Seguidores

domingo, 26 de octubre de 2025

RELOJ NO MARQUES LAS HORAS

 

         Sin más remedio tengo que pensarlo un par de veces cada año, una a final de abril y otra, la presente, a final de octubre. Que si una hora más o que si una menos. Da lo mismo. El caso es joder la marrana. Recuerdo que se trataba de un ahorro de 1400 millones, más o menos, aunque ahora no caigo si de pesetas o de euros. Para el caso, da lo mismo. Ya ha pasado ese argumento. Luego vino el sondeo y nos enteramos que casi el 80% de la gente de Europa preferíamos el horario de verano, por lo de mas luz. Pues tampoco. Los años pasan, nos vamos muriendo, porque es ley de vida y el traqueteo del, reloj, que si a las tres son las dos, que si a las dos son las tresl, sigue ahí, clavado como una estaca. Y es verdad que tampoco es para tanto. Unos pocos días de zarandeo mental y terminamos adaptados. Ya hasta la primavera o, cuando llegue la primavera, hasta el otoño. Supongo que debió haber un día en que a alguien se le ocurrió el invento, sin duda con alguna lógica, quiero pensar que con la del ahorro. Desde entonces, no sé desde cuándo, la vida pasa, el argumento ha caducado y la costumbre se mantiene y necesita de nuevas excusas que lo justifiquen por la dificultad del cambio.



         Algunos hicimos la mili y se nos obligó a ofrecer a la patria un año de nuestra vida, por si algún día teníamos que defenderla del enemigo. Y lo hicimos, cómo no, antes que vernos calificados de traidores y sometidos a represalias sin cuento. Allí conocí una historia que decía que había un banco en  el cuartel que en todo momento tenía un soldado de guardia. Nadie recordaba cuándo y por qué se comenzó a poner tal soldado en punto tan pintoresco, hasta que un día, un investigador de altos vuelos decidió averiguar el sentido de aquel importante compromiso cuartelero que se repetía y se repetía, como si no tuviera fin. Y la cosa era tan simple como que el banco se pintó en un momento y el coronel, que pasaba por allí, casualmente, dio la orden de que se pusiera a un soldado de guardia, para que nadie pudiera sentarse y se manchara con la pintura reciente. A partir de ahí, nadie había pensado en que la orden había dejado de tener sentido en cuanto el banco se hubiera secado. Pasa el tiempo y no logro olvidar el chascarrillo.



         Se me ha ocurrido que la imagen que pudiera ilustrar el convencionalismo de este tiempo que va y viene, cada año un par de veces, y nadie termina de saber muy bien por qué, pudiera ser la idea de Dalí sobre los relojes blandos que, en su momento, cuando esos artefactos de bolsillo o de pulsera tuvieron sentido y hasta resultaban pintorescos. El tiempo, juez inapelable que nos lleva y que nos trae, se ha llevado también esa imagen y la almacena en el pasado, como a tantas otras cosas. Este año hemos conocido que el presidente Sánchez ha cuestionado este asunto de los horarios que fluctúan en Europa y el argumento para evitar que alguien lo toque ha sido que hay que encontrar la unanimidad y eso es demasiado complicado. Otro año más, ya lo hemos experimentado esta misma noche, que la inercia nos vuelve a incomodar con una hora más, que es el incordio más liviano, a la espera de que vuelva abril y en la última noche de su último sábado, a las dos serán las tres y nos habrá desaparecido, como por ensalmo, una hora de nuestra vida, sin comerlo ni beberlo.



         No sé si yo llegaré a verlo, pero estoy seguro que, en cualquier momento se encontrará el argumento apropiado para reconocer que dos y dos son cuatro y que no había ninguna razón  de peso que justificara este desaguisado que nos incordia un par de veces cada año. Por si no llego a verlo, cosa que me parece fácil por la edad que ya he pasado, os deseo que disfrutéis de un incordio menos para vosotros y que la homologación del tiempo, esa de que cada día tenga sus 24 horas correspondientes, mejor si puede ser con más luz como prefiere la mayoría, os aporte una vida algo más fácil. Tampoco creáis que los beneficios van a ser para tirar cohetes. Problemas no os van a faltar seguramente pero, paso a paso, se anda el camino y, si la vida se puede facilitar, por poco que sea, merece la pena.      



2 comentarios:


  1. Siempre he pensado que ocurriría si coges un taxi a las 2.45 y llega a su destino a 3h y te niegas a pagarlo alegando que a las 3h son las 2h y tú nunca has estado allí. Alfonso.

    ResponderEliminar
  2. Yo también prefiero el horario de verano. Buen día amigo

    ResponderEliminar