Ya hemos comprobado que la variante ómicron, que es la que en este momento nos domina, tiene una fuerte capacidad infecciosa y menos gravedad para los casos extremos o los fallecimientos. Esta sexta ola nos ha llevado a superar los 3000 de media, si bien en el nordeste hemos superado los 5000, cifra completamente insólita en las primeras olas. Sin embargo los casos graves y los fallecimientos, con ser siempre dramáticos, no han alcanzado las terroríficas cifras del principio en el que las UCIs llegaron a encontrarse abarrotadas y los fallecimientos rozaron por momentos los 1000 diarios. Cuando hablamos de desgracias de este calibre, mencionar números resulta un poco indecoroso porque sabemos que cada persona es un mundo y su caso implica a toda una familia a la que le van a importar poco los números globales y muchísimo su drama personal. Pero es inevitable alejarse de los dramas personales en algún momento para asumir una incierta idea de las proporciones en el conjunto del tiempo y del espacio.
De los
3000 a los que nos llevó esta sexta ola,
acariciamos ahora los 500 y seguimos bajando. Esta cantidad hubiera sido muy
importante con el nivel de fallecimientos del principio, alrededor del 2´7%,
mientras que ahora no superan el 0´5%. Ya sé que no nos consuela la mejor
situación actual pero nadie puede negar que la diferencia en favor de la
actualidad es notoria. Las causas son principalmente dos: el alto nivel de
vacunaciones que hemos alcanzado, que nos sitúa a la cabeza del mundo por
encima del 90% y el altísimo grado de contagios que, una vez superados por la
menor gravedad actual, hace que quienes superan la infección terminen
inmunizados. De este modo, a pesar de que no es imposible la reinfección en
algunos casos, lo cierto es que cada vez disponemos de mayores y mejores armas
contra el virus. Si a esta situación añadimos que los expertos plantean que
esta pudiera ser la última ola, siempre que no aparezca una nueva variable, que
hoy se ve improbable, podemos aventurar con todas las precauciones, que podemos
estar tocando la cola de este bicho que va a hacer dos años que nos cambió la
vida.
Según
datos de la ONU, alrededor de 10 millones de personas podrían haber sido las
víctimas que se hubiera llevado el virus hasta el momento. La gripe española de
1918 se llevó unos 50 millones, lo que nos puede dar idea de la gravedad de una
y de otra. A pesar de las significativas desproporciones de vacunas entre unos
países y otros, dependiendo de las condiciones económicas de cada uno y
asumiendo que en este momento ya hay algún medicamento que resulta eficaz para
los casos más graves, podemos colegir que las condiciones actuales no son
comparables en los dos casos. Insistimos una vez más que quien ha resultado
infectado gravemente en cualquiera de los dos momentos no puede hacerse idea de
proporciones. Sobre todo si ha terminado falleciendo. Pero este dramatismo
particular ha sucedido siempre y también sería injusto valorar la totalidad del
drama colectivo si solo lo miramos caso a caso.
No sé
cuánto nos queda para superar esta plaga y ojalá, como parece, estemos
caminando ya sobre la cola del bicho. Lo que sí tenemos que tener claro es que
las cosas no volverán a ser como las conocimos antes del covit
19. Casi dos años con unas costumbres que no conocíamos como parámetros
habituales de comportamiento: ausencia de abrazos y de besos, saludos con los
codos. Distancias de seguridad superiores a un metro cuando nuestros comportamientos
estaban rodeados de roces afectivos que hoy empezamos a ver extraños cuando ha
sido siempre una seña de nuestra identidad en muchos países, entre ellos el
nuestro, la permanente presencia de las mascarillas que tanto daño nos ha
supuesto frente a aquel dicho de que la cara es el espejo del alma cuando
hemos tenido que vivir con la cara oculta como si nos estuviéramos escondiendo
unos de otros. Miles de pequeños detalles que nos han cambiado la vida y que
nos harán sentirnos distintos si, como parece, este virus termina siendo una
gripe más en adelante.
Muy bueno, amigo querido.
ResponderEliminarPor desgracia, mi madre, desde antes de ayer forma parte del porcentaje de fallecidos por Covid19. Fue terrible.
Ya descansa. La enterramos ayer.
Otro buen artículo.
Felicidades.
Besos