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domingo, 16 de enero de 2011
PERCIBIR
Los primeros meses son tan difusos, tan arriesgados, tan inexpertos, tan elementales… Es demasiado fuerte encontrarte entre los brazos ese trozo de carne casi desconocido, nuevo, que te reclama de manera perentoria y que decide instalarse en tu vida con casa y con bagaje y que llega mandando hasta el punto que ya nada va a ser lo que era para ti. Por lo pronto ha conseguido que los espacios y los tiempos se produzcan en función de sus necesidades. Pero también las personas. Ya no hay modo de encontrar un resquicio en el que no esté presente. Y, además, el primero. Ni dormir, ni lavarte, ni mirar las estrellas, ni salir a la luz… todo lo elemental, lo que era tuyo sin discusión ni duda, pues todo está en función del que acaba de llegar porque en la escala de prioridades se ha puesto a la cabeza.
Y no es poca frustración tener que asumir que no hay manera humana de encontrar un resquicio de vuelta atrás y de volver al tiempo en el que podías echarte un rato y dar una simple cabezada. Vano empeño. Ya nada será igual por mucho tiempo. Toda una vida que se te ha venido de golpe, elegida, sin duda, querida incluso aunque desconocida, pero espesa y potente que se te va metiendo en tu cuerpo cada día y que va a penetrar hasta lo más profundo de tus necesidades y de tus decisiones. Y esto es solo una parte. La tuya. Esa que se puede ver de tu piel para dentro. En la que todavía vas a disponer de algún poder porque depende de ti mismo, pero qué hacer con tu vecino, con tu amor y tu desvelo, con ese nuevo elemento de vida que por días se va manifestando por sí mismo, que va ocupando espacio propio y que, aunque no te deja ni pie ni pisado porque sus necesidades te han inundado la vida, quiere espacio propio, abierto y respetado, en donde pueda desplegar su vida a costa tuya pero de modo independiente.
Ya la garantía de subsistencia para el recién llegado es un esfuerzo agónico de concentración, gozoso casi siempre pero despiadado en algunos momentos. Nunca como ahora tu fuerza se ha templado tanto, ha encontrado los resquicios más íntimos, se ha medido tan minuciosamente hasta encontrar todas las posibilidades de gozar y sufrir, de ofrecer y recibir, de sentirte necesario y de encajar tanto amor hasta cubrir la tabla del pecho. Es verdad que depende de ti eso que te mira y te llora y te acaricia y te sonríe, pero no es menos cierto que cada día tú ya eres menos tú y que ya no te vas reconociendo si no es en unidad con ese extraño que cada día es más imprescindible.
Y quiere luz y sombra, quiere tu palabra en susurro y en canción. Quiere sus posiciones. Es verdad que la vida es la vida pero uno puede morir de monotonía. Hay que encontrar la forma de que al nuevo le lleguen los colores, que perciba el calor de los brazos y el fresco de la mañana, la dulzura del reposo y el valor del movimiento. El sabor de la sal y la dulzura de la fruta. Todo son cosas elementales y que se van produciendo de manera espontánea, pero que no se pueden olvidar y que hay que asumir como necesarias porque no son sólo un fenómeno del desarrollo que termina por definirse como un derecho que el nuevo ha de tener garantizado y que eres tú su albacea, su garante, su promotor incluso, porque en los tiempos en que se aprende a bocanadas se muestra dependiente y su fuerza eres tú.
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Buenos días:
ResponderEliminarQue bien defines, la llegada de un hijo, sobretodo si es el primero.
Yo cuando nació mi hijo mayor tenía 21 años.
Y era todo nuevo para mi aún guardo encuadernada la colección de las revistas los hijos, que coleccionaba en aquella época, que informaban has de piscologia, primeros cuidados, crecimiento e incluso habian historietas de Mafalda.
Un abrazo, Montserrat
Si Antonio, lo describes perfectamente.
ResponderEliminarEs muy fuerte, un cambio trascendental en la vida de la madre, cualquiera sea su edad.
Buenos son los consejos, la voz de los profesionales, libros y revistas ..
pero hay algo mejor aún, el instinto.
Se va aprendiendo a fuerza de amor, ganas .. saber ver y escuchar. Esa cosita allí instalada nos puede enseñar mucho.
Un abrazo.
Cuando nació mi hijo mi pecho se abrió en canal para acogerle. Pero también te digo, que tuve la suerte de compartir su cuidado y educación con mi pareja, y eso cambia mucho. Distribuí los espacios que eran míos y los espacios que eran para él, en ningún momento sentí que tuviera que renunciar a nada. Continué con mis actividades y con mis relaciones sociales mientras el crecía a mi lado. Un niño que ve que su madre tiene vida propia y se realiza en su trabajo es un buen mensaje educativo.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy con Mercedes, un hijo no puede ser la razón de apartarte como persona, siempre debe ser motivo para crecer como tal.... Un abrazo Antonio
ResponderEliminarQuerido Antonio- hermoso post como todos los tuyos, llenos de intensidad y sensibilidad.
