Seguidores

domingo, 28 de julio de 2024

EQUIVOCARSE


         Con los últimos renglones del texto anterior recién plasmados, el desaliento en ascenso como demostración de que las cosas que pueden empeorar, efectivamente empeoran, la misma tarde del domingo pasado conocíamos la noticia de que Joe Biden se echaba a un lado y proponía a su segunda, Kamala Harris, para que tomara el relevo para enfrentarse a Donald Trump, ya nominado, en su lucha por ver quién gana le elección, a primeros de noviembre, como nuevo inquilino de la Casa Blanca. Recuerdo mi sardónica sonrisa y lo rápido que hube de cambiar de parecer porque toda la prensa que había inundado de publicidad con el rostro de Trump dura te toda la semana, a las pocas horas del cambio, el mismo domingo pasado, ya estaba cubierto con la imagen de Kamala Harris y, desde entonces hasta hoy, se nos ofrece que hay tiempo de sobra para subvertir los previsibles resultados. Hoy es pública y notoria y manifiesta alegría de la Harris y, al margen de lo que luego demuestre la realidad, lo cierto es que Kamala es la imagen de la justicia, mientras que su todopoderoso contrincante no es más que un delincuente convicto y confeso con más de 30 sentencias a sus espaldas y algunas más pendientes todavía.


         En honor a la verd


ad, mis previsiones no han cambiado hasta el momento, entre otras cosas porque la nominación demócrata está por dilucidar aun y se producirá en agosto. Kamala se presenta con el aval de Biden, que la propone, pero está por ver si el partido demócrata, en su conjunto la respalda. También digo que me alegro de haberme equivocado y de poder enfrentarme ante vosotros un poco más humilde que la semana pasada, consciente de que la realidad me ha torcido mis previsiones y que ahora sólo os doy cuenta de por dónde van los tiros hasta el momento, pero que no pienso extralimitarme  en las previsiones, cosa que me gustaría si me dejara ir, y voy a optar por asumir los aprendizajes de la semana anterior y, en todo caso, ir ofreciendo las consecuencias que se vayan ofreciendo a medida que vayan pasando los días y se vayan llenando de contenido.



         Sería capaz de ofreceros una lamentable imagen de mí  mismo porque, una vez más, haciendo alarde de mi característica imprudencia, he intentado mostraros el carro por delante de los bueyes y ofreceros una realidad desenfocada que probablemente es como yo la veía, pero que vosotros no tenéis ninguna culpa de que mi visión no alcance la precisión debida y os llegue con la desviación propia de quien se precipita en sus conclusiones y pretende que la realidad se confunda con sus deseos. Todos los días son buenos para aprender y no está mal reconocer que no conviene precipitarse en los juicios y que vale la pena reconocer los errores y ajustar un poco más el paso. Es más, el solo hecho de aceptar el error ya es el primer síntoma de que aprender es posible siempre y de que, por más que cueste, está bien alegrarse del reconocimiento de las precipitaciones en las que hallamos incurrido y acoplar el paso a la manifestación de los hechos y que sean ellos los que señalen nuestros criterios.



         Quiero quedarme aquí para que mi aportación sea de humildad y de equilibro. Con mucho gusto entraría en las guerras internas y externas que tendrían que ofrecernos paz, en vez de mantener nuestro ánimo con el alma en un hilo, aunque tengamos que asumir que nos estamos acostumbrando a que Gaza sea un cementerio de vivos que van muriendo poco a poco, que Ucrania busca como loca ucranianos para morir en su guerra contra Rusia y que Rusia, otra qué tal, como si los miles de muertos de cualquiera de los bandos, cada día importaran menos. Y ya de puertas adentro, aceptar como normal un clima de tensión permanente y angustiosa. Andar en perpetuos enfrentamientos, mirando sin ver lo que pasa sino justificando todo el rato los excesos en los que andamos metidos de oz y coz, como si tal cosa. Somos capaces hasta de alcanzar acuerdos, aunque no sean muchos, pero sin que apenas se note. Lo que importa es el ruido y en el ruido andamos.   



