Parecería
yo de otro mundo si no hiciera referencia al 20 aniversario del acto terrorista
más grande de la historia como fue el día que EEUU sufrió un ataque del
terrorismo islámico y que costó 3000 vidas inocentes. Se nos cuenta que ese día
cambió el mundo. Puede que sea cierto, si descontamos las cientos de miles de
madres indias, que fueron esterilizadas para evitar que pudieran reproducirse,
por poner un ejemplo de los muchos que podría. Lo de las torres gemelas fue un
drama inmenso que no quiero relativizar de ninguna manera. Lo único que digo es que no fue el
único y que hablamos de él porque fue contra el imperio. Una vez pagado mi
sincero tributo al dramático recuerdo de aquel drama, que muchos vivimos en
directo y con la boca abierta de la incredulidad, este domingo yo quería y
quiero dejar una impronta positiva sobre la pandemia que tenemos entre manos,
que no terminamos de quitarnos de encima. Hemos bajado ya hasta 130 de
incidencia acumulada, que significa un nivel medio de peligro…, y seguimos bajando.
Sin
duda hay motivos para la esperanza. Pero no podemos olvidar que estamos ya en
la quinta ola, lo que quiere decir que llueve sobre mojado. Varias veces,
cuatro concretamente antes que esta, ya hemos vivido algo parecido, incluso sin
el parapeto de las vacunas, que no es moco de pavo. Si el resultado de las
veces anteriores nos sirve para algo, pocos motivos para la esperanza, porque
no hemos sabido leer las situaciones anteriores. Una y otra vez hemos vuelto a
las andadas del riesgo irresponsable y las curvas de infección han vuelto a
subir como si nada. Es cierto que ya disponemos del 75% de personas vacunadas
con pauta completa, lo que quiere decir que las posibles infecciones a las que
nos arriesgamos son de mucha menor gravedad, lo que no es poco. También se
podría insistir en los beneficios de un rastreo adecuado de las infecciones,
que no hemos visto por falta de voluntad política y de inversión en personal.
No sabemos mucho, pero nuestras deficiencias sí que vamos sabiéndolas.
Lo que
tendríamos que hacer sería mantener las defensas y esperar que la curva bajara
por debajo de los 50 de incidencia acumulada, para lo que ya no queda tanto.
Eso lo hemos necesitado lo mismo en las olas anteriores pero la angustia, el
cansancio o la irresponsabilidad nos han empujado de nuevo a volver a las andadas. También hay quien
afirma que volveremos a nuevas olas, pero que con las armas que ya tenemos a
disposición, sobre todo las vacunas, la gravedad que se nos venga encima de
nuevo no tendrá nada que ver con lo que hemos conocido hasta ahora. Parece un
poco triste decirlo pero lo que se nos dice es que vamos a mejorar a pesar de
nosotros y de nuestro empeño en no permitir que las infecciones bajen hasta
alcanzar cotas de seguridad aceptables y que podamos manejar.
Queda,
de todas formas, la gran incógnita del mundo, que ha de resolverse de manera
global para lograr inmunidad para todos, para lo que andamos muy lejos todavía.
Una vez más…, resulta que todos no somos iguales y mientras nosotros estamos a
punto de alcanzar la inmunidad total, hasta con la tercera dosis para los
colectivos más vulnerables, otros se encuentra poco menos que a verlas venir,
bien por falta de fondos, por su propia corrupción interna, de la que ninguno
estamos libres, o por cualquier otra razón. Lo que no podemos olvidar es que
estas enormes diferencias nos hacen vulnerables a todos. Hay países, como EEUU,
por ejemplo, que, disponiendo de todos los fondos que necesitan, se encuentran
con un grave problema de mentalidad, porque casi el 40% de su población no
confía en las vacunas y está luchando a brazo partido por convencer a la gente
para que se vacune. Estamos, por tanto, de muchas maneras de entender y
combatir lo que tenemos encima. Esto no hace más que complicar la dificultad,
ya de por sí, importante, de salir de la pandemia. Pero la esperanza está a la
vista para quién confíe en la ciencia, por ejemplo.
Maravilloso, Antonio.
ResponderEliminarConceptual y completo...
Pero en menos de un mes, nos caerá encima la sexta ola. Por desgracia.
Y una vacuna definitiva con un 100% de protección, no la tendremos y con suerte, hasta finales del 2022. Eso, para los afortunados. Para el resto del planeta Tierra, no quiero ni pensarlo. Volveremos a nuevos hábitos. Algunos, se quedarán y para bien. Y lo normalizar emos por hacerse costumbre.
Nunca será como antes. Espero y ruego que sea para mejor.No deseo chafarte chafarte la esperanza.
Besos, amigo.
Felicidades