Hablando
con mi insigne amiga Julia el domingo pasado a propósito del comienzo del curso,
me comentaba las veces que en este blog
hemos hecho referencia al tema y cómo sigue sonando a nuevo. Concluíamos que
hay que mantener el pulso en los temas esenciales de la educación y no debemos
dar por válida, por ejemplo, la imagen de un pequeño llorando el primer día del
curso, aunque sepamos que en determinados casos se produce, porque lo que
nosotros debemos promover es la de la escuela como un espacio de aprendizaje,
de relación y de gozo, que también se produce pero no sale tanto en los medios
por aquello de que el hecho de que un perro muerda a una persona no es noticia
pero que una persona muerda a un perro sí. No nos vamos a cansar de defender la
educación y la escuela como aporte imprescindible en la educación y cómo el
hecho de ir a la escuela es una defensa social contra la ignorancia y a favor
de la concordia y el conocimiento entre las personas.
Pues
lo mismo digo hoy con el tema de los libros. Me sorprendo el esfuerzo que hacen
las administraciones para que todas las familias puedan tener los libros de
texto gratuitos cuando eso lo único que indica es el aluvión de dinero público
que van a recoger las editoriales que no hacen su agosto, pero sí su
septiembre. No puedo dejar de recordar a Julia de nuevo porque ella ha formado
parte hasta su jubilación de un magnífico proyecto educativo, VERDEMAR, en
Cantabria y se han señalado por la elaboración artesanal hasta de los
calendarios, de los que todavía guardo unos cuantos, demostrando con su
rendimiento de tantos años, y los que le quedan, estoy seguro, que los libros
de texto tienen su espacio pero que la educación quien tiene que dirigirla y
responsabilizarse de ella son los profesionales pagados para ello. La
responsabilidad de los contenidos que aprenden los pequeños no puede estar en
las editoriales, sino en los maestros.
Recuerdo
que cuando en España se dio cabida legal a los de tres años, aunque no formaran
parte del tramo obligatorio, los colegas decíamos entre risas: "¿Serán
capaces de vendernos libros hasta para los de tres años?". Pues ya los
tenemos y los hemos asumido con toda normalidad como si fuera imposible pensar
en educación y los libros de texto no estuvieran presentes. Mi segunda esposa y
madre de mi hija Elvira recuerdo que me comentaba al principio de mi relación que
asistió en 1984 a un curso de educación Infantil donde un señor barbudo no hacía
más que hablar de que los niños aprendían jugando. Yo le dije: "Sería
yo". Y ella se reía como si fuera una broma pero un día revisando su
historial académico se encontró con el certificado del curso de marras y
comprobó que era yo quien lo impartía. Este hecho, que no es más que una
anécdota graciosa no puede compararse al proyecto de VERDEMAR, por ejemplo, que
es un importante grupo humano, pero ambos ilustran que se puede vivir sin libros de texto.
Tampoco
significa en ninguna medida aversión contra los libros. En Granada llegamos a
abrir una librería, que todavía se mantiene, ESCUELA POPULAR, en la que nos
dedicamos a clasificar los libros infantiles por estanterías según la mejor
adaptación de sus contenidos a determinados cursos y nos preocupábamos de que
en cada aula hubiera una pequeña biblioteca al alcance de los pequeños para
complementar el trabajo de grupo que se hacía cada día. Hoy toda la literatura
infantil viene debidamente clasificada y quien vaya a comprar un libro no tiene
más que mirar en su cubierta y verá la edad para la que se recomienda, pero
entonces esto no existía y nos teníamos que buscarnos la vida por nosotros
mismos. Todavía me hiere la vista ver a personas que apenas pueden andar por sí
solas con enormes mochilas llenas de libros para que las editoriales se llenes
sus bolsillos y para que los maestros dejen de responsabilizarse de la
educación de los pequeños.
Aunque no es mía, yo he usado mucho la frase de Marcelino Vaca: "los maestros, cuando nos convertimos en "profesores de educación general básica", en realidad nos hicimos "técnicos auxiliares de las editoriales de libros de texto".
ResponderEliminarAfortunadamente ( para mis alumnos y para mí) estoy entrando en los últimos coletazos de mi vida profesional sin haber tenido que usarlos.
Bienvenido de tus vacaciones. Echaba de menos tus frescos comentarios, siempre pegados a la palpitante actualidad de quien tiene las manos en la masa. Un abrazo y recuerdos a la familia.
EliminarVuelvo por poco tiempo; en navidad empiezo el primer ciclo de mi contrato de relevo por jubilación.
EliminarEn este trimestre estoy de apoyo del ciclo de 0-3 años.
Me alegro por tí, pero el blog perderá un punto de frescura.
EliminarRealmente interesante ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Yo JAMÁS eché mano de los libros impuestos.Ni siquiera de los recomendados.
ResponderEliminar(en el área Música, y en la ESO)
No hubieran sustituido ni mejorado la formación y educación musical que adquirió la mayor parte de mis alumnos,.. que, humildemente, fue muy aceptable
No me cabe la menor duda. Me molesta que sólo vea la luz una linea de trabajo, la de los libros de texto, que yo respeto aunque no comparta y otras que son lo mismo de reales, se silencien sistemáticamente. Un beso
EliminarNo es ajeno a ese silencio que los medios de comunicación y las editoriales de libros de texto pertenezcan a los mismos empresarios.
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