Este
fin de semana se están produciendo los congresos de Esquerra, en el campo
nacionalista y del Psoe dentro del ámbito estatal. Hablar de congresos es
referirse a una de las piezas básicas de la democracia. Se trata de que cada
cierto tiempo, los militantes de las distintas fuerzas políticas, a través de
sus delegados, elegidos por el conjunto de los militantes, se reúnan, discutan
los fundamentos ideológicos del partido que representan, y ratifiquen los
principios que consideren esenciales o modifiquen aquellos que estimen que han perdido vigencia o no se
adaptan a los tiempos que corren y necesitan retoques de mayor o menor calado.
En resumidas cuentas, se trata de que cada grupo de ciudadanos participe con
sus reflexiones y acuerdos correspondientes, para actualizar los fundamentos
ideológicos por los que el conjunto de los ciudadanos se ha de regir en los
momentos concretos que vivimos, Algo así como una puesta a punto de los
argumentos que van a regir la vida social en los próximos años a juicio de los
miembros de cada una de las fuerzas políticas que conforman la vida parlamentaria,
que se tiene que configurar en las elecciones correspondientes, cuando se
produzcan.
Los
objetivos de cada congreso, siempre van encaminados a sintetizar y definir lo
que opinan y fundamentan las diversidades ideológicas presentes en la sociedad
y cada una busca ocupar el mayor espacio posible para que el parlamento que
salga de las elecciones, cuando toquen, les permita obtener el mayor número de
parlamentarios que tendrán que sostener al gobierno que deberá liderar los
destinos del país correspondiente. En nuestro caso, España. Lograr aglutinar la
diversidad ideológica de un amplio grupo humano que pueda representar a la
totalidad de los ciudadanos que la forman o, al menos, a la mayoría más amplia
posible, significa que en el futuro parlamento que se configure tras las
elecciones, estén representadas la diversidad de líneas de pensamiento, a
grandes rasgos, que los distintos congresos hayan definido a través de los distintos
niveles de representación.
El
juego de las mayorías sociales que, en su momento deben optar a estar presentes
en el parlamento y optar a una parte del poder, bien en la posición de gobierno
si han logrado una mayoría absoluta de la mitad más uno de los representantes,
o en las labor de oposición si no se ha llegado a tanto. En este caso, la
misión es controlar la labor del gobierno, consolidar y extender su posición en
el tejido social y optar de nuevo a conseguir la mayoría de gobierno en las
siguientes elecciones que se celebren. De este modo, la función del congreso es
el primer paso para concentrar la diversidad ideológica social hasta lograr que
grandes grupos se concentren detrás de potentes fundamentos ideológicos. Bien
es cierto que esas concentraciones importantes significan verdaderos alardes de
síntesis que se han de materializar en los congresos, para evitar las
dispersiones peligrosas, que pueden llegar hasta las individualidades
ingobernables si no se logra la concentración de grandes ideas que puedan ser
compartidas por amplios grupos humanos.
Esta compleja estructura de organización necesita un importante esfuerzo de integración social para que los acuerdos que se obtengan de los congresos puedan ser representativos de las mayorías más amplias posibles. Ese difícil equilibro en que los fundamentos ideológicos básicos puedan ser reconocidos con suficiente claridad y logren que amplios sectores sociales se sientan incluidos dentro de las distintas fuerzas políticas presentes, garanticen que en la sociedad se encuentren diversas maneras de pensar y puedan elegir a qué grupo social se sienten más cercanos. Por la misma complejidad del procedimiento de convivencia que hemos esbozado se desprende que nadie puede pretender que sus ideas pueden estar incluidas por completo en ningún grupo definido, si bien debe disponer de motivaciones suficientes, dentro de la diversidad, para sentirse más cerca de cualquiera de ellas que le permita sentirse integrado en la estructura general.