Cómo voy a saber yo. Pero de dónde voy a sacar. Quién me va a decir a mí. Debía de haber exámenes. Siempre dudas, desconfianzas, miedos en definitiva. Hablo de cómo tratar a los hijos, pero puedo hablar de mil asuntos. El miedo es el mismo para todo. Nos agarrota, nos inhibe, nos paraliza. Y somos capaces de ver cómo la vida pasa por delante de nosotros, cómo se nos escapa un tren, y dos y todos y nos regostamos en la orilla de todo y dejamos de intervenir y nos eliminamos del mundo de las decisiones y nos recluimos en el andén de la espera, de la añoranza, de la exclusión. Es posible, incluso, que se nos ofrezca como compensación ese recurso a modo de consolador, según el cual todo el mundo tiene la culpa de lo que nos pasa. Somos, entonces, capaces de ir distribuyendo responsabilidades a unos y a otros según los casos, pero con la única misión de excluirnos siempre de cualquier forma de responsabilidad.
Y nadie debe extrañarse de que estos recursos nos puedan funcionar a todos, y de hecho nos funcionan, para eludir el verdadero miedo, que no es a esto o a aquello, que no es a ningún peligro concreto, ni a ningún enemigo concreto. El verdadero miedo es el miedo al miedo. Ser libres, vivir la libertad, estar en el mundo como protagonistas, decidiendo cada día por dónde dirigir la vida, significa sin duda un riesgo importante y una responsabilidad. En cada elección de las miles que hay que tomar cabe equivocarse y responsabilizarse de eso no es fácil. Lo mismo con los niños: Cómo sé cuándo, qué le digo, hasta dónde insisto, dónde paro. Son cuestiones que planean continuamente sobre las personas responsables y que nadie responde. Esa angustia permanente no siempre nos encontramos con fuerza para sobrellevar y preferimos, o bien ponernos en manos de alguien que, a nuestros ojos, sepa y le colgamos el peso o, sencillamente optamos por dejar que las cosas pasen esperando que la propia vida tome las decisiones que nosotros no nos atrevemos a tomar.
Al final es el miedo al miedo el que nos paraliza o nos hace delegar responsabilidades que son nuestras en otros, para aligerarnos de peso, pero al mismo tiempo, para hacernos recluir en el andén de los ajenos, de los que siempre esperan y de los que nunca cogerán ningún toro por los cuernos. Y cómo se lega a convencerse de que el terreno e el que pisas es tan tuyo como de cualquiera y de que la vida te necesita tanto como a cualquiera y de que tu papel no es imprescindible, como ninguno de los que ves a tu alrededor, pero sí tan necesario como el que más. Cómo se llega a asumir que ese ser que acaba de llegar a la vida necesita tus decisiones más que la comida, que espera todo de ti y que eres tú, si tú, quien con tus errores asumidos uno detrás de otro y corregidos en la medida de tus posibilidades, le tiene que ir marcando el camino, un esquema de comportamiento que le sirva para saber cuándo es de día o de noche, cuando debe dormir o saluda, cuándo puede seguir o cambiar de rumbo. Esa persona recién llegada a este mundo está deseando ver como decides cosas que le atañen porque esas decisiones son su guía.
El miedo al miedo es la peste que debemos sortear porque la vida nos espera para intervenir en ella y para dar la talla, el testimonio, la presencia con nombre propio, esa que nos va a decir que hemos pasado por esta tierra y hemos dejado en ella nuestra huella específica e irrepetible.
El miedo debe ser superado por el amor y la valentía de querer seguir adelante. Cuando mi primera hija llego a mis brazos, sentí un pavor terrible de no saber hacerlo, hoy a mis cuarenta y cinco años el menor de mis hijos cumple en ocho días veinte años y mi hija mayor me hace abuela en marzo.... Creo que aprendí a superarlo, aunque a veces quiera superarme el a mi. Besos Antonio
ResponderEliminarBuen Año Antonio.
ResponderEliminarA veces nos asustamos y pensamos en cosas que nos pueden suceder y que al final no suceden.
Triste pérdida de tiempo.
Mira, yo he pasado por circunstancias, de cuidar enfermos y otras que si me hubiera dicho que lo tendría que pasar me hubiera dado miedo.
En cambio a la hora de la verdad he sacado fuerzas.
Y como decía la sabia Filósofa y Sta. Teresa de Jesús, me he repetido muchas veces en mi mente como si se tratara de un Mantra "Nada te turbe, nada te espante..."
En fin cada uno tenemos nuestras herramientas escondidas y para mi la Fe es una de ellas.
Pienso que no se debe educar con miedo.
A mi a veces me asustaban con el hombre del saco.
Ahora los niños ya ven películas de terror.
Y a mi me parece que esto no es bueno para la mente
PAZ Y BIEN. Un abrazo Montserrat
Antonio amigo mio,como siempre escribes algo tan universal (en este caso el miedo),creo que el miedo es dificil de vencer,entre otras cosas por que es como tú dices,miedo al miedo.En mi pensar,creo que es peor no enfrentarse a ese miedo.Dicen que lo peor que podemos hacer en nuestro camino,es no dar el primer paso hacia delante.Espero poco a poco ir venciendo los miedos que me lleguen puesto que no podemos evitar que nos lleguen pero si,que aniden en nuestra cabeza.Besos de luz.
