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domingo, 8 de diciembre de 2019

PLANETA



         Lo hemos tenido en casa esta semana. Desde hace unos treinta años ya se viene avisando que este planeta está en peligro, que nos habíamos tomado tan a pecho que somos los amos del mundo que podía llegar el momento en que la capacidad del planeta se viera desbordada por la acción del ser humano y nos viéramos abocados al desastre puro y duro. Que todavía estábamos a tiempo pero que teníamos que ir tomando medidas contra la contaminación desbocada. Se está pasando el tiempo y me temo que los cambios de vida imprescindibles para el sostenimiento de la vida se van alargando entre las tímidas medidas por una parte y la arrogancia de unos pocos poderosos que se empeñan en que aquí no pasa nada y que los científicos y los pusilánimes no hacen más que dramatizar una situación que no llega a tanto. Lo cierto es que el tiempo pasa y nos vamos acercando irresponsablemente al punto de no retorno a base de argumentos engañosos y sin tocar nuestro cómodo nivel de vida que  nos permite no entender que el mundo nunca fue nuestro y que solo somos una parte del conjunto y tenemos deberes ineludibles que nos empiezan a agobiar.

         Cuando hace unos años vivimos el tsunami del sudeste asiático, que en un rato dejó un reguero de miles de muertos, comprobamos el poder de las fuerzas de la tierra y la pequeñez y fragilidad del ser humano. Las señales no han parado y todas nos hablan de que nos estamos pasando y mucho, suponiendo que estamos en la cumbre del poder cuando nunca fue cierto y cada vez lo es menos, de modo que si no nos planteamos un cambio de vida radical, más pronto que tarde nos vamos a ver abocados a entender la realidad a base de experiencias cada día más dramáticas y más fuera de nuestro alcance. Madrid ha sido el último encuentro mundial para reflexionar sobre los cambios que cada día son más urgentes porque las posibilidades de supervivencia se acortan por momentos en la medida en que escuchamos con sordina las señales que cada día nos llegan con más nitidez. La primera es que los países más contaminantes, EEUU a la cabeza, se empeñan en negar el dramatismo de la situación y no hay modo pacífico de que entiendan que tienen una serie de obligaciones para con el conjunto proporcional al poder que ejercen de manera irresponsable.

         Originalmente el asunto es muy simple. A cada persona nos debe corresponder la misma medida de poder por el hecho de haber nacido. Pero esto es algo que nunca ha sido verdad y que los imperios que en el mundo han sido: Egipto, Roma, España, EEUU, o los que puedan venir en el futuro, han creído que ellos eran más que nadie y que su fuerza era la verdad, sencillamente porque lo decían ellos. Así hemos llegado hasta aquí, con el mismo nivel de sordera del que a lo largo de los siglos hemos hecho gala. Es una forma de vivir basada en la ley del más fuerte y es la misma que rige todavía hoy. Parece que nuestro destino inexorable es el abismo y que no hay forma de eludirlo desde el momento es que el que lleva la voz cantante no es capaz de darse cuenta de que su poder no debe ejercerlo en su beneficio sino en el del conjunto, lo cual sería completamente nuevo en la historia porque no tenemos ejemplos en contrario. Los tenemos y muchos por parte de los sufridores pero en ningún caso por parte de los hegemónicos.

         No sé si suena a pesimista mi discurso. Lo que pretende ser es lúcido y que nos sirva para entender que el poder, tanto político como personal como del tipo que sea, no puede destinarse a gozar de privilegios sino a cargarnos de responsabilidad y a aportar salidas dignas para el conjunto de seres que nos rodean. Esto ha debido ser así desde el principio de los tiempos pero la realidad es tozuda y nos dice reiteradamente que no ha sido así y que los más fuertes han puesto las leyes que les han convenido en cada momento y que lo siguen haciendo hoy. En Madrid se han acordado medidas sensatas de control del derroche y de buenas intenciones para el futuro de la vida. El problema es quién le hace entender a los poderosos depredadores que se encuentran en la cima del poder que ellos deben ser los que marquen el camino y servir de espejo donde el conjunto nos miremos.


4 comentarios:

  1. Un placer pasar por aquí y comprobar que sigues compartiendo palabras.

    Un abrazo.

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    1. Me gusta tu apreciación porque responde a la verdad. Esa es exactamente mi pretensión y me encantaría compartirlas con personas como tú. Un beso

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  2. Me alegro que después del descanso forzado vuelvas a la "rutina" semanal.

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  3. Ya ves, querido amigo, que la necesidad de expresarme es superior a las contingencias de la vida. Te agradezco tus palabras y te manido un abrazo

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