Los
EEUU tienen un presidente electo que acaba de ganar las elecciones el día 5 de
este mes y que tomará posesión de su cargo el 20 de enero pacíficamente, sin
que haya reconocido ni una sola vez que el inquilino saliente, Joe Biden haya gobernado
limpiamente. Desde 2020 Biden ha gobernado porque le robó los resultados al
señor Trump, según su criterio. Por esta razón, él no tuvo más remedio que
entregar el poder dando un portazo y presenciando el traspaso desde su mansión
de Florida, después de haber agitado a los suyos para que protagonizaran una
espectacular asonada y tomaran el capitolio, como último intento por impedir
que se certificara su derrota hace 4 años. Ahora ha vuelto por la puerta
grande, ganando con claridad a Kámala Harris y con una mochila de 37 delitos a
sus espaldas, además del intento de golpe de estado que significó un escándalo
para el mundo entero. Ahora todo su historial delictivo desaparecerá, diluido
como un azucarillo, en el momento en que tome su poder. Algo así como aquel
dicho gallego de “se nos mean encima y
tenemos que decir que llueve”. Sencillamente ha ganado el relato y todo el
rigor de su adversaria no ha sido suficiente para hacer valer su sarta de
delitos y se ha impuesto su conjunto de bulos, repetidos una y otra vez, hasta
lograr que calen en la gente.
Pues algo
parecido estamos viviendo aquí en nuestro país con la dana de nuestros dolores,
que, por fin, ha terminado desapareciendo en el océano, transformada en una
borrasca propia de la época, como han tenido ocasión de comprobar los canarios,
hace un par de días. El parlamento valenciano, y todos los españoles a través
de la tele, hemos soportado, mientras tanto, dos horas y media de un enmarañado
discurso del presidente Mazón, encaminado a dar cuenta de su gestión el 29 de
Octubre, día del más grande desastre que hemos conocido, con más de 225 muertos
de los alrededores de Valencia, 125000 coches destrozados por las aguas y miles
de viviendas inundadas por la fuerza del Barranco del Poyo, que habrá que
reponer con un ingente esfuerzo, en un tiempo imposible de prever en este
momento.
Su
largo relato intentó pasar por encima de los hechos de aquel aciago 29 de
octubre, con el argumento de que todo el mundo falló porque las circunstancias
meteorológicas fueron completamente desconocidas hasta el momento y cinco veces
más fuertes que cualquier otro fenómeno conocido, de los muchos que ha
soportado la zona a lo largo de su historia. Y todo este conjunto de excusas le
bastaron para cubrir su expediente, pero todos nos quedamos sin conocer el
argumento clave de por qué mientras la gente se ahogaba y perdía sus bienes
arrastrados e inundados por el agua, él se pasaba la tarde incomunicado en una
opípara comida de cinco horas, sin que la enorme desgracia que su pueblo tenía
encima dispusiera de las decisiones que hubieran sido imprescindibles en ese
momento. Si no hubiera podido resolver por completo la dimensión de la
tragedia, completamente insólita, al menos hubiera acompañado a los ciudadanos
y seguramente salvando bastantes vidas, que se perdieron porque faltó una
dirección, su dirección, que hubiera tenido que estar al frente.
Pues después de conocer el larguísimo relato, parece que a la oposición no la convenció en lo más mínimo. Se le acusa de haber leído en el atril del Parlamento Valenciano, cuál será su actitud, una vez que le vayan llegando las querellas que, al parecer, se están preparando por su dejación de funciones. Da la sensación de que su partido se da por satisfecho con la explicación manifestada por el presidente mientras se encuentra una cabeza de turco alternativa, sin capacidad ejecutiva alguna, que coincide que en ese momento se encuentra en Bruselas optando al puesto de vicepresidenta europea contra el criterio del PP y cabe la posibilidad de complicar el relato para sacarlo del señor Mazón y enfocarlo en la aspirante a comisaria, Teresa Rivera. Y en ello estamos. La realidad de las cosas no parece que cuente demasiado. Sí, en cambio, el relato que unos y otros sean capaces dc armar, tanto si tiene que ver con la realidad, o se derive de ella.