domingo, 21 de julio de 2024

FICCIONES


         En el comienzo del artículo anterior nos vimos obligados a incluir la secuencia del tiroteo de Pensilvania, en el que Donald Trump fue alcanzado en una oreja por un tirador de 20 años que, inexplicablemente, pudo instalarse en un tejado a unos 130 metros frente a él,  con un arma de repetición, y efectuar hasta ocho disparos durante 30 segundos, antes de ser abatido por los servicios de seguridad, instalados frente al agresor. Tan insólito pareció que el segundo disparo atravesara sólo la oreja del señor Trump, teniendo tan cerca toda su cabeza a disposición que, una amiga, votante demócrata, con la que hablé minutos después del atentado, me confesó con toda tranquilidad que aquello estaba preparado. Yo no supe qué responderle en aquel momento. Toda la secuencia posterior hemos podido seguirla por los noticiarios de todo el mundo y, con los datos aportados hasta el momento, resulta insólito que un muchacho de 20 años haya podido perpetrar semejante atentado en solitario, casi a la vista de todos, y consumar lo que pudo ser un magnicidio de alcance mundial, como si tal cosa.



         Esta semana pasada se ha producido la nominación del candidato del Partido Republicano. Se presentaban cuatro aspirantes, si no recuerdo mal, entre ellos Donald Trump. Después del atentado, todos dieron un paso atrás, dejando sólo a Trump, que si bien tenía casi todas las papeletas para salir nominado, cuando apareció ante los compromisarios con el apósito blanco en la oreja y su cara de haber salvado la vida por centímetros, su proclamación fue una especie de paseo triunfal frente a sus colegas, que no les faltó más que sacarle en hombros, a bombo y platillo, como nominado indiscutible, teóricamente por el partido republicano, pero en la realidad como el enviado de Dios, recién salvado de la muerte, que se presenta para salvar a América, como ha sido siempre su santo y seña, y al mundo, de manera impepinable. Nada que alegar sobre el resultado. Solo aclarar que este candidato todavía sigue pensando que las elecciones de hace cuatro años las ganó él y todos los poderes del estado se las robar


on.


         A esta excepcionalidad, que ha venido a fortalecer al recién nominado candidato republicano, se une la debilidad manifiesta de su oponente demócrata Joe Biden, que en el debate organizado por la CNN dejó manifiestamente claro ante el mundo entero, su incapacidad para responder con solvencia a los esfuerzos que precisa una dura campaña hasta noviembre que se celebrarán las elecciones a lo que, a todas luces, se presume una derrota anunciada del partido demócrata, por más que, con todo el respeto del mundo, sus compañeros y  amigos estén intentando convencer a Biden, que reconozca sus deficiencias manifiestas y dé un paso atrás para que sea Kamala Harris, su vicepresidenta, quien asuma el testigo de la candidatura demócrata para enfrentarse a Trump, si bien, a estas alturas, ya resulta poco menos que imposible igualar la potencia con que ha salido investido el candidato republicano.



         Como colofón de las desdichas, desde que quedó patente el sonoro fracaso de Biden en el debate de la CNN, parece que todo el mundo vio su manifiesta debilidad frente a su contrincante republicano menos él. Desde entonces no ha parado de recibir presiones de sus compañeros de partido para que abra los ojos y mire la realidad sin que, hasta el momento, su voluntad inquebrantable sea otra que la de que él manifieste que se siente capaz de ganar las elecciones de noviembre, mientras las encuestas, que nunca le habían sido muy favorables, día que pasa, no paran de certificar que sus posibilidades no hacen otra cosa que retroceder como si su enfrentamiento con Trump no fueran más que la historia de un fracaso anunciado. Uno no termina de explicarse cómo es posible que un previsible cataclismo del mundo entero, se vea venir de manera tan inexorable y no haya fuerza humana capaz de hacerle frente. Quizá tengamos que terminar asumiendo que merecemos lo que nos pasa y hacerle frente lo mejor que podamos.     



