Habitualmente
procuro decidir el tema a tratar cada semana cuando estoy sentado frente a la
pantalla porque quiero que cualquier incidencia que traiga la actualidad se
cuele por derecho propio en este tema sin fin que vengo teniendo con vosotros
desde hace estos días nueve años. Ayer me dio la excusa una entrevista a una
madre que hace 15 perdió a un hijo con cinco años de un tumor cerebral. No sé
si existe un desgarro mayor en este mundo que perder a un hijo. Vaya, por
tanto, mi máximo respeto y toda mi solidaridad a esa madree y a toda la
familia. Lo que pasa es que hablaba en la tele y la veía y escuchaba mucha
gente, entre ellos yo y desde el más profundo respeto personal ante su drama,
contaba que el primer día que tuvo que entrar a la UCI para ver a su hijo
operado de la cabeza, se sentó en la puerta y pasaban otros miembros de la
familia pero ella no era capaz. Desde el punto de vista personal…, cómo no
comprender y compartir semejante dolor. Pero la señora dijo que se puso a rezar
el rosario y parece que la oración le dio fuerzas para asumir su drama y eso
merece ser discutido.
Me
acordé de la película CAMINO y de aquella niña muriéndose en su cama de una
leucemia, una vez agotadas todas las posibilidades quirúrgicas. Su familia
delante de ella, impotente ante su drama y aquel sacerdote arrogante,
exhortando a todos para que se alegraran porque su hija estaba a punto de
viajar al cielo y gozar de Dios para siempre. Los familiares sonreían de manera
forzada mientras las lágrimas de dolor
brotaban sin parar. Otros desgarros parecidos como los cadáveres que escupe el
mar y nos los deja en la playa para vergüenza del mundo o esos que ni siquiera
vemos porque la guerra nos los ha deshecho y sus familiares no pueden tener el
derecho a un velatorio y un entierro dignos. Estos desgarros de seres
indefensos comprendo que nos sensibilicen de manera especial porque no somos de
piedra. Todo el respeto personal, repito, pero el mensaje de que los rezos de
una religión concreta como medicinas eficaces cuando la ciencia se muestra
incapaz me parece un poco indecente, la verdad.
Durante
muchos años he militado en las filas de la religión católica y no me arrepiento
de ello porque en aquel tiempo actué con toda la sinceridad de la que era capaz.
Hoy no milito en ninguna religión con la misma sinceridad que entonces y no
acepto más Dios que las personas que viven a mi alrededor y el mundo que nos
acoge a todos porque entiendo que el único Dios posible es el tiempo que nos
dio la vida y que nos la quitará cualquier día porque somos tiempo como todo lo
que vive. Tengo un hijo y dos hijas y no me he visto en la tesitura, hasta el
momento, de tener que despedir a alguno de ellos antes de que yo desaparezca de
este mundo. Pero desde el respeto a las creencias de cualquier persona no puedo
aceptar que el rezo de cualquier oración se convierta en el talismán que te
haga soportar el dolor por la pérdida. Respeto absolutamente si a esa madre o a
la familia que aparece en la película les servía para interiorizar el drama que
tenían entre manos pero no me parece honesto dejar ese mensaje colgando para
todo el que vea y escuche en ese momento.
Yo, desde el agnosticismo, acepto el asidero de las creencias religiosas para algunas personas, es más, creo que si la viven con sinceridad, nos llevan alguna ventaja para darle sentido a los primeros momentos del dolor profundo. También es cierto y lo comparto contigo que no se puede difundir como verdad absoluta en medios públicos que la creencia puede ser una solución para el dolor de forma universal, porque parece que se quiere volver a diferenciar los que poseen "presuntamente" la verdad de los demás.
ResponderEliminarSaludos.
Es exactamente lo que yo pretendía poner de relieve. Todo mi respeto a cualquier creencia como yo exijo el mismo respeto a mi agnosticismo, pero que cada uno responda ante sí mismo de sus creencias y no por eso haya que ponerle a nadie altavoces para que nadie venda sus creencias para intentar convencer a l,os demás. Agradecido, amigo.
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