ResponderEliminarUn hijo es la vida, la entrega de una madre es absoluta ( al menos en mi caso) con el hijo creces como persona, te enseña tanto !!! soy hay que escucharlo, sentirlo vivamente para darte cuenta de todo el manantial de sabiduria que trae el pequeño ser a tu vida- te alimenta totalmente y a medida que crece la union es muy fuerte, luego vienen los nietos y la historia se repite, quizas con mas fuerza por que llevas aprendido mucho e intentas corregir errores que antes no viste.
Yo no renuncie a mi vida por mi hija, todo lo contrario, mi vida se hizo mas rica, mas gratificante. Ella crecio a mi lado ( a nuestro lado) y el amor que entregas tambien se da.
Muchos besos Antonio, y gracias por compartir.
Aurora
Antonio, gracias por tus palabras en Arbol de D...
ResponderEliminarYa sabes que todo éso, concretamente los post del nuevo año, existen gracias a vosotros.
Todo empezó con un simple tanka que decía
" la sombra del lapacho "
alguien se dijo ¿ qué es lapacho?, alguien agregó - tú - deberías poner una foto ..
entonces Beatriz dijo " hay un gran lapacho protegiendo la casa de mi abuela " ..
yo te hablé de los toneletes de Motril,
tú lo visitaste !!!!
y ya no paró ..
tengo mucho más material, llegado de ambas orillas del charco,
amigos han publicado en sus blogs, en sintonía..
qué debo decir entonces ?
los post son vuestros
gracias !!!
Un beso de madera, hermoso.
Realmente un hijo cambia tu vida, en mi caso para mejorarla sin duda alguna. Es algo tan grande de lo que se aprende tanto día a día... Lo has explicado a las mil maravillas. Un verdadero placer leerte, siempre. Un abrazo!!!
ResponderEliminarMi hijo llego cuando yo tenía recién estrenados 21 años y andaba metida en un importante proceso profesional, acontecimientos ambos que iban a marcar mi futuro, como no podía ser menos.
ResponderEliminarTu texto me ha hecho recordar los juegos malabares que hube de desplegar para acordar su vida, la mía y la de los demás y que nada se alterara "excesivamente" pudiendo disfrutar de su despertar a un mundo ante el que en ese momento estaba desprotegido sin mí.
Como todos, superé aquella maravillosa y apresurada fase que nos enriqueció a ambos, mi maravilloso bebé y a mí, afortunada por la generosidad y ternura de que se llenó mi mundo con el arrebato de su vida y la mía.
Gracias por compartir estas palabras que han traído a mi recuerdo tan ajetreadas y absolutamente maravillosas percepciones.
Un beso.
Ayyy!!! que linda entrada Antonio....Que bien plasmas...Eres un maestro, nunca mejor dicho....felicidades por tan bello post...Un abrazo
ResponderEliminarQuerido Antonio. Me has dado una gran alegría con tu visita y tu comentario. Es increíble el camino que toma a veces la vida para unir personas...a veces un simple árbol, ....a veces un haikú...a veces unas palabras adecuadas.
ResponderEliminarMagnífica tu entrada, y me quedo para leerte siempre que pueda.
Besos desde muy cerquita
(Si te apetece...pásate por la Casa de la Lluvia)
cada vez que paso por tu blog esta lleno de ternura, savia nueva y buenos consejos para caminar en la vida. Es como otra perspectiva a las cosas que en el día a día parecen tan insignificantes... y aquí se vuelven llenas de sabiduria
ResponderEliminarmagnificas palabras! felicitaciones y un saludo!
ResponderEliminarPues ya me quedo contigo...también yo te sigo, y así estaremos en contacto.
ResponderEliminarUn beso Antonio...con sabor a sol y a sal
Sí, sorprende lo bien que expones esa situación. Siendo madre de dos, recuerdo que -todavía siento- me pierdo en una conversación de adultos...es un giro tremendo!!!
ResponderEliminarMuy util tu lectura para entender lo que a veces sintiendo no comprendemos, y desconcierta.
Creo que ellos ocupan el espacio que les corresponde, pero si es cierto que merecen tanta atención que a veces nos desbordan, pero ello forma parte del amor que les tenemos y no queremos que sufran ni que estén escasos de nada.
ResponderEliminarMuy linda entrada Antonio.
Un beso