Aunque
parezca difícil, en esta vida se puede aprender de todo. Estamos en lo que
parece ser la segunda ola de este covit
19 que padecemos desde hace unos meses. Cuando empezó la desescalada a
mediados de junio parecía que todo estaba resuelto, aunque siempre se nos dijo
que habría brotes y rebrotes mientras no dispusiéramos de una vacuna o
medicamentos eficaces. Pues ya los tenemos encima y empezamos a saborear la idea
del fracaso de tanto esfuerzo realizado. El fantasma de volver a fases
anteriores sobrevuela y nos hunde en la miseria. Aunque sucediera lo de la
segunda ola, no sería verdad que los esfuerzos realizados no sirvieran. En
marzo nadie sabía nada sobre el virus y hoy sabemos cosas. No mucho, pero
algunas sabemos y nos sirven. Seguramente las medidas más sencillas están
resultando ser las más efectivas. Las mascarillas, la distancia de seguridad y
la higiene de las manos resultan ser incómodas, no cabe duda, pero están al
alcance de cualquiera y son los mejores medicamentos para prevenir el contagio.
No tenemos vacuna hasta el momento, pero nosotros somos una aceptable vacuna si
asumimos estas prevenciones elementales.
En un
par de semanas nos llega el comienzo del nuevo curso, un reto de largo alcance
que si logramos resolverlo aceptablemente tendremos un nivel de normalización
muy importante. No es sencillo porque hay que resolver el problema de las
distancias para el que los edificios pueden no estar suficientemente preparados,
pero debemos esforzarnos por hacerlo viable por lo que significa llevar a la
vida de los menores una cierta normalidad, que ya va siendo hora después de
varios meses de ausencia de las aulas y, lo que es más importante, de que no se
hayan relacionado entre ellos. Pero es que además no se puede pensar en que la
sociedad se normalice si estos millones de menores no tienen resuelta su vida
escolar. Al principio el problema sanitario primó sobre cualquier otro. Tenía
que ser así pero hay que contar con el problema laboral y social a la vez que
el sanitario, del que algo hemos aprendido.
El
tema de la infancia esta vez no se nos puede pasar. En la primera ola, por
marzo nos recluimos todos y los menores no alcanzaron ni siquiera el derecho a
un paseo diario como se aceptó para las mascotas. Algunos lo pusimos de
manifiesto desde el primer momento porque nos pareció un error dramático pero
ahora tenemos que lograr que la situación no se repita por nada del mundo. La
normalización escolar es uno de los anillos estructurales que la sociedad
necesita aunque no sea el único. Ya estamos viendo el pozo en el que nos hemos
colado persiguiendo la salud y había que hacerlo. Tenemos que pensar que junto
a la salud está el trabajo, la economía y otra serie de elementos básicos para
que la sociedad funcione que se nos han quedado atrás y que necesitamos
activarlos porque nos va a costar años encontrar los niveles de bienestar que
teníamos antes de marzo. Hay que valorar los problemas en todas sus aristas
porque la estructura social es poliédrica y precisa de soluciones globales. Si
de paso aprendemos a mejorar parte de las deficiencias que hemos puesto de
manifiesto, pues miel sobre hojuelas.
Hola Antonio: He estado leyendo tus entradas y, cómo no, nuestras preocupaciones son casi todas arrastradas por la pandemia. Incluso va tironeando otras como otros problemas hasta los de nuestra propia salud. Acá en Chile ya se había desbordado un gran resentimiento social debido fundamentalmente a la injusticia social insoportable. A los que somos mayores de 75 estamos recluidos en nuestras casas desde unos 4 meses. Pedimos permiso a carabineros por 3 horas ante una salida inevitable: exámen de salud o trámite bancario. Yo lo hago todo caminando. No he tomado locomoción salvo un taxi para la clínica porque estaba atrasado. Pero mi mujer y yo permanecemos bien.
ResponderEliminarTrato de no personalizar mis comentarios y dejaré éste hasta acá pidiéndote disculpas.
Por favor, cuídate mucho.