del patio, abrazado a ella y allí termina la historia. No sabe qué hacer con su pelota, salvo mirar desafiante a los compañeros y no aceptar que nadie le discuta que su pelota es suya.



         El proceso de Tancho es bien distinto porque en la lucha ha sido jaleado por sus amigos, que son muchos, al grito de ¡Taancho!, ¡Taancho!…, aunque el destino de la contienda se inclina muy pronto a favor de Clemente. El resultado final, como se venía venir desde el principio, se inclina a favor de Clemente, si bien el amplio grupo de amigos se arremolinan alrededor de Tancho, no lo abandonan en ningún momento, y organizan un juego sin pelota en el que Tancho está incluido, por más que tiene que tragarse el sabor amargo de la derrota hasta que el nuevo juego coge vuelo y  prescinde de la pelota del deseo, que termina en un rincón, abrazada a su dueño, pero completamente inútil para lo que pretendían utilizarla cuando el juego había empezado.



         Han pasado más de 50 años de la secuencia y la tengo en mi vida como una de las lecciones más profundas sobre la idea de ganar o perder en la vida. Cuando veo a Clemente, abrazado a su pelota, completamente solo en un rincón del patio, nunca he podido aceptar la utilidad de aquel litigio ni para qué le sirve a Clemente tener su hermosa pelota, si no tiene a nadie con quien jugar. Por el contrario Tancho, que no tenía nada en este conflicto, siempre tuvo un grupo de amigos y, pese a haber perdido su cuerpo a cuerpo, el resultado final fue completamente suyo y lo siguió siendo en adelante porque contaba con la complicidad de sus amigos, tanto si ganaba un conflicto como si lo perdía. No es la única lección que guardo en mi memoria como una fuente de conocimiento, nacida en los pequeños avatares cotidianos, pero capaz de ponernos a cada uno en nuestro sitio cuando analizamos en profundidad el significado de las lecciones que la vida nos va facilitando, si somos capaces de leer la realidad que se manifiesta como una fuente inagotable en el devenir de la convivencia.



         Hemos creado una cultura en la que los libros son los que albergan el conocimiento y allí es a donde recurrimos para obtener el saber que necesitamos. No seré yo quien niegue este sistema de trasmisión del saber, que tanto debe a la imprenta y a su desarrollo a lo largo de los siglos. Lo que sí afirmo es que, al margen de este sistema consolidado y que me parece indiscutible, la realidad de la convivencia me parece otro sistema de conocimiento perfectamente válido si somos capaces de obtener las lecciones que la realidad cotidiana es capaz de ofrecernos si aprendemos a leer lo que el desarrollo y desenlace de los conflictos es capaz de ofrecernos. Seguramente la verdad se encuentra muy repartida y es capaz de aportarnos sus lecciones de múltiples maneras. Del mismo modo se hace necesario que los profesionales de la educación seamos capaces de seguir aprendiendo del devenir de cada día, por más que hayamos estudiado en los libros aquellos conocimientos que se nos propongan.    



5 comentarios:

  1. ¡Un placer leerte, Antonio! Con tu permiso, lo comparto con mis compas del cole ;) Un fuerte abrazo

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  2. Hermoso y sabio relato, corazón. Un abrazo enorme

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  3. Sencillamente genial.
    Profundo.
    Hermoso y sabio.
    Gracia, y amigo querido.
    Besos 😘

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  4. Una historia buenísima, que he tenido el placer de oírla como solo tú sabes relatar estás historias, antes de leerla. Creo que el aprendizaje que se hace viviendo historias como está es mucho más eficaz que el que encontramos en los.libros. Por aquello de que no se aprende en cabeza ajena.
    Una gran historia.
    Gracias Antonio!!!

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