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domingo, 24 de junio de 2018

NOMBRE


         Cada vez nos viene asombrando más la importancia de los menores en el hecho migratorio. Se debe a distintos factores. El inicio del problema está en las enormes dificultades que los países desarrollados ponen a la libre circulación de las personas, cosa que no ponen a los capitales que entran y salen por el mundo como Pedro por su casa. Cuando uno intenta ponerle puertas al campo, se va dando cuenta de que los cultivos terminan amoldándose a la viabilidad de entrada que el campo les va permitiendo. El pedagogo Ivan Ilich hablaba de un interesante experimento realizado con un amigo en el mercado de Lima. Le preguntó que le dijera cuántos niños había en la plaza y su amigo le contó los que acompañaban a los adultos pero pasó de largo sin contar a los responsables de los puestecillos, que eran tan niños como los otros.

         Los menores que logran entrar gozan de una situación de seguridad por el hecho de ser menores y se aseguran una vida digna, al menos mientras mantengan la minoría de edad. La valoración de la vida es muy distinta a la que rige para nosotros. En las primeras ediciones del París - Dakar, recuerdo comentarios en los que se contaba que los aborígenes sacrificaban a algún menor para fuera arrollado por la carrera para obtener los beneficios que el seguro de los participantes tenía previsto y con los que toda la familia podía verse beneficiada y con su futuro resuelto. Se contaba como ejemplo escandalizado de hasta dónde vamos a llegar porque lo que no recuerdo es que se cuestionara qué se le había perdido a aquel ejército de invasores para, de la noche a la mañana invadir una serie de países sin ninguna misericordia, destrozarles su forma de vida por unos días y desaparecer tan rápidamente como habían llegado.

         Y el colofón de las argucias de los pobres es el de embarazarse y calcular el camino para lograr que el nuevo ser nazca en el país al que se pretende llegar. Entonces el negocio es redondo porque el recién nacido ya pertenece de pleno derecho al país donde ha nacido. Su madre tiene todos los derechos y protecciones por el imperativo de su crianza y el resto de su familia ya irán imponiendo el derecho a ir llegando lentamente por la figura jurídica denominada reagrupamiento familiar. En realidad son una serie de retruécanos legales para sortear la verdadera razón inicial y definitiva que es la de que si en sus países de origen no ven futuro para sus vidas, van a hacer lo que haga falta para conseguir la supervivencia. Ahora se está planteando quitar las concertinas que en su momento se pusieron para disuadirlos de que saltaran las vallas y se ha visto que no hay manera, por más heridas que hayan producido.

         Y mucho me temo que seguiremos tapándonos los ojos y negándonos a ver un problema que cada día nos agobia más y que,  pese a saber cuál es la solución, por unas razones o por otras, nos negamos a asumir. Siempre se habla de la importancia de colaborar con los países de origen pero las palabras se las lleva el viento porque no paramos de amparar guerras locales que son un semillero de refugiados que se esparcen por donde pueden, aparte de las hambrunas o las pobrezas extremas y las dictaduras implacables que aglutinan las riquezas en unas cuantas manos y la enorme masa popular se encuentra sin futuro y a merced de las mafias que hacen su agosto a base de ofrecerles el oro y el moro hasta conseguir de ellos que hipotequen sus bienes y los de sus familiares para tocar el sueño que les venden, siempre unos kilómetros más lejos de sus posibilidades. Y así andamos, con un circuito endiablado de aspiraciones y desengaños y en nuevas formas de explotación sin límite visible por el momento. 

2 comentarios:

  1. Y entre allí y aquí acaba de llegar a casa mi nieta Noor, hija de Alba y Zakarias. Estableciendo un puente más entre las dos orillas del Mar del Estrecho.

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    1. Me alegro por Alba y por tí. Esos puentes son los que nos pueden dar la vida en el futuro a base de demostrarnos que los de esta orilla y los de la otra no somos más que los mismos. Un abrazo, amigo.

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