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domingo, 19 de enero de 2025

SÁLVENSE QUIEN PUEDA


         Vamos en busca de los tres meses de la dana y parece que las cosas se van situando como conviene a unos y a otros. Ya empezamos a saber que el tiempo de reparación no va a ser menos de año y medio, en función de lo que se pretenda. Más sí, en función de hasta dónde queramos llevar los aprendizajes que dejó dana,   para que la prevención a futuro permita vivir con un poco de tranquilidad. De valoración andamos un poco verdes todavía, al menos los ciudadanos de a pie. Los primeros libramientos gubernamentales alcanzaron 17000 millones así, para abrir boca. La comunidad valenciana habló de 35000, muy a primera hora. Entre ambas cifras, por tanto, anda el juego y tendrá que ser el desarrollo de la propia rehabilitación la que nos vaya precisando cifras, siempre tomando como referencia las dos anteriores. Quiero pensar que el gasto del factor humano: solidaridades individuales y corporativas, UME, ejército y maquinaria pesada aparte, queda más en la imprecisión, porque las primeras referencias se hicieron los primeros días y entonces era muy difícil cuantificar algunos capítulos. Al menos no nos movemos en el vacío, si bien las diferencias entre un cálculo y otro son bastante amplias.



         No se tardó mucho en empezar a reclamar responsabilidades políticas que, a estas alturas, siguen en litigio, sin un empeño preciso de encontrar los distintos ámbitos de responsabilidad. En todos los discursos se admite que el desastre ha sido de tal naturaleza que no hay modo humano de haberlo enfrentado con algunas garantías de éxito. Otra cosa muy distinta es el número de víctimas mortales, 226 según los últimos datos, que es donde se encuentra el conflicto de pareceres. Con determinados comportamientos por parte de las autoridades autonómicas, más concretamente del señor Mazón, su presidente, que se le achaca una actitud imperdonable en las primeras horas, por una supuesta comida de varias horas, cuando su intervención al frente del desastre, podía haber significado un número bastante menor de víctimas mortales, ya que la fuerza destructora del agua, se admite que estaba fuera de otras posibilidades.



         Desde el principio se le empezaron a reclamar precisiones sobre su comportamiento y las que fue dando, lejos de ser precisas y contundentes, se convirtieron en imprecisiones y en versiones equívocas que en vez de convencer y tranquilizar a la población, lo que ha venido significando desde el primer día, no ha sido otra cosa que una indignación creciente, hasta el punto que, hoy por hoy, hablar del Ventorro, lugar en el que se produjo el interminable ágape, se ha convertido en el nudo de la cuestión. Si las primeras respuestas hubieran resultado creíbles, seguramente estaríamos a estas alturas, centrados en las labores de rehabilitación, que desde el principio se vieron inmensas. Al no resultar convincentes los argumentos del señor Mazón sobre su paso por el Ventorro el asunto ha quedado como una herida abierta, que hasta el momento no se ha encontrado manera de cauterizar. Ahora vale más reclamar la factura de la comida, los datos de su móvil u otras menudencias por el estilo, porque es su credibilidad la que está dañada.





         El todas las explicaciones que él intenta dar, bien en el parlamento valenciano o en cualquier otra declaración, intentando desesperadamente pasar del asunto del Ventorro y centrarse en el tema de qué hacer para resolver el desastre, le sigue persiguiendo la infausta comida de aquella tarde, que no termina de ser digerida por todo aquel que le pide explicaciones centradas en aquel hecho inicial, origen, al parecer de la mayoría, del cuestionamiento de su actitud, en el momento en el que se le hubiera exigido su presencia al frente del desastre, tanto si hubiera sido capaz de resolverlo, cosa muy poco probable, dadas sus dimensiones. La gente piensa que en aquel momento, tenía que habérsele visto a la cabeza y, sencillamente, no dio la talla. A partir de entonces, su empeño no es otro que echar la culpa a unos y a otros y no asumir su responsabilidad personal en ningún momento. El partido al que pertenece, que al principio manifestó un criterio propio, ahora ha optado por unirse a él y aplaudir sus intervenciones. Ellos sabrán.    

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