Hay
situaciones en la vida tan complejas…, yo no sé. Andamos con los que confiamos
que sean los últimos coletazos de la pandemia, esos que deberían llevarnos a
incorporar el virus a nuestra vida como si fuera una gripe de la que nos
debemos cuidar y puede que hasta vacunarnos cada año cuando rebrote. Esta
plaga, por tanto, no se ha ido ni pretende hacerlo. Todo lo contrario. Se
incorpora a nuestras vidas y se convierte en un elemento más del que nos
debemos cuidar periódicamente. Y va entonces
Putin y se pone a invadir Ucrania y lo llama UNA OPERACIÓN ESPECIAL , para desnacificar el país. Una limpieza,
que nadie le ha pedido, de elementos indeseables, un favor, vamos. No sé si
pensaba en un paseo triunfal, que sería recibido como salvador, y resolver el
asunto en unos días. La realidad le ha dicho que de eso nada, que los
ucranianos son muy quienes para defenderse de salvadores y lo que parecía una
campaña de días, lleva ya un mes de destrucción y de ruina. Miles de muertos y más de tres millones de refugiados
repartidos por Europa, sin saber cuándo van a volver a sus casas, ni qué se van
a encontrar en el caso de que puedan volver algún día.
La
pandemia nos ha cambiado la cara y nos la ha cubierto de mascarillas que
llegamos a ponernos en todo momento y que ahora nos vamos quitando pasito a
paso. Muchos de los ucranianos, mujeres y niños sobre todo, regresan a sus
casas de acogida a las que solían venir en los veranos desde el desastre de
Chernobil, que nos tuvo en vilo al mundo entero hace unos años y que aconsejó
que los niños vivieran la experiencia del sol en países que gozaban en
abundancia de su vitamina. En España, por ejemplo, nos llegamos a familiarizar
con aquellos rubios que nos llegaban del este con esas caras tan blancas que
pedían un poco de sol a gritos. Pues ahora, con la guerra de Putin, mucho más y
hasta con urgencia. La respuesta ha sido más unidad entre los ucranianos que
nunca y una feroz resistencia a la invasión. Por cuestiones estratégicas, la OTAN no puede intervenir directamente
en su ayuda para eludir la escalada nuclear, pero sí ayuda con medios y
armamento al ejército ucraniano.
Todo
este barullo, en cierto modo inesperado, ha modificado la correlación de
fuerzas del mundo y está produciendo cambios profundos y costes nuevos que no
podemos cuantificar todavía. El gas natural, en buena parte proveniente de
Rusia, se ha convertido de la noche a la mañana en un bien estratégico del que
Europa depende para combatir el frío y hay que encontrar un proveedor
alternativo, una vez que los países deciden eliminar la dependencia de Rusia y
encontrar fuentes alternativas en los E.E.U.U. La consecuencia ha sido que el
recibo de la luz se ha puesto por las nubes y que el petróleo y sus derivados…,
otro que tal. Como las casualidades no existen, todo el sector del transporte
ha encontrado un argumento a su medida para presionar a los poderes públicos y mejorar
su situación, según ellos angustiosa desde unos años a esta parte. Y aquí
estamos, con un paro patronal indefinido en marcha, con convoyes de camiones
protegidos por la guardia civil y con difíciles posibilidades de solución del
conflicto por la misma problemática interna del sector.
Como dicen en mi pueblo…, si estábamos pocos, parió la abuela. Empezamos a mirar a un lado y a otro y se nos van los ojos de aquí para allá, sin saber dónde fijarlos. No encontramos la paz imprescindible para centrarnos en cualquiera de los problemas que nos acucian y nos vemos envueltos en un ovillo que nos hace no salir de una cuando ya estamos metidos en otra. Es posible que haya que contar con la complejidad que nos invade y no esperar soluciones caídas del cielo sino aprender a vivir poniendo los ojos un poco en cada lugar para meterle mano, un poco a cada uno de los conflictos que nos acosan y resolver cada uno de ellos como partes de un conjunto para el que no creíamos estar preparados pero al que tenemos que responder como vayamos pudiendo cada día porque ninguno parece tener espera.
Entrar a comentar algo tan diáfano y real, es absurdo.
ResponderEliminarMientras me baño el alma con A.Borodin, sabemos desde hace tiempo que nunca nada será igual. Desde que nacemos, más o menos conscientes, hemos sido actores y testigos de situaciones personales, familiares y sociales muy difíciles, sorprendentes, frustrantes y hasta devastadoras. Pero estos momentos históricos por todos los flancos, serán inolvidables.
¿Normalidad?... Ni nueva ni vieja. Es y será totalmente diferente.
Y nos adaptamos como podemos y vamos aprendiendo.
Eso es la vida.
La de nuestra especie. La más brutal e irracional de todas.
Felicidades y gracias de nuevo.
Esta melodía apacigua la ansiedad... Pero no sé si lo que siento es paz, o tristeza.
Tal vez, las dos cosas.
Unos pocos minutos diferentes que se agradecen mucho.
Percibo serenidad en tu escrito.
Espero que no sea resignación.
Sólo aceptación... con algún atisbo de esperanza.
En mi caso, prefiero no pensar en ello.
No sé si me queda alguna.
Esta Montaña rusa unida a la Noria, no deja de dar vueltas.
El cansancio es infinito.
Te quiero, amigo.
Besos.