Hace
unos días se nos mostró la imagen del papa Francisco llorando a lágrima viva en
un momento que hizo referencia a Ucrania. Nunca me pareció tan grande este papa
que, desde su proclamación, ha dado reiteradas pruebas de humanidad. Lo hemos
visto en otras ocasiones abrazando al patriarca ruso Kiril y su abrazo tenía
sentido como propuesta de unidad de una iglesia que dice creer en el mismo Dios
pero que lleva más de mil años completamente dividida en oriental y occidental
y ambas proclamando ser los verdaderos representantes de Dios en la tierra. En
aquel momento se pretendía mostrar una cierta imagen de concordia, a mi juicio
digna de elogio. Los nueve meses del sangriento conflicto en Ucrania no podían
tolerar tanto silencio por parte de Roma ni de Francisco como su cabeza
visible. Mucho menos cuando el patriarca Kiril ha mostrado con su imagen y con
sus palabras, su apoyo incondicional a la causa de Putin como si Ucrania y los
ucranianos no fueran tan hijos del dios correspondiente, como cualquiera. Estoy
seguro que la iglesia oriental, a la que Kiril representa, dispone de millones
de seguidores en Ucrania y en todos los países de la antigua órbita soviética
que no entenderán su actitud.
No sé
de qué modo podrán asumir los ucranianos contemplar a su máxima autoridad
eclesiástica paseando de la mano de Putin y declarando reiteradamente
justificar la causa que defiende y, por tanto, la ruina de Ucrania y la masacre
de sus habitantes. El llanto desconsolado del papa Francisco tiene un alto
valor de humildad porque, dada la situación presente, ni procede abrazar la
actitud de Kiril y la defensa de la guerra, por más que se mantenga la
necesidad de unión de ambas iglesias, que tiene que seguir defendiendo, ni
mostrarse insensible ante semejante conflicto humano, lo que supondría
convertirse en cómplice de tanta ruina y de tanta muerte. Francisco tenía que
mostrar alguna señal en la que se viera su postura a los ojos del mundo y ha
escogido el dolor a través del llanto abierto y visible, como la imagen más
fiel de su actitud personal y de su impotencia.
En
este momento, he repetido reiteradamente en este blog, me siento muy lejos de
cualquier creencia religiosa que pretenda trascender cualquier idea de Dios
como ser supremo y, por tanto, de sus supuestos representantes en la tierra,
tanto si se llaman Francisco o Kiril, pero la imagen y las declaraciones del
patriarca ruso me ha recordado al papa Pío XII con sus silencios o con sus
complicidades encubiertas con los nazis en su momento o con el
reconocimiento como Cruzada de la
sublevación de los militares españoles contra el legítimo gobierno de la
República. Unas sinceras lágrimas de Pío XII en aquel momento, como las que le
hemos visto a Francisco, le hubieran hecho mostrar en aquel momento una
autoridad moral y una dimensión de humanidad que no mostró en ningún momento.
Hoy, la Historia ha dejado claro que Pío XII se mostró lejos del pueblo que
sufría atrocidades e injusticias en los largos años de conflicto, mientras el
papa Francisco, si bien su capacidad de intervención no es tan alta como
pudiera desear, se muestra como alguien que siente el conflicto en toda su
dimensión, sin tener por eso, que mostrar que una de las partes sean los buenos
y otra los malos.
Me consta que este papa tiene dentro de la propia iglesia una amplia contestación interna. Se comenta que en España una parte importante de la autoridad eclesiástica se podría estar coordinando una serie de acciones para socavar su autoridad con idea de alejarlo del papado. Tenemos, a lo largo de la historia, suficientes ejemplos de actitudes conniventes del poder eclesiástico con el poder civil. Desgraciadamente no tenemos tantos ejemplos de lo contrario. Aunque sólo fuera por eso, actitudes como la de Juan XXIII, con la proclamación del concilio Vaticano II y su amplia repercusión posterior, o como la de Francisco mostrando su profunda humanidad con un gesto tan universal como el llanto desconsolado, merecen un grandísimo respeto y acrecientan la credibilidad de la iglesia, que tantas pruebas nos ha dejado de lo contrario.
ENHORABUENA
ResponderEliminar