Con
muchas contradicciones, con dudas, con errores manifiestos y con algún acierto
que otro, que de todo ha habido, nos encontramos en este momento con más del
75% de la población vacunada con pauta completa y se ha iniciado la tercera
dosis para las personas más delicadas de salud y para los mayores de las
residencias. Creo que cuando el presidente prometió que antes de que terminara
el verano estaría vacunado el 70% de la población, más de uno y más de dos, yo
entre ellos, lo dudamos vivamente. Vamos, que no lo creímos. Se ha cumplido y
me alegro. Ahora hemos visto que hay que seguir vacunando porque la capacidad
de infección del virus es superior a la prevista con la variante delta con la que mutó hace ya meses.
Esto ha supuesto que vamos a vacunar a todo el que sea posible mayor de 12
años. Se estima que podemos llegar hasta el 85% de la población. Jugamos con la
ventaja que en España, el nivel de los negacionistas es muy bajo. Otros países,
EEUU por ejemplo, tienen casi un 40% de enemigos de la vacuna, lo que les
supone un grave problema para alcanzar la inmunidad de grupo.
La
prensa no para de mostrarnos grupos de jóvenes que desobedecen las normas de
precaución, sobre todo los fines de semana con los botellones, una vez que los
horarios de cierre establecidos se han cumplido. Da la sensación de que las
normas no se cumplen. No es mentira que determinados grupos, jóvenes y no tan
jóvenes, se saltas las normas y actúan como si lo que se dice no fuera con
ellos, con estas normas y con cualquiera otras. Eso pasa casi siempre. Y son
los que suelen salir en la prensa, ofreciendo una imagen distorsionada de la
realidad. Comprendo que no es muy noticioso sacar imágenes de gente que cumple y
que está en su domicilio a la hora prevista, pero, aunque no lo parezca porque
no se ve tanto, somos la amplia mayoría. Por eso y por la aportación de las
vacunaciones, que se están cumpliendo a pesar de los pesares, esta es la hora
en que la incidencia acumulada baja por debajo de los 100, cosa que no pasaba
desde hace bastantes meses.
Entramos
de nuevo en el proceso de desescalada, que ya vivimos hace más de un año, y que
dio pie a una fuerte remontada de las infecciones porque no disponíamos
entonces de ningún soporte de protección. Nos pudo el virus claramente. No sé
si en este momento nos estamos precipitando también pero es verdad que ese 75%
de vacunados que ya somos, y subiendo, significamos un importante escudo que
nos diferencia de las condiciones de la anterior desescalada. Como no soy
experto en salud pública, no sé si suficiente, ojalá que sí, pero es verdad que
las condiciones de ahora son mucho más favorables que las del año pasado. Lo
cierto es que la gente está muy agotada de tanta pandemia, de tantas
restricciones y de tanto tiempo esperando poder vislumbrar el modo de vida que
abandonamos hace año y medio y que se nota que deseamos como el comer. Espero y
deseo que esta vez no nos volvamos tan locos como entonces y seamos capaces de
ir tomando espacios de libertad con la prudencia necesaria para evitar
retrocesos desesperantes como entonces.
Aunque la incidencia actual permita ir pensando en una desescalada prudente, no es menos cierto que tanto la otra vez como ahora, se recomienda una fuerte inversión en rastreadores para que no se escape ninguna persona infectada sin controlar, que fue lo que la vez anterior terminó por desmadrar los infectados. Aquí chocamos, como siempre con la ideología de los gobernantes de cada comunidad autónoma, que no siempre consideran con la misma importancia seguir el rastro de los infectados para no permitir que se extienda de nuevo la infección, incluso aunque ahora sea menos grave que la otra por efecto de las vacunas. Si negamos la posibilidad de cierta esperanza por el futuro inmediato es que somos unos desagradecidos con la vida. No seré yo quien niegue que asoma a la vista un foco de luz, por fin, al final del largo túnel de esta pandemia.
Así es.
ResponderEliminarFelicidades, amigo querido.
No perdamos la esperanza.
Besos