domingo, 14 de julio de 2024

DESENLACE


         No está directamente relacionado con nuestro tema de esta semana, más centrado en Europa, pero considero que tiene una relevancia general y debemos comentarlo. Hace unas horas, en un  mitin en Pensilvania, Donald Trump ha sido herido de bala en una oreja. Han muerto dos personas,  una de ellas, el agresor. Trump ha sido atendido por su servicio de seguridad y su herida no reviste gravedad. Creo que cualquier demócrata debe condenar estos procedimientos violentos para dirimir diferencias políticas, por profundas que sean. La democracia tiene sus reglas y, entre ellas no se encuentra la violencia en ningún caso. Joe Biden, su contrincante hasta el momento, por el partido demócrata, ya se ha apresurado en condenar el atentado y en reclamar juego limpio para defender cada candidato sus legítimas propuestas.



         Nuestro asunto, de todas formas estaba centrado en Francia que, el domingo pasado elegía en segunda vuelta un candidato para presidir el gobierno. Todas las encuestas daban una clara victoria a la candidata de la extrema derecha de Marie Le Pen, si bien en los últimos días no le garantizaban la mayoría absoluta, imprescindible para hacerse con el gobierno. El lunes pasado ya conocíamos que la realidad era que todas las fuerzas en liza habían subido significativamente en votos, pero era la izquierda la que había ganado y la fuerza de la señora Le Pen había quedado la tercera y sin opciones para gobernar. Parece que toda Europa respiró tranquila porque la posibilidad de que la ultraderecha hubiera conseguido el gobierno francés hubiera significado que toda Europa hubiera entrado en crisis porque uno de sus puntales, Francia,  hubiera cambiado significativamente con la ultraderecha en su gobierno y la incertidumbre que hubiera supuesto para el resto de los miembros de la Unión.



De todas formas, las espadas permanecen en alto porque la izquierda debe ofrecer un candidato o candidata que sea representativo de la fuerza ganadora, pero que pueda ser aceptable para el centro político, que también lo debe apoyar. El presidente Macron intenta retrasar el cambio de gobierno con la excusa de los inminentes juegos olímpicos, mientras la izquierda se pone de acuerdo para encontrar una candidatura satisfactoria. El resultado final es que Europa respira tranquila, por ahora, a pesar de que las fuerzas de ultraderecha siguen subiendo en votos.



         Mientras toda Europa se afana en contener el ascenso de la ultraderecha, en España hemos visto cómo Vox ha decidido sorprender a todo el mundo, sobre todo al PP, dejando de colaborar en el gobierno de cinco comunidades autónomas, con las que venía colaborando, y amenazando con eliminar su apoyo aen los 140 ayuntamientos con los que gobierna desde hace un año. El argumento que ha desencadenado la discrepancia ha sido el de ofrecer solidaridad al gobierno de Canarias para compartir la sobrecarga de inmigración  de menores no acompañados, menas, que sufre en este momento y la que se espera que llegue en el futuro próximo, Mientras la exigencia de Vox es la de que sean devueltos a sus países de origen y que nuestra armada se haga presente en las aguas internacionales para frenar a los cayucos que se encuentren en el camino y que se les impidan el acceso a nuestras costas.

         El movimiento de Vox se interpreta como un favor al PP, si bien ahora se encuentra  en minoría en las comunidades autónomas en las que gobernaba con Vox y la situación de los 140 ayuntamientos se queda como estaba, al menos por ahora, si bien la situación entre ambos partidos ha subido bastante de tensión. La novedad se percibe porque, hasta el momento, estas tensiones y discrepancias se han producido, sobre todo, en la izquierda mientras que, aunque la izquierda sigue sin ponerse de acuerdo, como siempre, ahora es la derecha la que tensiona la situación general, mientras termina de resolver sus contradicciones.



