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domingo, 12 de enero de 2025

LAS COSAS EN SU SITIO


         Una vez que espero que la semana pasada quedara más o menos clara mi posición sobre la Toma de Granada, mi Granada: Que no fue un hecho militar, por más legionarios que desfilen con sus armas al hombro sino un hecho negociador, larguísimo y angustioso en el que se pretendía cerrar un ciclo religioso, ya que el Reino de Granada era el último bastión musulmán dc Occidente y completar el dominio cristiano sobre una serie de países bajo el ámbito cultural de Roma y su Dios y desterrar de esta zona el ámbito de Alá y Mahoma y el de Yahvé y Moisés, que habían sido expulsados de Sefarad, España, unos años antes y repartidos por el mundo con su sueño perdido y con una lengua, el castellano, que todavía mantienen donde se encuentren sus descendientes. Vano empeño, como tantos otros, si tenemos en cuenta la cantidad de monumentos, repartidos por todo el país, de los que hoy seguimos alardeando, así como la enorme riqueza lingüística, todas las palaras que empiezan por a, por ejemplo, que usamos de manera habitual hoy, para comunicarnos y entendernos.



         Volvemos, por tanto, a nuestro asunto de fondo, el desastre del 29 de octubre por la dana que arrasó todo el cinturón sur de la ciudad de Valencia. Dos meses después del fatídico día y de la fatídica noche, nos muestra la profundidad de las discrepancias políticas de las dos fuerzas hegemónicas, una vez superada la crisis inicial en la que  no quedó claro quién atacaba a quién. Hoy ya no hay duda de quién es cada quién y aunque la reconstrucción se encuentra en pleno funcionamiento, tenemos un conocimiento más preciso de la amplitud del desastre y una idea más certera de lo que va a costar la rehabilitación, tanto en euros como en tiempo. Los 120000 coches que fueron arrastrados por la fuerza  del agua, por poner un ejemplo, van desapareciendo de las 60 campas en las que se encontraban apilados. Hasta el momento parece que alcanzan los 30000 los que han desaparecido de los almacenamientos y han resuelto sus expedientes con las aseguradoras correspondientes y van concluyendo el desguace imprescindible, que termine con la reposición que corresponda a cada propietario.



         Se reforzó, desde el principio todo el aparato administrativo para que los 320000 perjudicados de la zona fueran explicando, uno a uno, la dimensión de su caso y parece que, hasta el momento, hay resueltos unos 92000 casos que, con ser muchos, no llegan todavía ni al 30% del conjunto. Un día para producir semejante tragedia y hoy se habla de que reponer cada deterioro como estaba, puede alargarse entre año y año y medio. Otra cosa muy distinta es que muchas de las reposiciones pendientes no podrán quedar como estaban, sencillamente porque estaban mal hechas. Ni siquiera se nos ofrece una previsión de tiempo si de lo que se trata es de estudiar qué es lo que hay que eliminar de lo dañado para futuras danas, de las que nadie duda en el futuro. Por simplificar, podemos decir sin temor a equivocarnos, que la cosa va para largo. Lo sustancial e inevitable son las 226 vidas que se llevó el agua y que pueden ser los asuntos sin resolver porque significan 226 familias heridas sin solución, que habrán de ser escuchadas hasta que todo su dolor y su rabia de aquel momento, vaya curando poco a poco y vayan aceptando que, por encima de todo, la vida sigue.



         Lo que produce más vergüenza es darnos cuenta de que parece que no ha pasado nada, que los servicios públicos que se destrozaron aquella noche no encuentran a nadie que responda por ellos y que reponer una carretera que desapareció del mapa, un puente, una vía férrea, el alumbrado, el agua potable…, a medida que se vayan resolviendo, nos vayan diciendo que las cosas, por costosas que sean, se pueden resolver a base de dinero y de tiempo y son las vidas perdidas las que ya no tienen solución porque significan huecos insalvables en las familias a las que pertenecían. El barro fue el protagonista de los primeros días. Hoy, poco a poco va siendo el recuerdo y se impone la ausencia de los desaparecidos y la lentitud de las soluciones individuales, hasta que el puzzle que quedó deshecho en unas horas, se vaya reponiendo, pieza a pieza.   



1 comentario:

  1. Buenos días Antonio, gracias por tu escrito, porque no debemos dejar de recordar el drama para que las administraciones cumplan con sus responsabilidades. Un abrazo

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