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domingo, 24 de febrero de 2019

RESPETO



         Desde pequeño vengo escuchando como chascarrillo: Si los hombres parieran se acabarían los niños porque nadie querría repetir con el segundo hijo. Por supuesto no tengo ningún datos que corroboren esta afirmación pero sí tengo algunas certezas en el sentido de que en este mundo se ha gobernado desde siempre bajo el criterio de los hombres y nos hemos venido quedando tan panchos. Las estructuras religiosas han colaborado lo suyo a mantener esta injusticia de ignorar como sistema a la mitad de la población y a estructurar sistemas de convivencia en los que sistemáticamente ellas eran ciudadanas de segunda. La situación ha llegado a tal extremo que ahora que ellas están empezando a decir aquí estoy yo y a decidir por ellas mismas, en el mundo se está produciendo una revolución de tal calibre que todos nos estamos encontrando desbordados por sus consecuencias. El año pasado nos asustamos, al menos en España, cuando vimos las calles repletas de manifestaciones de gente reclamando la igualdad de las mujeres.

          Por ceñirme someramente a nuestro tema educativo pondré sobre la mesa sólo dos asuntos que nos están poniendo a temblar. El tema de la conciliación familiar en el trabajo irrumpe como asunto social de primer orden no porque sea nuevo sino porque tradicionalmente ha venido produciéndose escondido tras las espaldas de las mujeres de modo que los hombres de todas las culturas salían por la mañana de sus casas a buscarse la vida y los pequeños eran asunto de las mujeres que, o bien los llevaban colgados a la espalda todo el día o sencillamente dejaban de incorporarse al sistema productivo para quedarse en la casa disponiendo que todo estuviera en orden pero sin cobrar ningún sueldo por semejante dedicación que nunca estuvo valorada en relación con un salario. Se impuso la costumbre de que las ganancias del hombre las ponían a disposición de que las mujeres las administraran, pero siempre como concesión masculina y nunca como derecho compartido.

         En el tema de los hijos, que hasta hoy sólo es responsabilidad de las mujeres, en los últimos años en los que las mujeres vienen reclamando que en su cuerpo mandan ellas y que van a traer al mundo los hijos que ellas decidan nos damos cuenta de que todo el ingente poder sobre la población del planeta venía siendo gobernado por los hombres, como tantos otros poderes, sencillamente porque las mujeres estaban atadas a los espermas incontrolados. Desde el momento en que se han instalado los controles de natalidad o la posibilidad de abortar si no desean seguir con el embarazo todo se ha trastocado radicalmente y los hombres vemos con angustia cómo vamos dejando de ser dueños de muchos aspectos de la vida de vital importancia y nos vamos quedando con el culo al aire como piezas de una sociedad que cada vez puede prescindir más fácilmente de nosotros como detentadores del poder absoluto.

         Los próximos tiempos, que algunos ya no veremos por ley natural,  prometen ser emocionantes. No creo que los cambios vayan a estar en saber si las personas se van a extinguir o si el trabajo se va a acabar tal como lo conocemos. Lo que sí pienso es que tanto en un aspecto como en otro habrá que contar con el criterio de la mitad de la población, injustamente ignorada tradicionalmente y terminar de asumir de una vez que cada persona es una persona y que nadie tiene derecho sobre nadie sin contar con su criterio. Si los problemas que comentamos se miran con inocencia no parece difícil darse cuenta de nadie debería haber tenido nunca derecho sobre nadie sin contar con su opinión. Sabemos que la realidad ha venido siendo muy distinta y por eso da pavor sólo de pensar que los cambios que nos esperan son impredecibles. sencillamente por la situación de injusticia que nos ha hecho hasta aquí.


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