El 14
de Marzo de 2020 España tenía una seria de problemas como cualquier otro país
de nuestro entorno, más el de la coalición de gobierno recién creada que logró
salir adelante con una mayoría suficiente. Las fuerzas de la derecha decidieron,
valiéndose de sus argumentos peregrinos, que tal gobierno era legal pero no
legítimo. Con ese planteamiento decidieron atacarlo sin piedad desde el primer
día, en el convencimiento de que podrían derribarlo. De repente el gobierno
decide decretar el Estado de Alarma como mejor forma de combatir el COVIT 19, que ya era una realidad.
Desde aquel día la legitimidad del gobierno se ha venido discutiendo,
sencillamente porque no se soporta que pueda estar sustentado
parlamentariamente por las fuerzas de izquierdas. La derecha promueve que su
representatividad, que nadie discute, vale más que otras representatividades,
presentes en el Congreso por el mismo procedimiento que el de ellos. Como si
fueran ellos y no los votos de los ciudadanos los que deciden quién debe estar
y quién no o que haya representantes que sean más legítimos que otros.
Con
ese tira y afloja se nos ha ido el primer año de gobierno y han sido el virus y
sus consecuencias los que se han llevado el grueso del discurso político, aunque
el tono bronco innecesario no ha faltado en ningún momento. Hoy 10 de Enero de
2021el discurso ha cambiado radicalmente, sencillamente porque la mitad de
España ha aparecido con un manto de 50 centímetros de nieve y promete terminar
de nevar a lo largo del día de hoy, pero mantener las heladas toda la semana
próxima. Lo que no terminaban de lograr, porque la pandemia lo necesitaba, que
los ciudadanos nos mantuviéramos en nuestras casas salvo casos indispensables,
parece que lo está consiguiendo la nieve que, aparte de la belleza de la
estampa blanca y del corte de 20000 kilómetros de carreteras, está logrando que
entendamos que hay que confinarse, aparte de para combatir al virus, ahora por
la dificultad añadida de movernos entre la nieve helada, que hacía por lo menos
50 años que no habíamos visto.
Parece
que la mejor manera de que un problema se resuelva es ponerle encima otro más
gordo. Es evidente la enorme dificultad que representa desenvolverse en medio
metro de nieve y con temperaturas bajo cero, pero no deja de tener interés
darnos cuenta de que ya llevamos algo más de 24 horas sin tirarnos los trastos
a la cabeza como si el manto blanco bajo el que nos moveremos durante los
próximos días nos sirviera al mismo tiempo como calmante de nuestro exacerbado
ánimo, que necesita un poco de paz y asumir algo tan simple como que dos y dos
son cuatro, que en política significa que la mayoría que sustenta un gobierno
no depende de que lo diga nadie que no sean los votos de los ciudadanos, que
son la verdadera fuente de legitimidad. De paso tampoco estaría mal que
asumiéramos que quien no piensa como yo no es mi enemigo, sino mi adversario
pero tan ciudadano como yo.
A lo largo de mi vida he pisado nieve suficiente como para, sin quitarle un ápice de belleza, tenerle un nivel importante de miedo, porque significa una dificultad para desenvolverse de primera magnitud. Si encima, como parece, las temperaturas van a mantenerse suficientemente bajas como para que todo ese manto se endurezca y permanezca entre nosotros varios días hasta que se termine convirtiendo en agua, sé que la vida no va a ser fácil durante el tiempo que esta situación dure. De todas formas no quiero ser derrotista y prefiero animar a unas y a otros a que, aprovechando este cúmulo de penalidades que se nos acumulan, pudiéramos bajar un poco la presión política y nos volcáramos en resolver los problemas que nos agobian y nos demos cuenta de que no hace falta que nos amarguemos la vida artificialmente con nuestras exageraciones, que ya se encarga la vida por sí misma de complicarnos la lucha de cada día. Un poco de luz, por favor, ahora que tenemos tanto blanco a nuestro alrededor.
Un deleite leerte
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