El
miércoles pasado, día 5, inauguramos en pleno centro de Granada, junto a la
Fuente de las Batallas, un año más, la carpa de la asociación ASPROGRADES, de
cuya Junta Directiva formo parte, dentro de la cual exponemos los trabajos que
los usuarios han venido elaborando a lo largo del año para que puedan ser
conocidos por el público que lo desee y adquiridos en su caso. Esta asociación
atiende a 300 discapacitados intelectuales y en ella trabajan 150
profesionales. Hoy domingo es el último día y ya estamos planificando nuevas
propuestas de materiales para el año próximo. Desde que me jubilé en 2010 de mi
trabajo con la primera infancia, en mi calidad de hermano de un discapacitado
intelectual, me dedico a colaborar con las familias que viven en situaciones
parecidas, con la idea de hacer visibles socialmente a estas personas que
han vivido encerrados en sus casas hasta
hace pocos años y, con mucho esfuerzo pedagógico, se va consiguiendo que sean
objeto de derechos y no tanto valorados por lo que no pueden hacer como por las
posibilidades que sí les ofrece la vida y la sociedad, que no son pocas.
El día
de la inauguración, en medio de las autoridades que nos acompañaron para darle
realce al acontecimiento, entre saludo y saludo, me encontré con Mercedes,
profesora de la Facultad de Psicología, madre de Helena con hache, hoy una
guapísima usuaria de nuestra asociación. Mercedes también forma parte de
nuestra junta directiva. Nos conocimos hace bastantes años cuando llegó a
nuestra pequeña escuela con su hija Helena con una serie de componentes
autistas que hoy mantiene y que nos costó en su momento dios y ayuda que ella
misma y su familia entendieran que Helena era como era y que la desesperada
voluntad de su madre no iba a lograr, por más que se esforzara, hacer que su
hija fuera como no era y que lo que teníamos que hacer era aceptar que la
situación era la que era y ponernos a trabajar todos juntos para que Helena y
todos los que la rodeábamos aprendiera a asumir su realidad y a sacarle el
mejor provecho posible.
No
quiero ni pensar lo que Mercedes ha debido tragarse en estos años, unos treinta
desde que nos conocemos, para aceptar que su hija era diferente y que ella que
se dedicaba y hoy continúa dedicándose a asesorar a familias con niños
diferentes, tenía que encajar que su propia hija se iba a convertir en su
propia prueba de fuego profesional y personal. Recuerdo que nuestras luchas
cotidianas eran implacables porque se revolvía como una leona tratando de
encontrar recursos educativos para que su hija se convirtiera en una niña
normal. Se los sabía todos porque se dedicaba a ello. Fue una lucha desesperada
y creo que Helena se terminó yendo de nuestra escuela, por edad, sin que su
madre terminara de asumir que su hija no iba a ser nunca como su hermana mayor
y que tendríamos todos que asumir que Helena tenía unas particularidades que en
esta sociedad las conocemos como diferentes como término menos ofensivo porque
hace unos años, sencillamente se les conocía como subnormales sin paliativos.
Hoy Helena es una hermosa mujer adulta, usuaria de esta asociación de
discapacitados intelectuales y participa en lo que hacemos en la medida que
puede, como el resto.
Lo que
justifica mi texto es que con la de veces que en su momento discutimos Mercedes
y yo, que entonces dirigía la pequeña escuela a la que asistió mientras pudo su
hija Helena, me hablaba de la injusticia social que discriminaba a una serie de
personas como su hija, sencillamente porque sólo valora una manera de saber.
Quien es capaz de defenderse y asumir unos conocimientos que la sociedad
considera básicos es un miembro de pleno derecho y quien tiene otras maneras de
alcanzar el conocimiento o cuestiona el mismo conocimiento porque se enfrenta
al mundo con otras capacidades menos aceptadas socialmente, la estructura lo
ignora, lo margina y lo llama discapacitado intelectual, no porque lo sea sino
porque sus capacidades son distintas de las mayoritarias. Vi los años de
sufrimiento en sus ojos, pero también la sabiduría para entender más y mejor la
sociedad en la que todos vivimos.
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