Hemos
sido de los últimos esta vez, pero ya nos toca subir. Resulta que ómicron nos lo ha puesto todo patas
arriba de nuevo. Primero fue el pánico de los mercados y la bolsa se dio un
buen batacazo, cuando apenas conocíamos su nombre. Hoy ya estamos
familiarizados con su poder y hasta fardamos de conocer algunas de sus
propiedades: mucha más capacidad de contagio que la delta, que es la anterior, y menos graves sus efectos. Hay voces
autorizadas que afirman que todos terminaremos contagiados y que las medidas:
vacunas, mascarillas, ventilación, etc…, no significarán tanto ausencia de
infección sino mayor o menor gravedad de sus efectos. Las ucis y las camas de
hospital han estado muy tranquilas mientras la quinta ola estuvo bajando hasta
los 40 en los que nos creímos, una vez más, salvados. Hoy subimos con vigor la sexta ola y
ya alcanzamos los 300 que, pese a seguir siendo muy lejos de los casi 2000 que
reflejan los Países Bajos, por ejemplo, nadie nos quita de seguir subiendo a
buen ritmo y sin haber probado hasta el momento la capacidad de ómicron porque todavía nos infecta delta. Y con las navidades en puertas.
Como
nadie discute hasta el momento los beneficios de la vacunación, no para
alcanzar la inmunidad sino para atenuar los efectos de la infección, valoramos
positivamente los altísimos niveles que hemos alcanzado, seguimos inoculando
terceras dosis a los mayores de 40 años, ponemos una dosis específica a los
niños de entre 5 y 12 años y con eso, hasta donde sabemos hoy, nos encontramos
con las defensas más fiables para enfrentarnos a los efectos de lo que
conocemos. Pero no podemos ignorar aquellos hallazgos primeros de que mientras
todos no estemos vacunados aquí no hay nadie seguro porque, mientras invertimos
grandes recursos en aislarnos en España, por ejemplo, muchos países siguen con
unos niveles de vacunación incipientes del 20%, lo que significa que allí
estarán apareciendo nuevas variantes del virus y, tarde o temprano,
terminaremos conociéndolas y sus efectos nos terminarán llegando, como nos han
ido llegando las que conocemos hasta hoy.
Nunca
he sido desagradecido y valoro en todo su poder el alto nivel de defensa
alcanzado hasta el momento, ya lo quisiera ese medio mundo que no alcanza
todavía ni el 50% de vacunación. Lo que digo es que no podemos permitirnos, por
nuestro propio beneficio, seguir mirando para otro sitio, ignorando la
deplorable situación de tantos millones de personas que no alcanzan ni los
mínimos niveles de inmunidad que les garanticen la propia vida. En nuestro
propio país, entre la comunidad, pequeña pero significativa, que niega los
beneficios de la vacunación se produce un nivel de infección y muerte de 6 a 1, según que los infectados
sean no vacunados o con sus vacunas en regla. Muchos de los que no quisieron en
su momento, ahora hacen colas para recibirla o se lamentan en las ucis de haber
despreciado sus beneficios en su momento. Creo que aprender siempre es bueno y
lo que tienen que hacer es acceder a los beneficios de las vacunas cuanto antes
y aprovecharse de sus efectos hasta donde es posible.
No
puedo entender cómo en países europeos o en EEUU, con las posibilidades de
acceso de que disponemos, existan porcentajes importantes de ciudadanos, entre
el 10 y el 40% según los casos, que persiste en su negativa a ser vacunados.
Los estados insisten en su conveniencia, no ya solo por sus posibilidades de
defensa ante los efectos del virus sino por la mayor capacidad infecciosa de
los no vacunados para infectar a los que la tienen puesta. Parece que hacen de
este problema, que muchos vemos como de salud pública, un asunto de carácter
ideológico que no alcanzo a comprender. De uno u otro modo, se está presionando
hasta rozar la obligatoriedad, para que los negacionistas se den cuenta de que
con su actitud no sólo se ponen en riesgos innecesarios ellos mismos, sino el
resto de sus vecinos vacunados, que no tienen culpa ninguna.
Con ésta triste, reflexiva y maravillosa composición musical de fondo, y tú no menos fantástico e inmejorable, serio y bien documentado artículo, me cuesta salir de tu página. Por supuesto, mil gracias de nuevo y muchísimas feli, mi querido y admirado Antonio. Feliz Navidad. Para tí y toda tu hermosa familia. Besos grades.
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