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domingo, 13 de diciembre de 2020

APRENDIZAJE

 


         A estas alturas de nuestro contacto con el COVIT 19  el principal aprendizaje es que parece que hay salida de este largo y oscuro túnel que nos tiene en sus manos, va para un año. Seguimos sin saber de manera fehaciente por dónde pero ya no es novedad hablar de vacunas porque hay abundantes pruebas de que la ciencia ha metido mano y muchas de ellas están en los últimos estados de experimentación. Concretamente en Europa, que es desde donde yo hablo, hay contratos cerrados con varias y otros a punto de firmarse, aunque lo cierto es que sólo conocemos la primera Pfizer, de la que se están repartiendo los primeros miles de dosis. En Gran Bretaña hemos visto los primeros pinchazos introducirse en los brazos de algunos ancianos, que han resultado ser los primeros seleccionados por orden de prioridad. Seguirán los profesionales de la salud y, poco a poco, el resto de la población hasta alcanzar el total de las necesidades. En China y en Rusia también están comenzando los primeros repartos, pero nos quedan lejos y, o bien ni siquiera los conocemos o no los tenemos en consideración. Como mucho los insinuamos a título informativo.



         Esta zona del mundo en la que vivimos, que hemos dado en llamar Occidente, nos ha enseñado que todo está movido por el padre dólar, o euro. Ya se ha establecido toda una jerarquía de trato en función de las cantidades a cuenta aportadas a las empresas titulares de las vacunas que van estando listas para uso o a punto  de estarlo. A España le toca esperar hasta dentro de un mes, más o menos, para que lleguen las primeras dosis del pedido global que Europa como conjunto ha contratado y pagado a cuenta, antes incluso de tener constancia de si las reservas abonadas se cumplirán o no en los términos comprometidos. No quiero ni pensar cuándo y cómo tendrán acceso los países llamados en vías de desarrollo, que siguen albergando la mayoría de la población del planeta.



         El presidente saliente de EEUU, señor Trump se ha visto frustrado en sus aspiraciones iniciales de ser el primero en el mundo en conseguir para su país las primeras dosis, pero ya nos ha hecho saber que la próxima semana estarán operativas para sus compatriotas, esas que él venía guardando encarecidamente como elementos de poder en la recámara y que afortunadamente no le han servido tampoco para ganar las elecciones de noviembre, a pesar de que están siendo los tribunales de su país los que le van clavando en la frente, sentencia a sentencia, que ha perdido y que él sigue sin reconocer, cada día más solo. La primera que estamos viendo, que es la Pfizer y resulta que ha llegado a su comercialización en unas condiciones bastante incómodas. Para empezar, a menos de 80 grados bajo cero y con un importante peligro de romper la cadena de frío que la invalidaría automáticamente. Al mismo tiempo, aunque han salido con una eficacia nominal de alrededor del 95 por ciento, cosa que habrá que comprobar en la realidad, resulta que ha de administrarse en dos dosis, con tres semanas de intervalo entre una y otra,  para complicar un poco más la entrada en vigor de sus efectos.



         Hasta el momento hemos aprendido que las mascarillas tendrán que seguir con nosotros hasta que veamos los efectos de las vacunas que se están administrando. Que las medidas de higiene hay que mantenerlas como elementos complementarios y benefactores sin precisar demasiado. Que el aire libre, del que los primeros momentos huimos como de la misma peste, podemos buscarlos con garantías como benefactores de por sí por contraposición a los espacios cerrados. Y que con esta forma de vida que nos ha quedado, más o menos encorsetada, podemos seguir tirando hasta que alguna de las vacunas que van estando en vigor se vayan imponiendo en esta realidad triste e indefensa por la que atravesamos y nos vaya abriendo camino para encarar el futuro. Como cada inclemencia, muchos no la han superado y tienen que pasar a nuestro recuerdo y a nuestras lágrimas, a la espera de que todos terminemos reuniéndonos con ellos, allá donde se encuentren.    



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