La
semana pasada, a propósito del día de la mujer, procurábamos dejar de
manifiesto que no es posible dar como bueno un mundo legislado y gobernado solo
por los hombres, solo la mitad de la población. La Historia es lo que nos ha
ofrecido hasta el momento por lo que nos queda por aprender es mucho y no
debemos perder tiempo promoviendo distracciones que nos dispersen de lo
esencial, que es encontrar la manera de integrar al conjunto de la población en
el gobierno de todos. Probablemente, decíamos, se trata del mayor reto que nos
depara el futuro y debemos concentrar las fuerzas en ese cometido para
rentabilizar de la mejor manera posible los conocimientos que hemos alcanzado y
ponerlos al servicio del principal objetivo que buscamos, que es la
participación de todos en el gobierno común. La empresa es ingente y requiere
la participación y el esfuerzo de todos, no sólo un día al año, sino todos los días del año.
Hoy
nos encontramos con una nueva posibilidad de dispersar los esfuerzos que necesitamos
que encuentren un blanco adecuado. Hoy es el Día del Padre y ya andamos a la
gresca sobre si se trata de centrar el objetivo en el padre o en ampliarlo al
conjunto de la familia puesto que estamos en un momento en que la familia puede
disponer de la figura del padre o tener, por ejemplo, dos madres u otros
componentes. Y aquí podemos iniciar nuevas discusiones que nos distraigan del
objetivo fundamental, que no es otro que el de concentrar los afectos en los
niños, que deben ser los principales receptores de los afectos de toda la
familia, tenga los miembros que quiera. Toda la constelación familiar en su
conjunto debe concentrar sus fuerzas para rentabilizar el resultado en el
objetivo más frágil, los pequeños, y conseguir que sean ellos los principales
receptores del conjunto de afectos. Discutir si galgos o podencos, no hacen más
que dispersar las posibilidades de diana, que es lo que importa.
Es
verdad que estos últimos años las familias se han ampliado, tanto en el número de miembros, como si sus miembros
son de un solo sexo o de varios. Lo que importa no es la complejidad de los
miembros familiares sino que la concentración afectiva se destine a los
miembros más frágiles del conjunto, que son en todos los casos los que más lo
necesitan. La constelación familiar puede albergar en su configuración
distintos formatos en los miembros que la configuran, pero esto no es
sustancial. Lo que importa es que los miembros más frágiles de la constelación
familiar sean los principales receptores del conjunto de posibilidades que
ofrece toda la constelación y se concentre en los miembros más frágiles del
conjunto.
Los últimos estudios especializados intentan abrir posibilidades sobre los distintos dibujos del conjunto. Hemos pasado de la estructura monolítica de padre, madre e hijos, a familias de un solo miembro, sea macho o hembra, de dos miembros, ambos macho y hembra, dos machos, dos hembras, abuelos u otros familiares que asumen las distintas responsabilidades que la familia necesita resolver y se integra de manera permanente en el conjunto y concentra sus fuerzas en un solo bloque para que las fuerzas del conjunto se destinen a fortalecer los flancos débiles y concentren en el núcleo el esfuerzo de cada uno de sus miembros, que es lo que importa. Hoy sabemos que cualquier núcleo puede ser discutible en su composición y que todos pueden ser válidos, dispongan de los miembros que dispongan, siempre y cuando la disposición de fuerzas con las que cuenten estén enfocadas en la dirección adecuada, en beneficio del conjunto.
Ahí estamos, en no perder nunca de vista lo importante. Un abrazo!
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