iones.    


domingo, 7 de julio de 2024

NEGLIGENCIAS Y OLVIDOS


         Dos acontecimientos suceden este fin de semana que atraen mi atención y que me dicen que no debo pasar por ellos sin pararme, mirarlos y echar mi mente a rodar, consciente de mis grandes limitaciones para ser capaz de aportar alguna reflexión que merezca la pena ser compartida, pero con la conciencia bastante clara de que si paso de largo, como si tal cosa, voy a tener sentir que estoy dejando ir una parte de la realidad que considero de alto valor y no me atrevo a meterle el diente. He dudado antes de entrar en este par de asuntos y, al final, he optado por entrar en ellos.



         Europa está mirando expectante la segunda vuelta de las elecciones francesas porque cabe la posibilidad de que la extrema derecha se convierta en la primera fuerza, cosa que ya pasó en la primera vuelta, y hasta de que alcance la mayoría absoluta, si la recomposición de las fuerzas de centro-izquierda reagrupadas en un solo bloque no consiguen ponerle freno y superarla. Seguramente, a estas alturas, no cabe hacer otra cosa. Pero reflexionar nunca es malo y hace años que estamos viendo cómo la extrema derecha se va imponiendo en  toda Europa, sobre todo en Francia, conocemos también los principales argumentos en los que se fundamenta, y vamos dejando pasar su capacidad de penetración, que no cesa, como si no fuera con nosotros. Solo en momentos como éste, en el que le vemos las orejas al lobo, nos revolvemos para parar el golpe, ya veremos si somos capaces de lograrlo, pero me temo que con muy pocas ganas de tomar el toro por los cuernos y entrar en los contenidos que nos han traído hasta aquí y darnos cuenta que, por este camino, si no pasa esta vez, pasará la siguiente porque la evolución está a la vista y no se arregla de la noche a la mañana.



         Ya, dentro de nuestra casa, ayer vimos cómo Madrid se llenaba por completo de banderas Arcoiris y de más de un millón de personas, y no es la primera vez, para reivindicar libertad para sus distintas formas de amarse porque sienten que, aunque la evolución social se va abriendo en distintas direcciones, respondiendo a las distintas realidades que se vienen manifestando, un acto como el de ayer nos dice que son muchos los que consideran que no se hace suficiente y que no vale dormirnos en los laureles como si los olvidos que la sociedad asume no pueden hacerse eternos y requieren respuestas en las costumbres ancestrales porque hay personas, muchas personas como ayer pudimos ver, una vez más, que se sienten sin espacio reconocido y que tienen los mismos derechos que cualquiera para disponer de un  lugar en este mundo que los respete, que los valore y que reserve paras ellos un espacio donde se sientan miembros de pleno derecho.

         Reconozco que este tema me tiene en mantillas porque, como cualquiera, soy hijo de mi historia y mi historia ha tenido muchas deficiencias que yo arrastro sin duda. Seguramente no soy solo y cada uno va arrastrando su mochila como puede. Quizá una actitud razonable puede ser la de arremangarnos todos un poquito, reconocer nuestras limitaciones y dedicarnos a aprender sobre quiénes somos y qué queremos porque situaciones como las que ayer se manifestaron en Madrid no tienen pinta de ser casuales y seguro que necesitan la colaboración de todos.   


  

         Por cierto que no vi por ningún sitio a ese par de reyezuelos, alcalde y presidenta, que parecen tres, y que debieron pensar, y con razón, que no iban a ser demasiado bien recibidos porque lo que ayer se manifestó en Madrid necesita un nivel de aprendizaje que no está al alcance de ninguno de ellos, demasiado enfangados en enseñar a unos y a otros como es y cómo tiene que ser cada cosa, como si no hubiera más realidad que la que ellos proclaman. Los manifestantes de ayer estaban huérfanos de la presencia de los poderes legales constituidos. Está claro que Madrid es bastante más Madrid que los poderes que lo representan, por más legales que sean.