Lo
bueno y lo malo de vivir en libertad es que nuestra vida pasará por miles de
situaciones en función de hacia dónde empujen en cada momento los vientos
sociales. Eso quiere decir que todo está abierto como principio y que se
permite pensar, manifestar lo que se piensa y poner en práctica las ideas que
se han pensado, pero tanto si los resultados empujan en el sentido de la
liberación de las personas como si empujan en sentido contrario. Mi juventud
profesional me tocó vivirla aspirando a salir de una larga época en la que todo
lo que había que pensar ya estaba hecho y en España se vivía con la filosofía
del que piensen ellos y del vivan las caenas, principios ambos que,
desgraciadamente, están impresos en la filosofía de vida del pueblo español y
que, por más aberrantes que nos puedan parecer, han sido santo y seña de este
país en largos periodos de su historia. En el siglo XIX se enseñorearon entre
nosotros y siguen formando parte del imaginario colectivo. En alguna medida
parece como si en este momento los echáramos de menos.
Cuando
en alguna ocasión he contado que en mi pequeña escuela esperábamos que
apareciera la flor de la glicinia y que no había nadie que no pasara su nariz
por la maravilla de sus racimos de flores moradas aunque eso supusiera que
tenía que echarme al hombro a cada pequeño para que alcanzara su aroma puede
que a alguien le pareciera que estábamos hablando de otro planeta. Pues no es
verdad. También he llegado a comentar que cuando aparecían las rosas de olor y
hacíamos que cada pequeño acercara su nariz, la respuesta era aquí huele a colonia y había que
explicar que no era la flor la que olía a colonia sino la colonia la que tenía
su olor porque se sacaba de la flor. Mi desarrollo profesional coincidió
con unos importantes vientos de libertad
que nos permitieron a toda una generación romper ligaduras con una estructura
educativa completamente rígida y bucear caminos nuevos ligados al desarrollo
evolutivo de la vida.
Nadie
debe pensar que no cometimos errores porque sencillamente sería mentira. Estoy
seguro que cometimos muchos, primero por inexperiencia y segundo porque
desgraciadamente teníamos muy pocas agarraderas para impulsarnos. La situación
era de tal pobreza que sólo era posible avanzar a partir de prescindir de lo
conocido. Hoy han pasado ya muchos años y es posible ver los movimientos de
entonces con una cierta perspectiva. Podemos y debemos ser capaces de mirar con
el frío que da la lejanía lo que significó en su momento una importante ruptura
con un paternalismo autoritario que no sólo colonizó la escuela sino todos los
ámbitos de la vida. Una importante avalancha de avances tecnológicos han
inundado el mundo y han puesto en evidencia que podíamos estar asumiendo una serie
de riesgos quizá excesivos. Echo la vista atrás y sé que algunas de las
prácticas que ofrecí entonces a los pequeños hoy no las haría. Pero también sé
hoy que así debe ser la historia.
Lo que
hay que lograr es que nuestra necesidad de avanzar no venga de la mano de la
destrucción de lo realizado sino de mirar el ayer con una mirada crítica, capaz
de discernir entre lo que tuvo de aprovechable y lo que debe ser mejorado. Al
mismo tiempo tenemos que ser capaces de no poner los ojos críticos sólo en lo
que se hizo sino que tenemos que ser capaces de ver en el hoy, dónde está el magma de lo que el hoy aporta y
dónde está la escoria que viene a enturbiar los nuevos logros y que tenemos que
apartar de lo mucho y bueno que nos aportan los nuevos logros. Toda una
corriente de nuevas segregaciones tratan de abrirse camino de manera peligrosa
y están asumiendo espacios que difícilmente nos harán avanzar. Más bien al
contrario. Me refiero a la educación segregada a partir de las capacidades
intelectuales que nos puede llevar a la aberración de hacer centros educativos
que separen a las personas en vez de ser capaces, cada día más, de incluirnos
como un género humano rico y diverso.
Ciertamente interesante ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Juro que todavía no ha empezado oficialmente la campaña y ya estoy embotado de esperpentos partidarios sin soportes reales. Así, yo me asfixio. Un abrazo
EliminarPensar es, también, hacerle un huequecito a la suerte feliz, mejor si con aromas sureños libertadores...
ResponderEliminarEsos que no tienen precio!!!
(siempre actual, siempre indicativo)
Fuerte abrazo
Y tú, querida Pilar, siempre precisa y siempre ágil como una gacela que trisca libre por la vida. Un beso
Eliminar