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domingo, 16 de septiembre de 2018

LIBROS



         Hablando con mi insigne amiga Julia el domingo pasado a propósito del comienzo del curso,  me comentaba las veces que en este blog hemos hecho referencia al tema y cómo sigue sonando a nuevo. Concluíamos que hay que mantener el pulso en los temas esenciales de la educación y no debemos dar por válida, por ejemplo, la imagen de un pequeño llorando el primer día del curso, aunque sepamos que en determinados casos se produce, porque lo que nosotros debemos promover es la de la escuela como un espacio de aprendizaje, de relación y de gozo, que también se produce pero no sale tanto en los medios por aquello de que el hecho de que un perro muerda a una persona no es noticia pero que una persona muerda a un perro sí. No nos vamos a cansar de defender la educación y la escuela como aporte imprescindible en la educación y cómo el hecho de ir a la escuela es una defensa social contra la ignorancia y a favor de la concordia y el conocimiento entre las personas.

         Pues lo mismo digo hoy con el tema de los libros. Me sorprendo el esfuerzo que hacen las administraciones para que todas las familias puedan tener los libros de texto gratuitos cuando eso lo único que indica es el aluvión de dinero público que van a recoger las editoriales que no hacen su agosto, pero sí su septiembre. No puedo dejar de recordar a Julia de nuevo porque ella ha formado parte hasta su jubilación de un magnífico proyecto educativo, VERDEMAR, en Cantabria y se han señalado por la elaboración artesanal hasta de los calendarios, de los que todavía guardo unos cuantos, demostrando con su rendimiento de tantos años, y los que le quedan, estoy seguro, que los libros de texto tienen su espacio pero que la educación quien tiene que dirigirla y responsabilizarse de ella son los profesionales pagados para ello. La responsabilidad de los contenidos que aprenden los pequeños no puede estar en las editoriales, sino en los maestros.

         Recuerdo que cuando en España se dio cabida legal a los de tres años, aunque no formaran parte del tramo obligatorio, los colegas decíamos entre risas: "¿Serán capaces de vendernos libros hasta para los de tres años?". Pues ya los tenemos y los hemos asumido con toda normalidad como si fuera imposible pensar en educación y los libros de texto no estuvieran presentes. Mi segunda esposa y madre de mi hija Elvira recuerdo que me comentaba al principio de mi relación que asistió en 1984 a un curso de educación Infantil donde un señor barbudo no hacía más que hablar de que los niños aprendían jugando. Yo le dije: "Sería yo". Y ella se reía como si fuera una broma pero un día revisando su historial académico se encontró con el certificado del curso de marras y comprobó que era yo quien lo impartía. Este hecho, que no es más que una anécdota graciosa no puede compararse al proyecto de VERDEMAR, por ejemplo, que es un importante grupo humano, pero ambos ilustran que se puede vivir sin  libros de texto.

         Tampoco significa en ninguna medida aversión contra los libros. En Granada llegamos a abrir una librería, que todavía se mantiene, ESCUELA POPULAR, en la que nos dedicamos a clasificar los libros infantiles por estanterías según la mejor adaptación de sus contenidos a determinados cursos y nos preocupábamos de que en cada aula hubiera una pequeña biblioteca al alcance de los pequeños para complementar el trabajo de grupo que se hacía cada día. Hoy toda la literatura infantil viene debidamente clasificada y quien vaya a comprar un libro no tiene más que mirar en su cubierta y verá la edad para la que se recomienda, pero entonces esto no existía y nos teníamos que buscarnos la vida por nosotros mismos. Todavía me hiere la vista ver a personas que apenas pueden andar por sí solas con enormes mochilas llenas de libros para que las editoriales se llenes sus bolsillos y para que los maestros dejen de responsabilizarse de la educación de los pequeños.  


8 comentarios:

  1. Aunque no es mía, yo he usado mucho la frase de Marcelino Vaca: "los maestros, cuando nos convertimos en "profesores de educación general básica", en realidad nos hicimos "técnicos auxiliares de las editoriales de libros de texto".
    Afortunadamente ( para mis alumnos y para mí) estoy entrando en los últimos coletazos de mi vida profesional sin haber tenido que usarlos.

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    1. Bienvenido de tus vacaciones. Echaba de menos tus frescos comentarios, siempre pegados a la palpitante actualidad de quien tiene las manos en la masa. Un abrazo y recuerdos a la familia.

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    2. Vuelvo por poco tiempo; en navidad empiezo el primer ciclo de mi contrato de relevo por jubilación.

      En este trimestre estoy de apoyo del ciclo de 0-3 años.

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    3. Me alegro por tí, pero el blog perderá un punto de frescura.

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  2. Realmente interesante ...

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  3. Yo JAMÁS eché mano de los libros impuestos.Ni siquiera de los recomendados.
    (en el área Música, y en la ESO)
    No hubieran sustituido ni mejorado la formación y educación musical que adquirió la mayor parte de mis alumnos,.. que, humildemente, fue muy aceptable

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    1. No me cabe la menor duda. Me molesta que sólo vea la luz una linea de trabajo, la de los libros de texto, que yo respeto aunque no comparta y otras que son lo mismo de reales, se silencien sistemáticamente. Un beso

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    2. No es ajeno a ese silencio que los medios de comunicación y las editoriales de libros de texto pertenezcan a los mismos empresarios.

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