Tantas
veces me hubiera gustado no tener que hablar del primer tramo educativo y he
tenido que hacerlo que una más creo que se va a notar poco. Esta semana he
visto dos temas relacionados con este asunto en la prensa nacional. Uno en el
que se dice que en la Comunidad de Madrid 40.000 pequeños van a disponer de
plaza gratuita en este curso que empieza. Nosotros en Granada nunca tuvimos las
plazas gratuitas sino que las familias pagan en función de los ingresos
aplicando un baremo proporcional. Mentiría si dijera que lo considero, pero es
verdad que viene funcionando con un nivel de consenso muy aceptable lo que, después
de 40 años, no me parece poco. No creo que nadie piense que ha sido la actual
administración de la Comunidad de Madrid la que ha implantado la medida pero,
por si alguien lo piensa ya le digo yo que no, que ojalá, porque debería ser un
asunto unánime el que los pequeños puedan gozar de un puesto escolar público
desde que nacen pero la realidad está todavía bastante lejos de ser así. Espero que la medida se mantenga y
no le pase como al MADRID CENTRAL.
El
segundo artículo tiene más que ver con las verdaderas raíces de la
discriminación de este sector educativo y se llama dinero. Desde que se acordó
la separación de la primera infancia en dos sectores en 0 a 3 y 3 a 6,
precisamente con una administración del Partido Socialista, supimos que tenía
un carácter económico. La medida determinante consistió en ofrecer para sus
profesionales un módulo de Formación Profesional y prescindir de la Diplomatura
de Magisterio. Me consta que la preparación del módulo ofrece unos contenido
muy correctos y, si llega el caso, más cercanos a lo que después significa el
ejercicio profesional de modo que la preparación podría aceptarse si en vez de
dejarla tal como está se le añadiera un complemento universitario que la
homologara con el resto. Pero es que ahí es donde estaba y sigue estando el
nudo gordiano. Se trata de ofrecer una titulación más llevadera para, a renglón
seguido, reflejarlo en el sueldo y hacer que del grupo dos que se corresponde
con todos los maestros, sean del grupo tres como auxiliares.
Este
segundo artículo me parece de más calado porque pone el dedo en la llaga de la
discriminación que sufren los profesionales que atienden a los de 0 a 3 años.
Precisamente al momento de la vida en el que se juega al menos el 50% de las
capacidades de una persona ponemos a unos profesionales cuya responsabilidad
está más dirigida a criterios sociales y sanitarios que pedagógicos. El
trabajo, por tanto, se centra más en que los pequeños estén limpios y su salud
a punto que en desarrollar con ellos todo un programa educativo enfocado a sus
capacidades motoras y de conocimiento. Como conozco modestamente el sector me
consta que muchas personas que desarrollan su trabajo en él se preocupan por su
preparación, de modo que el resultado es mucho mejor del que cabría esperar si
atendemos sólo a lo que se espera de ellos, pero el veneno de la discriminación
ya se inoculó en su principio y, hagan lo que hagan están marcados por el sello
de ayudantes y cualquiera puede verlos en los centros deambulando de un grupo a
otro a la espera de que cualquier maestro o maestra los reclame para cambiarle
los pañales a quien lo necesite porque todo un titulado de Magisterio parece
que no se puede manchar las manos.
Sé que
es muy cruel decirlo y me duele en el alma, pero es que es la verdad. La
secuencia termina cuando a fin de mes llegan las nóminas y los de FP se
encuentran con que no llegan a 1000 euros mientras que sus compañeros, que
tampoco pueden tirar cohetes se distancian alrededor de 500 euros por encima de
ellos cuando el trabajo en la realidad es muy parecido. Tendría que darnos
vergüenza, en el caso de que la tuviéramos, que precisamente el sector
educativo más importante, que es el de los primeros tres años de la vida, en
vez de disponer de una dotación económica y profesional a su altura, se haya
convertido en el hermano pequeño de la educación y disponga de la titulación
académica más baja como si para los más pequeños cualquier preparación fuera
suficiente: ¡Total, quién se va a
enterar si ellos apenas hablan!.
Sé como tú que esa es la gran realidad del sector de la educación infantil; pero sabes como yo que el mantenimiento de nuestro empeño de una escuela 0-6 supone que, aunque yo ahora sea tutor del grupo de 1-2, cobro lo mismo que cuando hace dos años era el tutor de 5-6 (con las diferencias que haya habido en el convenio, claro,; que aunque poco, sube).
ResponderEliminarA veces, amigo Manuel, tiene uno la sensación de ser una gota de agua en el desierto, pero por coherencia no debemos dejar de denunciar lo que consideremos que se debe mejorar. La vida de algunos se fundamenta en eso. Un abrazo, amigo.
EliminarVerdades como templos. Pero que seguirán sin "ir a misa", como de costumbre
ResponderEliminarSé que es verdad, amiga, pero algunos no vamos a parar de denunciarlo. Un beso
EliminarAntonio, como acaban de iniciar dos nietos (3 años justitos) la escolarización, estoy al corriente de lo que pasa con ellos en un colegio de Granada. Cuando se hacen caca o pipí, porque son todavía pequeños y no controlan del todo; o vomitan o cualquier otra incidencia no "decente" se limitan a llamar a alguno de los familiares que figura en la tarjeta que el niño lleva colgada al cuello para que acuda a solventar el "desaguisado", porque ellos no "están para eso". Figúrate al padre o madre dejando el trabajo porque el nene se ha hecho caca y tiene que limpiarlo.
ResponderEliminarSé que es frecuente y me parece vergonzoso. Creo que había que denunciarlo. Un beso
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