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domingo, 19 de diciembre de 2021

MONTAÑA RUSA

 


         Hemos sido de los últimos esta vez, pero ya nos toca subir. Resulta que ómicron nos lo ha puesto todo patas arriba de nuevo. Primero fue el pánico de los mercados y la bolsa se dio un buen batacazo, cuando apenas conocíamos su nombre. Hoy ya estamos familiarizados con su poder y hasta fardamos de conocer algunas de sus propiedades: mucha más capacidad de contagio que la delta, que es la anterior, y menos graves sus efectos. Hay voces autorizadas que afirman que todos terminaremos contagiados y que las medidas: vacunas, mascarillas, ventilación, etc…, no significarán tanto ausencia de infección sino mayor o menor gravedad de sus efectos. Las ucis y las camas de hospital han estado muy tranquilas mientras la quinta ola estuvo bajando hasta los 40 en los que nos creímos, una vez más,  salvados. Hoy subimos con vigor la sexta ola y ya alcanzamos los 300 que, pese a seguir siendo muy lejos de los casi 2000 que reflejan los Países Bajos, por ejemplo, nadie nos quita de seguir subiendo a buen ritmo y sin haber probado hasta el momento la capacidad de ómicron porque todavía nos infecta delta. Y con las navidades en puertas.



         Como nadie discute hasta el momento los beneficios de la vacunación, no para alcanzar la inmunidad sino para atenuar los efectos de la infección, valoramos positivamente los altísimos niveles que hemos alcanzado, seguimos inoculando terceras dosis a los mayores de 40 años, ponemos una dosis específica a los niños de entre 5 y 12 años y con eso, hasta donde sabemos hoy, nos encontramos con las defensas más fiables para enfrentarnos a los efectos de lo que conocemos. Pero no podemos ignorar aquellos hallazgos primeros de que mientras todos no estemos vacunados aquí no hay nadie seguro porque, mientras invertimos grandes recursos en aislarnos en España, por ejemplo, muchos países siguen con unos niveles de vacunación incipientes del 20%, lo que significa que allí estarán apareciendo nuevas variantes del virus y, tarde o temprano, terminaremos conociéndolas y sus efectos nos terminarán llegando, como nos han ido llegando las que conocemos hasta hoy.



         Nunca he sido desagradecido y valoro en todo su poder el alto nivel de defensa alcanzado hasta el momento, ya lo quisiera ese medio mundo que no alcanza todavía ni el 50% de vacunación. Lo que digo es que no podemos permitirnos, por nuestro propio beneficio, seguir mirando para otro sitio, ignorando la deplorable situación de tantos millones de personas que no alcanzan ni los mínimos niveles de inmunidad que les garanticen la propia vida. En nuestro propio país, entre la comunidad, pequeña pero significativa, que niega los beneficios de la vacunación se produce un nivel de infección  y muerte de 6 a 1, según que los infectados sean no vacunados o con sus vacunas en regla. Muchos de los que no quisieron en su momento, ahora hacen colas para recibirla o se lamentan en las ucis de haber despreciado sus beneficios en su momento. Creo que aprender siempre es bueno y lo que tienen que hacer es acceder a los beneficios de las vacunas cuanto antes y aprovecharse de sus efectos hasta donde es posible.



         No puedo entender cómo en países europeos o en EEUU, con las posibilidades de acceso de que disponemos, existan porcentajes importantes de ciudadanos, entre el 10 y el 40% según los casos, que persiste en su negativa a ser vacunados. Los estados insisten en su conveniencia, no ya solo por sus posibilidades de defensa ante los efectos del virus sino por la mayor capacidad infecciosa de los no vacunados para infectar a los que la tienen puesta. Parece que hacen de este problema, que muchos vemos como de salud pública, un asunto de carácter ideológico que no alcanzo a comprender. De uno u otro modo, se está presionando hasta rozar la obligatoriedad, para que los negacionistas se den cuenta de que con su actitud no sólo se ponen en riesgos innecesarios ellos mismos, sino el resto de sus vecinos vacunados, que no tienen culpa ninguna.  



1 comentario:

  1. Con ésta triste, reflexiva y maravillosa composición musical de fondo, y tú no menos fantástico e inmejorable, serio y bien documentado artículo, me cuesta salir de tu página. Por supuesto, mil gracias de nuevo y muchísimas feli, mi querido y admirado Antonio. Feliz Navidad. Para tí y toda tu hermosa familia. Besos grades.

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