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domingo, 27 de noviembre de 2022

MAYORÍA

 


         Desde el comienzo de esta legislatura se vio claro la gran complejidad de su gobierno por la diversidad de fuerzas que habían obtenido representación parlamentaria. Veníamos de muchos años de bipartidismo durante los cuales, un puñado de personas alrededor de una mesa eran capaces de ponerse de acuerdo sobre cualquier asunto porque eran dos puntos de vista los que competían. No digo que siempre fuera fácil porque dependía de la gravedad de los asuntos en litigio, pero eran pocos los que tenían en  sus manos las vías de salida. A veces hasta dos personas, en un momento dado, tenían la solución en sus manos. De hecho, cuando se comprobó que podrían ser  más de 10 las opiniones que tendrían que ponerse de acuerdo para sacar adelante las leyes, no faltó quien se frotaba las manos ante una perspectiva nueva y muy compleja para gobernar. El partido socialista logró aglutinar una mayoría suficiente para que Pedro Sánchez fuera investido. Desde el primer día la oposición pareció convencida de que la legislatura estaba cogida con alfileres y podría venirse abajo en cualquier momento.



         No hace falta tener mucha memoria para recordar que los que, desde el principio hablaban de que la legislatura llegaría a su término, parecía que estaban contando un chiste. No había una sola sesión parlamentaria en la que la fragilidad que sustentaba al gobierno no fuera despreciada por la oposición a través de lo que pronto empezó a llamarse el ruído, que no era otra cosa que el desprecio sistemático de las propuestas gubernamentales. No era raro escuchar cómo se cuestionaba la legitimidad de un gobierno por la diversidad de apoyos que lo sustentaban. Llegó a llamársele Frankenstein con intención de ridiculizarlo, porque estaba construido a base de muchos trozos. Por primera vez se constituyó la mayoría inicial con dos fuerzas parlamentarias, gobierno de coalición, que, por sí solas, no dispondrían de votos suficientes para sacar leyes. No digo que las cámaras anteriores hubieran sido balsas de aceite, porque no sería verdad, pero la noción de ruído se consolidó en ésta y, desde entonces, hemos tenido ocasión de alcanzar niveles de escándalo que no se habían conocido.



         Estoy seguro que la complejidad legislativa puede haber sido mayor que cuando sólo eran dos fuerzas las que dominaban la mayoría del parlamento. Pero la realidad de la experiencia ha dado como resultado que la semana pasada se aprobó el tercer presupuesto general del estado, con lo que la presente legislatura dispone de suficiente soporte parlamentario para agotar su mandato y la mayoría que ha sustentado cada presupuesto ha sido más amplia a medida que avanzaba la legislatura. En honor a la verdad también hay que decir que lo que un día se llamó el ruído, como nueva manera de comportamiento parlamentario, no ha parado de subir. Parece que las fuerzas de oposición, a medida que han ido viendo que la legislatura avanzaba y que el gobierno se mantenía en el poder, su rabia subía y subía y éste es el día en el que no sabemos en qué punto está el límite de la crítica. El resultado no es muy edificante, la verdad,  pero del apoyo al gobierno, ese que parecía tan frágil al principio, hoy se ha asumido que puede terminar la legislatura en tiempo y forma.



         Hemos aprendido por el camino algunas cosas que convendría que no olvidáramos y hemos dejado de aprender algunas que deberíamos aprender cuanto antes porque estaría bien que nos fuéramos acostumbrando a reconocer la realidad cuando cada día la tenemos delante, nos guste o no nos guste. El gobierno que se sustenta en una mayoría parlamentaria, eso que hemos dado en llamar democracia, es el mejor que conocemos hasta el momento y, sin ser perfecto porque estoy cada día más seguro que la perfección no existe, se fundamenta en que sean la mayor parte de los ciudadanos los que apoyen, a través de los representantes elegidos, las normas de gobierno por las que debemos regirnos y cada cuatro años tenemos la posibilidad de renovar la confianza en unas nuevas elecciones, o cambiar de mayoría si no estamos de acuerdo con la que estaba gobernando.



1 comentario:

  1. Muy bien, Antonio.
    Coincido contigo en esta reflexión sobre nuestra realidad política.
    Y con Tchaikovsky de fondo, mucha paz al leer.
    Felicidades.
    Buenas noches de domingo y feliz comienzo de semana.

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