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domingo, 26 de diciembre de 2021

INUNDACIÓN

 


         Después da andar el último mes haciendo gentes con las cotas de infección más bajas del mundo. Después de andar sacralizando a las vacunas, que nos estaban salvando de caer en los piélagos de la dependencia a la ómicron, que andaba por el mundo entero como Pedro por su casa, este es el tiempo en que agachamos nuestras orejas y nos damos cuenta de que somos hijos de la pandemia como los demás, que rozamos ya los 1000 contagios y subiendo y que participamos de los criterios de los técnicos, que avisan que, a la vuelta de la esquina, los infectados no se van a poder contar porque el poder transmisor de ómicron es tan fuerte que casi todos vamos a terminar infectados. Y…, de todo lo que decíamos qué queda. Pues parece que queda y bastante porque teniendo más del doble de infectados que el año pasado por esta época, los casos graves y las defunciones rondan sólo el 20%, en parte por la protección de las vacunas, sobre todo la tercera dosis de refuerzo, y en parte también porque el gran poder infeccioso de ómicron lleva incluida una menor gravedad



         Los ciudadanos de a pie, como es mi caso, lo más que podemos hacer es llevar nuestras vacunas en regla, protegernos con las mascarillas de las aglomeraciones de gente, andar por espacios lo mejor aireados posibles y confiar en San Pitopato para que todas estas medidas surtan el efecto deseado en el caso de que nos infectemos. Yo quisiera ser como mi hermano Paco, que en un momento dio positivo, se aisló en la casa durante el tiempo prescrito, no tuvo ningún síntoma y en la última PCR dio negativo y se incorporó a su Centro Ocupacional como si tal cosa. Aun así preferiría no infectarme, para qué voy a decir otra cosa, pero la experiencia de mi hermano no ha supuesto para la familia más incomodidad que la del aislamiento, lo que tampoco es un grave inconveniente. Lo que nos dicen los que saben es que después de varios meses de la pauta completa, la protección desciende hasta el 40%. Y que la tercera dosis de refuerzo eleva la protección de nuevo por encima del 80%.



         Ómicron, por tanto, que amenazaba cuando se detectó en Sudáfrica, hace más o menos un mes, no destaca tanto por su gravedad, siempre y cuando las personas infectadas tengan sus vacunas en regla, sino por su capacidad infecciosa. Los que no creen en las vacunas siguen manifestándose por todo el mundo, reivindicando su derecho a la libertad de vacunarse o de no hacerlo. Otra cosa es cuando se infectan porque sus efectos son de mayor gravedad y entonces sí que buscan el amparo de los centros de salud y de sus profesionales. Muchos de ellos hasta realizan manifestaciones contra sus propias opiniones antivacunas, que los llevan a tener que internarse y ser tratados con los medios previstos por la sanidad pública como cualquier otro ciudadano. El señor Trump, de infausto recuerdo, el otro día fue abucheado en público cuando reconoció haber recibido la tercera dosis de la vacuna, tanto como había largado menospreciando las vacunas durante su mandato al frente de los EEUU.



         Hay técnicos que afirman que esta podía ser la última ola de este ómicron de los mil demonios. Ojalá, pero será el tiempo el que confirme esta tesis o la contradiga. No quisiera terminar este texto sin decir que los vulcanólogos han dado por extinguido el volcán de La Palma, después de haber cumplido los diez días preceptivos sin nuevas erupciones. Ahora queda la ingente labor de ponerse a reconstruir tanta ruina como han producido los casi 90 días de erupciones de lava, de cenizas y de gases como no se habían conocido desde hacía siglos. Los palmeros han recibido mucha solidaridad de sus vecinos y de toda España pero la dimensión de la ruina ocasionada por este volcán que ha vuelto a dormir, espero que definitivamente, necesitará, además de la buena voluntad de la gente, la intervención decidida del gobierno, no para ponerlo todo como estaba, cosa imposible, sino para que los perjudicados encuentren una manera digna de reiniciar la vida, que ha quedado enterrada bajo millones de toneladas de lava.



2 comentarios:

  1. Qué bueno y bonito, mi querido Antonio!
    Felicidades y gracias de nuevo.
    Me gustan mucho tus artículos y crónicas.
    Eres genial.
    Feliz Navidad para tí y para toda tu linda familia.
    Ánimo.
    No hay mal que cien años dure ...
    Besos!

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  2. Este endemoniado virus de alarga desesperadamente. Un beso

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