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domingo, 22 de diciembre de 2024

VALENCIA Y EL AZAR

 


         Su nombre es Jesús Manuel Ruiz pero se hace llamar el Papa de la Lotería y va acompañado de su hijo Sergio, vestido de monaguillo. Él lleva años acudiendo fiel a su cita con el sorteo del Gordo, y éste es su tercer año disfrazado de sumo pontífice. En estos momentos, junto con este papa de pacotilla, una serie de personas que han dormido a las puertas del salón en el que se encuentran los bombos de la lotería que no quieren perderse, esta mañana, el espectáculo de ver cómo se reparten casi 2000 millones de euros, por más que los dioses del azar certifiquen que la suerte caerá en Valencia. Cómo, si no, explicar que la zona afectada por la dana que el 29 de octubre, entre el rigor insólito de la lluvia y los errores de las autoridades, dieron pié a que una serie de pueblos del cinturón sur de Valencia, quedaran maltrechos y sus 500000 habitantes, algunos perdieran la vida, 226, y gran parte del resto, sus casas, sus negocios y vehículos, que fueron arrastrados por el agua de manera implacable. A pesar de tanta ruina, este año se ha vendido en la zona más lotería de la habitual, lo que indica que la confianza en el azar es tan alta, que todavía justifica un esfuerzo extra de inversión.



         Mientras mis palabras van tomando forma, o a lo largo de la mañana, la realidad terminará imponiéndose y demostrando, una vez más, que el azar tiene su propia lógica y es la que manda. Los premios terminarán favoreciendo a quien corresponda, sin otra lógica que la del pinto, pinto, gorgorito, como siempre, tanto si la suerte va para Valencia, poco  probable, como si no, que será lo más seguro. De cualquier modo no aprenderemos mucho y volveremos a confiar en el azar. Si no ha podido ser esta vez, que sea para la próxima, la del Niño, para Reyes. Así pasa el tiempo y mayoritariamente seguimos confiando en  el azar por encima o al margen de lo que una y otra vez demuestra la lógica. No niego que a mí también me tienta la idea de que esta vez la suerte pueda ser para Valencia, pero sé que no será verdad, ni siquiera aunque tocara allí. Son restos del pensamiento mágico que nos quedan, por más que la razón, una y mil veces nos diga otra cosa.



         Comprendo que la lógica es más humilde y más costosa. Requiere el esfuerzo de todos, mucho trabajo y tiempo. Aquí no hay magia ni confianza en que las cosas puedan ser como queremos, por arte de biribirloque. No. Lo que vale no es la magia, ni siquiera aunque en un momento dado, nos pueda beneficiar. A lo largo del día de hoyveremos botellas y botellas de cava derramadas en honor a la suerte que algunos han tenido porque, sin comerlo ni beberlo, la varita mágica del azar les ha tocado y pone en sus  manos un premio que no tenía por qué ser suyo, pero que puede hacerle pensar, sin ninguna lógica que lo avale, que lo merece más que otro. Los datos que conocemos sobre el destino que va a tener el dinero que ha llegado a las manos de cualquiera de manera fortuita lo indican estadísticamente. El 80% de esos premios azarosos habrán desaparecido por malas inversiones y sólo un mísero 20% se habrá invertido razonablemente y sus protagonistas habrán mejorado su vida y se podrá decir de ellos que el premio recibido habrá merecido la pena.



         Estas elementales lecciones que todos podríamos extraer del azar y sus consecuencias, debería ser suficiente para que aprendiéramos el valor de la lógica y del esfuerzo de cada día. Pero la realidad nos dice que cualquier cosa relacionada con el azar, juegos de tragaperras, casinos, loterías y similares, siguen creciendo y son de hecho un negocio millonario para los promotores y que crezcan de modo imparable las adicciones relacionadas con el juego. Las ludopatías deberían ser lecciones suficientes como para que huyéramos de sus compañías como alma que lleva el diablo. Lo único que puede salvar a todo lo relacionado con el juego es la alta cantidad de impuestos que terminan yendo para el erario público y se pueden convertir en servicios públicos de los que todos nos podemos beneficiar pero no creo que sea esta la razón por la que la gente juega.  



        

1 comentario:

  1. Es increíble la cantidad de gente que juega. La ludopatía es terrible para las familias, pierden todo.
    Un abrazo grande con mis mejores deseos para ti en esta Navidad y próximo año. Felicidades!

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