Antes
de entrar de lleno en el tema de hoy,
quiero completar los tumultos de la
semana anterior añadiendo el de las rebajas,
a propuesta de uno de los comentarios recibidos, que agradezco de corazón. En
cierto modo, el hecho de decidir introducirse en los avatares de la vida,
significa que estrujas tu interior para trasmitir todo lo que llevas dentro,
pero sabiendo que todo ese bolo que
comunicas no se ha formado sólo por tu propio esfuerzo, sino que una buena
parte de su contenido lo has recogido de tu capacidad de ver lo que sucede a tu
alrededor. Una vez debidamente batido, lo que uno extrae de su interior y la
mezcla con todo lo que va recogiendo de lo que pasa fuera de sí mismo, es como
se justifica lo que termina aportando y comunica finalmente. Asumo, por tanto
las rebajas como uno de los tumultos que debió ser aludido
la semana anterior y cuya ausencia sólo me explico porque comenzaron el mismo
domingo en que se elaboró el texto y su repercusión estará vigente, como cada
año, hasta final de febrero. Su función, como siempre, no es beneficiar al
usuario, sino desalojar los almacenes para dar paso a la campaña de primavera,
que está a las puertas y que necesita todos los espacios disponibles.
Una
vez terminado el ciclo que cierra el año comercial, sin solución de continuidad
nos enfrentamos de nuevo a Sísifo, el dios preso de los ciclos de la vida, que
vuelve a cargar a sus espaldas la nueva piedra de lo desconocido y reinicia su
ascensión, sin otro sentido que llevar su contenido hasta la cima, a sabiendas
de que en cuanto finalice su escalada, la piedra eterna volverá a caer hasta el
fondo del abismo y esperará que el propio Sísifo la vuelva a echar a sus
espaldas para iniciar un nuevo ascenso. En ese empeño de sube y baja sin fin,
se va escribiendo la historia, en la que algunos ilusos intentamos interpretar
contenidos que se ajusten a nuestros miedos y a nuestras dudas, cuando lo que
acontece, en sentido estricto, no es otra cosa que un devenir repetitivo, al
que llamamos vida, que un día nos introdujo y que otro no sacará de la escena.
Como
nuestro aprendizaje no es muy elaborado, a las puertas se nos aparece el primer
boom universal que hemos dado en llamar
Carnaval, que como un irresistible impulso de energía, nos mueve a que inundemos
las calles bailando. Así podemos mirar a Río y aprender de su fuerza y su
imaginación para hacernos aparecer con su incansable samba, nuestra capacidad
de movernos nos confunde con la vida, una vez más. Cada grupo humano manifiesta
su nuevo impulso a su modo, según ha ido aprendiendo de su historia. Cómo
olvidar, estando en España, la particularidad y el brillo de Cádiz, emblema
nuestro por excelencia, sin pretender menospreciar a nadie. Seguramente es el Carnaval, el primer ciclo masivo del
año, el que antes de que finalice enero, nos hace mostrar esa fuerza inagotable
que tal vez deseamos y que no nos cansamos de exhibir a través del movimiento
callejero. Quizá sea, en nuestro espacio, la mejor forma de conjurar el frío,
que se nos mete en los huesos y que ese baile que no nos cansamos de mostrar mientras
nos disfrazamos de las figuras más cómicas e insólitas, como si nuestro poder
no tuviera límite.
Mientras contemplamos a Sísifo con su piedra a las espaldas iniciando la primera subida del año, bien cabe reflexionar sobre el sentido de la vida que solo se fundamente en ascender hasta el punto más alto de la más alta montaña, hasta que la piedra vuelva a rodar montaña abajo y allí espere a que el Sísifo incansable vuela a cargarla en sus hombros, para iniciar una nueva subida. A partir de esa realidad incontrovertible, cada uno somos muy quienes para asociar ese esfuerzo a un conjunto de creencias, que podemos llamar religiones y que no son otra cosa que intentos de encontrar un sentido a comportamientos que, si los miramos así, en frío, lo único que muestran, son maneras de asociar nuestros distintos momentos vitales a los momentos del año en los que la vida se define. A partir de ahí, que cada uno los llame como quiera.
Felicidades, Sabio amigo.
ResponderEliminarMuy acertado.
Feliz domingo.
Besos
Gracias por tus amables palabras. Me sigue encantando aprender. Te deseo salud. Un beso.
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