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domingo, 15 de septiembre de 2019

DESGARRO


         Habitualmente procuro decidir el tema a tratar cada semana cuando estoy sentado frente a la pantalla porque quiero que cualquier incidencia que traiga la actualidad se cuele por derecho propio en este tema sin fin que vengo teniendo con vosotros desde hace estos días nueve años. Ayer me dio la excusa una entrevista a una madre que hace 15 perdió a un hijo con cinco años de un tumor cerebral. No sé si existe un desgarro mayor en este mundo que perder a un hijo. Vaya, por tanto, mi máximo respeto y toda mi solidaridad a esa madree y a toda la familia. Lo que pasa es que hablaba en la tele y la veía y escuchaba mucha gente, entre ellos yo y desde el más profundo respeto personal ante su drama, contaba que el primer día que tuvo que entrar a la UCI para ver a su hijo operado de la cabeza, se sentó en la puerta y pasaban otros miembros de la familia pero ella no era capaz. Desde el punto de vista personal…, cómo no comprender y compartir semejante dolor. Pero la señora dijo que se puso a rezar el rosario y parece que la oración le dio fuerzas para asumir su drama y eso merece ser discutido.

         Me acordé de la película CAMINO y de aquella niña muriéndose en su cama de una leucemia, una vez agotadas todas las posibilidades quirúrgicas. Su familia delante de ella, impotente ante su drama y aquel sacerdote arrogante, exhortando a todos para que se alegraran porque su hija estaba a punto de viajar al cielo y gozar de Dios para siempre. Los familiares sonreían de manera forzada  mientras las lágrimas de dolor brotaban sin parar. Otros desgarros parecidos como los cadáveres que escupe el mar y nos los deja en la playa para vergüenza del mundo o esos que ni siquiera vemos porque la guerra nos los ha deshecho y sus familiares no pueden tener el derecho a un velatorio y un entierro dignos. Estos desgarros de seres indefensos comprendo que nos sensibilicen de manera especial porque no somos de piedra. Todo el respeto personal, repito, pero el mensaje de que los rezos de una religión concreta como medicinas eficaces cuando la ciencia se muestra incapaz me parece un poco indecente, la verdad.

         Durante muchos años he militado en las filas de la religión católica y no me arrepiento de ello porque en aquel tiempo actué con toda la sinceridad de la que era capaz. Hoy no milito en ninguna religión con la misma sinceridad que entonces y no acepto más Dios que las personas que viven a mi alrededor y el mundo que nos acoge a todos porque entiendo que el único Dios posible es el tiempo que nos dio la vida y que nos la quitará cualquier día porque somos tiempo como todo lo que vive. Tengo un hijo y dos hijas y no me he visto en la tesitura, hasta el momento, de tener que despedir a alguno de ellos antes de que yo desaparezca de este mundo. Pero desde el respeto a las creencias de cualquier persona no puedo aceptar que el rezo de cualquier oración se convierta en el talismán que te haga soportar el dolor por la pérdida. Respeto absolutamente si a esa madre o a la familia que aparece en la película les servía para interiorizar el drama que tenían entre manos pero no me parece honesto dejar ese mensaje colgando para todo el que vea y escuche en ese momento.

         Insisto una y mil veces en mi respeto personal a las personas afectadas. Mi máxima cercanía en momentos tan trágicos pero los duelos no son de una confesión concreta. Son universales y cada religión o cada cultura tiene sus mecanismos, que pone en práctica cuando se enfrenta a fenómenos de difícil interiorización por procedimientos ordinarios. El dolor ha existido siempre y hoy no está resuelto ni creo que se resuelva nunca porque significa un desgarro íntimo que nuestra razón no puede comprender en el momento que se produce. Es el tiempo y la reflexión la que va encajando dentro de nuestras vidas estas vivencias que en un momento dado nos marcan de manera insoportable hasta que terminamos aprendiendo a vivir con todas las experiencias que vamos acumulando. No hay religión ni Dios que valga para resolver semejante dolor en el momento en que se produce. Es la vida, de la que todos formamos parte pero que es más grande que todos, la que termina integrando todo lo que nos acontece como si todo el vivir fuera un campo del que tiene que brotar el mañana.  

2 comentarios:

  1. Yo, desde el agnosticismo, acepto el asidero de las creencias religiosas para algunas personas, es más, creo que si la viven con sinceridad, nos llevan alguna ventaja para darle sentido a los primeros momentos del dolor profundo. También es cierto y lo comparto contigo que no se puede difundir como verdad absoluta en medios públicos que la creencia puede ser una solución para el dolor de forma universal, porque parece que se quiere volver a diferenciar los que poseen "presuntamente" la verdad de los demás.
    Saludos.

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  2. Es exactamente lo que yo pretendía poner de relieve. Todo mi respeto a cualquier creencia como yo exijo el mismo respeto a mi agnosticismo, pero que cada uno responda ante sí mismo de sus creencias y no por eso haya que ponerle a nadie altavoces para que nadie venda sus creencias para intentar convencer a l,os demás. Agradecido, amigo.

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