ResponderEliminarHas desmenuzado nuestro más grande temor, el miedo al miedo, ¡cómo nos paraliza! y a veces nos ata. El comprender que estamos en la vida para continuamente "decidir" es lo que nos hace madurar, crecer en ésta vida. Cuando logramos comprender y sobretodo actuar, es que nos acercamos un poquito a la palabra sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, es cierto querido Antonio, hermosa entrada, llena de verdad.
ResponderEliminarEl miedo al miedo. Miedo a vivir a salir ahì afuera y ver la vida en el dìa a dìa, torearla, amarla, sentirla, vivirla en definitiva, pero hacerlo nosotros, cada uno de nosotros.
Nada de hacer responsasbles a los demas de nuestra vida, que es nuestra- A veces ese miedo no es fàcil sacarselo de encima, la niñez juega un gran papel en ello, el niño libre sera un adulto libre, la mente y el corazòn juegan un gran papel en el teatro de la vida.
Feliz Año Antonio, y lindos reyes para ti.
Un beso grandote
Aurora
Antonio,ante todo feliz año nuevo,amigo.
ResponderEliminarEl miedo al miedo nos paraliza muchas veces...Miedo a equivocarnos,a hacer daño,a que nos hagan y sobre todo el miedo que inculcamos a nuestros hijos.
Toda una reflexión que nos enfrenta a nuestros límites humanos y nos acerca a la humildad.Esa humildad que nos lleva de la mano a aceptar lo que somos y a aprender a ser valientes y auténticos, responsabilizándonos de nuestros actos y decisiones.
Te dejo mi gratitud,mi felicitación y mi abrazo grande.
M.Jesús
¡¡¡¡POR FIN PUEDO ACCEDER A TU BLOG!!!
ResponderEliminarPasaré mañana y leeré despacio tus dos últimas entradas.
Un abrazo
Tienes razón Antonio, el miedo nos paraliza, nos bloquea pero tenemos que superarlo para seguir avanzando y poder atender a nuestros hijos.
ResponderEliminarAdemás la experiencia es un grado porque cuando nació mi primara hija se me vino el mundo encima, no sabía que hacer y sentí verdadero pánico; poco a poco fui aprendiendo de ella misma, de sus necesidades, de sus gestos. Cuando nació mi hijo ya estaba mucho más relajada y lo disfruté mucho más.
Pero en la infancia no termina todo, lo peor viene después; son dicisiones mucho más responsables.
Cuando nuestros hijos van creciendo los problemas que te plantean son mayores y nuestros miedos se engrandecen; son etapas de la vida mucho más complicadas.
Un beso
Feliz año Antonio y que los reyes te traigan muchas cositas....entre ellas salud,magia y amor...besos querido amigo
ResponderEliminarEl miedo al miedo paraliza, y se uno se paraliza, no avanza.
ResponderEliminarAsumir la responsabilidad de los hechos que hacemos es el único camino para avanzar, y quiero clarificar que no hablo de culpas, la culpa es la justificación perfecta para no comprometerse con los propias acciones.
La vida es riesgo, solo el que se arriesga, aprende, aunque eso sí, son necesarios los referentes (y ahí los padres y la escuela tienen una gran responsabilidad), para saber por donde pisamos.
Un abrazo
Hablamos de miedo... "Asumir nuestras propias responsabilidades" es una frase que me preocupa porque yo quiero seguir teniendo la capacidad de equivocarme y aprender y seguir corrigiendo en la medida en que lo errado es enmendable.
ResponderEliminarY quiero que mis hijos sepan que yo no soy infalible, que hay cosas que no sé y otras que quizá no comprenda nunca y así situarlos poco a poco en el camino de que ellos puedan elegir también, equivocarse y aprender de ello, consiguiendo su propio camino que en ninguna manera quiero que sea a la imagen y semejanza del de nadie y mucho menos del mío.
Libertad... divino tesoro...
Un beso y mi afecto siempre, Antonio.
Como siempre Antonio, tus reflexiones y planteos nos llevan a lo profundo de la condición humana, para advertir y asumir que somos éso, humanos. Por lo tanto, con inmensas virtudes y tremendos defectos .. y muchas carencias.
ResponderEliminarTambién con el gran desafío de superarlos y crecer.
El miedo al miedo, el peor de todos.
Un abrazo.
El miedo tiene tantas caras que a veces, lo que hace falta es energía para superar esos miedos y actuar, como dices: tomar el toro por los cuernos, sobre todo con los hijos, son tantas las dudas, los intentos, los desgastes, las espectativas, las desilusiones, las recompensas, que solo la realización de ver al hijo independiente nos da cuenta de la verdad.
ResponderEliminarUn texto muy nutritivo Antonio, te saludo de nuevo.
Amigo Antonio, recibe un abrazo de Feliz Año, que este nuevo año sirva para fortalecer aún más nuestros lazos de Amistad. Ven a mi Blogger que está de Aniversario y tengo algo para ti.
ResponderEliminarYo le temo mucho al miedo.
Besos…
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De Tu amiga
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(¸.•´ (¸.•´ .•´¸¸.•´¯`•-> ♥Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ SOYPKS Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ♥
Sin duda nada peor que el miedo, en todo, pero frente a un hijo más.
ResponderEliminarUna reflexión muy interesante.
Un saludo