Siempre
pensé que escribir es, sobre todo, un diálogo. Empieza por uno mismo pero no se
agota nunca. Es con todo y con todos. Te vas preguntando cosas y te puedes ir
respondiendo al mismo tiempo. La grandeza añadida de este medio es que hace que
de verdad el mundo sea un pañuelo y permite que al tiempo que me interrogo a mí
mismo, pueda responderme mi amigo el chileno o mi amiga mejicana desde Florida.
Quizá es la respuesta a ese sueño sin límites que siempre nos rondó como
imposible y que en estos momentos lo estamos manoseando directamente y no
sabemos si creérnoslo o no. Yo por fin sí he decidido creerlo y asociarlo a
vivencias profesionales con la primera infancia que me hablaban de que allí
estaba la fuente de todo y que yo era un testigo privilegiado de la vida, no
porque estuviera pasando su esencia delante de mis ojos, sino porque yo era
capaz de ver la profundidad y la contundencia del mensaje. Desde ese punto,
todo es ciencia para siempre jamás y tú, yo en este caso, un eterno aprendiz.
Derivado
de esa fuente ilimitada de conocimiento que es la vida de los primeros años
obtuve el COMO NIÑOS que me
acompañará ya hasta mi último día con toda su carga de afirmación de infancia,
de la que no pienso desertar jamás, pero también con la ambigüedad suficiente
como para saber que quien hace referencia a como niños no niega la infancia,
quiere estar indisolublemente ligado a la infancia, pero ya no es un niño. Esta
es la verdad más profunda del contenido que se derrama de estas entradas
semanales con mejor o peor acierto. Ni puedo ni quiero negar mi deuda permanente
con mi infancia y con la infancia del mundo y del conocimiento a la vez que
tengo conciencia de que el tiempo no para y a medida que se extienden mis
arrugas, se consolida mi decisión de saber que la infancia es mi único
referente sólido. Lo demás es ficción.
Quizá
por ese mismo punto de partida, al que me adhiero como a una madre, obtengo
conciencia de que la historia del mundo empieza con cada nueva vida y que cada
nueva vida lleva implícita en su evolución como una cátedra permanente que nos
hace aprender de cada tiempo evolutivo y de cada momento histórico porque en la
construcción de cada nueva personalidad va implícita la historia del género
humano y la historia del mundo y eso es así tanto si lo queremos como si no.
Nuestra particularidad es la de aceptarlo desde el principio o desde algún
momento y pegarnos a su costado como una lapa para fundirnos en su destino como
especie o negarlo de una u otra manera y fingir que ignoramos su contenido
mientras nos vamos a pasar la vida dando palos de ciego, perdidos en el tiempo
y en el espacio y negando nuestra permanente tendencia a toparnos con la
infancia, única referencia fiable.
Bien Haydn ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Rilke dejó escrito que "La verdadera patria del hombre es la infancia"; y posiblemente no tiene que ser ni el momento más feliz ni mucho menos el que más dé sentido a tu vida; pero sí es el tiempo en que tomas consciencia de que has tenido el privilegio de formar parte del mundo vivo.
ResponderEliminarNo sé si lo he sacado de Rilke o de mi propia experiencia. Ya sabes que vamos andando y del camino se nos van pegando cosas que incorporamos a nuestra mochila y suma y sigue. En los primeros años está la fuente, seguramente de lo bueno y de lo malo. Un abrazo
EliminarDa igual diálogo o monólogo. Ka cuestión es que no falten al menos dos interlocutores válidos.
ResponderEliminarComo Mark: genial este Haydn
Comprendo que a tí, que eres música a fin de cuentas, La Creación de Haydn te interese especialmente. La adopté porque me pareción la mejor referencia al principio de l,a vida. Un beso como si fuera el primero
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