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domingo, 27 de marzo de 2022

TRANSPORTE

 

         Hay situaciones en la vida tan complejas…, yo no sé. Andamos con los que confiamos que sean los últimos coletazos de la pandemia, esos que deberían llevarnos a incorporar el virus a nuestra vida como si fuera una gripe de la que nos debemos cuidar y puede que hasta vacunarnos cada año cuando rebrote. Esta plaga, por tanto, no se ha ido ni pretende hacerlo. Todo lo contrario. Se incorpora a nuestras vidas y se convierte en un elemento más del que nos debemos  cuidar periódicamente. Y va entonces Putin y se pone a invadir Ucrania y lo llama UNA OPERACIÓN ESPECIAL , para desnacificar el país. Una limpieza, que nadie le ha pedido, de elementos indeseables, un favor, vamos. No sé si pensaba en un paseo triunfal, que sería recibido como salvador, y resolver el asunto en unos días. La realidad le ha dicho que de eso nada, que los ucranianos son muy quienes para defenderse de salvadores y lo que parecía una campaña de días, lleva ya un mes de destrucción y de ruina. Miles de muertos  y más de tres millones de refugiados repartidos por Europa, sin saber cuándo van a volver a sus casas, ni qué se van a encontrar en el caso de que puedan volver algún día.



         La pandemia nos ha cambiado la cara y nos la ha cubierto de mascarillas que llegamos a ponernos en todo momento y que ahora nos vamos quitando pasito a paso. Muchos de los ucranianos, mujeres y niños sobre todo, regresan a sus casas de acogida a las que solían venir en los veranos desde el desastre de Chernobil, que nos tuvo en vilo al mundo entero hace unos años y que aconsejó que los niños vivieran la experiencia del sol en países que gozaban en abundancia de su vitamina. En España, por ejemplo, nos llegamos a familiarizar con aquellos rubios que nos llegaban del este con esas caras tan blancas que pedían un poco de sol a gritos. Pues ahora, con la guerra de Putin, mucho más y hasta con urgencia. La respuesta ha sido más unidad entre los ucranianos que nunca y una feroz resistencia a la invasión. Por cuestiones estratégicas, la OTAN no puede intervenir directamente en su ayuda para eludir la escalada nuclear, pero sí ayuda con medios y armamento al ejército ucraniano.



         Todo este barullo, en cierto modo inesperado, ha modificado la correlación de fuerzas del mundo y está produciendo cambios profundos y costes nuevos que no podemos cuantificar todavía. El gas natural, en buena parte proveniente de Rusia, se ha convertido de la noche a la mañana en un bien estratégico del que Europa depende para combatir el frío y hay que encontrar un proveedor alternativo, una vez que los países deciden eliminar la dependencia de Rusia y encontrar fuentes alternativas en los E.E.U.U. La consecuencia ha sido que el recibo de la luz se ha puesto por las nubes y que el petróleo y sus derivados…, otro que tal. Como las casualidades no existen, todo el sector del transporte ha encontrado un argumento a su medida para presionar a los poderes públicos y mejorar su situación, según ellos angustiosa desde unos años a esta parte. Y aquí estamos, con un paro patronal indefinido en marcha, con convoyes de camiones protegidos por la guardia civil y con difíciles posibilidades de solución del conflicto por la misma problemática interna del sector.



         Como dicen en mi pueblo…, si estábamos pocos, parió la abuela. Empezamos a mirar a un lado y a otro y se nos van los ojos de aquí para allá, sin saber dónde fijarlos. No encontramos la paz imprescindible para centrarnos en cualquiera de los problemas que nos acucian y nos vemos envueltos en un ovillo que nos hace no salir de una cuando ya estamos metidos en otra. Es posible que haya que contar con la complejidad que nos invade y no esperar soluciones caídas del cielo sino aprender a vivir poniendo los ojos un poco en cada lugar para meterle mano, un poco a cada uno de los conflictos que nos acosan y resolver cada uno de ellos como partes de un conjunto para el que no creíamos estar preparados pero al que tenemos que responder como vayamos pudiendo cada día porque ninguno parece tener espera.   


1 comentario:

  1. Entrar a comentar algo tan diáfano y real, es absurdo.
    Mientras me baño el alma con A.Borodin, sabemos desde hace tiempo que nunca nada será igual. Desde que nacemos, más o menos conscientes, hemos sido actores y testigos de situaciones personales, familiares y sociales muy difíciles, sorprendentes, frustrantes y hasta devastadoras. Pero estos momentos históricos por todos los flancos, serán inolvidables.
    ¿Normalidad?... Ni nueva ni vieja. Es y será totalmente diferente.
    Y nos adaptamos como podemos y vamos aprendiendo.
    Eso es la vida.
    La de nuestra especie. La más brutal e irracional de todas.

    Felicidades y gracias de nuevo.
    Esta melodía apacigua la ansiedad... Pero no sé si lo que siento es paz, o tristeza.
    Tal vez, las dos cosas.
    Unos pocos minutos diferentes que se agradecen mucho.
    Percibo serenidad en tu escrito.
    Espero que no sea resignación.
    Sólo aceptación... con algún atisbo de esperanza.
    En mi caso, prefiero no pensar en ello.
    No sé si me queda alguna.
    Esta Montaña rusa unida a la Noria, no deja de dar vueltas.
    El cansancio es infinito.
    Te quiero, amigo.
    Besos.

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