Hace
más de 80 años que terminó la Guerra Civil Española y todavía no somos capaces
de numerar los muertos que cayeron en la contienda. Se habla de un millón pero
se trata de un dato muy poco fiable si tenemos en cuenta de que a estas alturas
hay todavía grandes grupos de ciudadanos interesados en que hubiera pocos
muertos, fuera la verdad la que fuera. Lo mismo podemos hablar de los
defensores del otro bando, que no tienen empacho de tirar de los números hacia
arriba, tanto si responden a los datos reales conocidos como si no. Como no
puedo pensar que la guerra española tenga nada de especial, dalo mismo
cambiarle el nombre y llamarla Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Afganistán,
Irak o Ucrania Una vez que tenemos dos bandos en conflicto, la única certeza a
la que podemos acceder no es a la verdad, sino a las tesis que defiende cada
facción con los argumentarios que se despliegan por cada parte. De lo que se
trata por cada parte es de defender su razón y negar al contrincante. Pura
propaganda para afirmar mis argumentos y descalificar todos los demás.
Parece
que en el conflicto de Ucrania, Rusia anda de capa caída, aunque nadie es capaz
de hablar de muertos y precisar los datos más allá de lo estrictamente
publicitario. Sabemos, eso sí, que ya se trata de miles por cada una de las
partes, pero nada más. También hemos conocido que algunas cárceles rusas se han
desalojado para enviar a sus presos a combatir a Ucrania. Lo último es que el
Señor Putin ha dispuesto convocar a 300000 reservistas rusos para suplir las
bajas y para ampliar las zonas ucranianas que Rusia pretende ocupar. Debe ser
verdad, no porque lo digan las autoridades sino porque, de pronto nos
encontramos en la frontera finlandesa más de 30 kilómetros de cola de coches
rusos huyendo de su país para que sus ocupantes no puedan ser reclutados para
la guerra. A través de Radio Macuto nos enteramos también de que en Rusia se
hacen consultas sobre cómo partirse un brazo para librarse del reclutamiento.
Estos datos son más fiables porque surgen de los que sufren los efectos y no de
los que elaboran las disposiciones.
Por el
otro bando las cosas no andan mucho mejor. Aquí nadie habla de paz. Los
ucranianos cada vez claman con más
fuerza para que les llegue de occidente mayor cantidad de armamento y de mayor
precisión. Mientras tanto, los telespectadores del mundo no vemos más que
enormes cantidades de hierros inservibles y ciudades completamente devastadas
por los tanques y por los misiles. El otro día apareció una fosa común, como si
fuera la única, con más de 400 cadáveres ucranianos, quiero suponer que para
exacerbar los ánimos occidentales contra Rusia. Del punto de vista ruso sobre
el asunto de la guerra no nos llegan más que las protestas, más o menos
significativas, que se producen. Parece que se trata sólo del señor Putin, que
en cada momento se saca del bolsillo la disposición que corresponda para
defender sus tesis. Como si nadie apoyara sus puntos de vista, dentro de Rusia.
Lo de
que estemos viendo cómo muchos rusos huyen de Rusia nos dice que es posible que
sus autoridades se estén pasando unos cuantos pueblos con el asunto de la
guerra, que ellos nunca han reconocido, pero poco más. Sí sabemos también la
cantidad de material que se están dejando en las calles de Ucrania, no sé si
porque ya era inservible o porque su industria no compite en condiciones de
igualdad con los ingenios que llegan de occidente para ser utilizados por el
ejército ucraniano. Igual la mejor respuesta a unos y a otros es la de huir
cada uno de donde corresponda y dejar que los que establecen las leyes se
pongan a defenderlas en las calles y junto a los explosivos de ambos bandos.
Así los telespectadores podremos ver en vivo y en directo cómo los
contendientes son los que de verdad defienden aquello en lo que creen. Y no
andar escondidos como conejos y que sean otros los que siembren de cadáveres
los telediarios o las fosas. Un poco de verdad no vendría mal de vez en cuando.
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