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domingo, 5 de diciembre de 2021

DESTINO


                Pudo ser esta pandemia por la que atravesamos aquello de o nos salvamos todos o aquí no se salva nadie. Esto se dijo casi desde el principio. Hoy se sigue diciendo pero eso no quita para que en España vayamos ya por el 90% de vacunados, mas tercera dosis de refuerzo para los mayores de 60 años, entre los cuales me cuento y agradecido, mientras hay países que no alcanzan ni el 5%. Díganme, si es que saben, dónde está la lógica entre lo que se dice y lo que se hace. Nos encontramos en una nueva ola, para nosotros la sexta, otros la denominan cuarta por sus historias particulares. Lo que sí es verdad es que la rica Europa se encuentra en la cresta de la ola, nunca mejor dicho. La casi modélica Alemania, por ejemplo, tiene que mandar algunos de sus enfermos a Italia para que se los curen, si pueden, porque ya no les caben en sus hospitales y ahora es España la que se encuentra a la cola de las intoxicaciones porque su vacunación se acerca a la totalidad de la población mientras que la mayoría, Austria a la cabeza, apenas alcanzan el  70% de vacunados voluntarios y superan con creces los 1000 de incidencia. Se empieza a discutir seriamente que la vacuna sea obligatoria porque la mayoría de los nuevos infectados, mira por dónde, resulta que no están vacunados por voluntad propia.



         A todo esto nos llega ómicron, última variante del virus, al parecer de Sudáfrica, aunque esto no está claro, y el mundo rico se echa a temblar porque lleva en su seno hasta más de 30 nuevas variantes para terminar de volvernos locos y con alta probabilidad de que las vacunas que llevamos inoculadas puedan no ser efectivas para algunos de sus efectos. Los mercados perdieron en un solo día miles de millones de dólares, más que suficientes para haber comprado vacunas para el mundo entero que, si recordamos, era lo que había que haber hecho desde el principio. Pues ahí no queda todo: en vez de corregir el error inicial y ponerse manos a la obra a vacunar a todo quisqui, aquí estamos estudiando como locos la composición de ómicron para salvar a los más ricos y que el resto se las ventile como pueda, una vez más.



         El problema es que la realidad es muy tozuda y mantiene en  pie aquello de que mientras todos no estemos libres del virus, estaremos todos en peligro. Si en este momento es la variante ómicron la que nos pone a temblar, en otro momento puede ser la variante equis o su prima hermana. Con lo simple que resulta de entender y lo difícil que es ponerlo en práctica. Chocamos una y otra vez con la misma piedra. La política del sálvese el que pueda nos lleva al precipicio y allí terminamos estrellándonos todos. Cuántas veces habremos razonado lo fácil que resultaría convertir en alimentos algunos de los presupuestos que se destinan a armamentos. Se cuentan los números y resultan sobrados para mantener niveles de dignidad vital del conjunto de la población. Exactamente lo mismo se puede decir de la compra de vacunas o de los medicamentos necesarios. Pues eso que parece tan fácil, resulta en la práctica es imposible por la sencilla razón de que las prioridades para el gasto de los recursos cambian de dirección y lo que tendría que ser el primer destino se olvida.



         En el caso que nos ocupa estamos invirtiendo cantidades industriales de dinero para dar con la tecla de las particularidades de infección que ómicron lleva en sus tripas y cuánto hay que invertir para encontrar una vacuna que nos lo resuelva. Todo eso  está analizado y estoy seguro que hasta cuantificado. Puede que en poco tiempo nos encontremos en el camino de ponerlo en práctica incluso. Una vez más es posible que estemos caminando para salvar el  culo de aquellos que podamos disponer de medios y nos olvidemos de nuevo cual es la dirección adecuada que nos garantice el deseado salvamento colectivo, que no es otro que el de vacunarnos todos cuanto antes para que el virus, que siempre estuvo vivo, encuentre un cauce de salida, con la mutación que necesite en cada momento, para permanecer entre nosotros. Si no fuera verdad, parecería mentira.   

 

1 comentario:

  1. Nadie podría haberlo dicho ni escribirlo mejor.
    Una dura e inexplicable realidad.

    Y con esa magnífica canción, que me encanta, de Freddy Mercury, hasta su letra y su espectacular música, cobra un significativo mucho más intenso y emotivo, hasta sentir escalofrío en la columna vertebral.

    Maravilloso artículo.

    Muy necesario.

    Gracias, amigo querido.
    Besos hasta Granada
    Felicidades.

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