Ya hay
quien me ha acusado de irme por las ramas algunas veces y abandonar la temática
infantil. Puede que tengan razón, El leimotiv COMO NIÑOS, he confesado alguna vez, que no es sino una excusa tras
la que se esconden intenciones variadas en las que buscan cobijo los más
diversos temas, aunque no me negarán que el fondo mayoritario sigue siendo el
de los primeros años. No busco tanto mejorar la educación como acercarme a la
fuente de la vida porque sé que es allí donde se encuentra el origen de todos
los vicios y de todas las virtudes. Por eso me interesa la primera edad. El
tiempo que he permanecido junto a los primeros años de la vida he sido
consciente en todo momento que me daba de bruces con la raíz de los
conocimientos, de nuestra verdadera naturaleza y de la conjunción entre
hallazgos y contradicciones a través de las cuales nos vamos desenvolviendo. En
el meollo de la cuestión, vamos.
Esta
semana hemos vivido en España una de las grandes revoluciones posibles con la
aparición en la calle al reclamo del feminismo, de millones de personas, sobre
todo mujeres, marcándonos claramente cuál es el camino a seguir de ahora en
adelante. He permanecido todo el día pendiente de las imágenes porque nadie
había previsto que tanto poder se podría poner de manifiesto a ojos vistas.
Apenas quería escuchar los comentarios de unos y de otros. Sólo quería tener el
testimonio de primera mano delante de mis ojos porque como ya soy un poco
viejo, sabía que al día siguiente la realidad pasaría a segundo término y
habría pasado no lo que había pasado sino lo que las voces autorizadas, casi
siempre las mismas, dijeran que había pasado, que es muy distinto. Creo que
después del 8 de Marzo, en España sobre todo pero también en los 170 países que
se unieron a la huelga, nada será lo mismo.
Siempre
fui consciente de que los momentos básicos de la vida: nacimiento, muerte,
placer y dolor, eran territorio de las mujeres. Por eso me acoplé ahí y he
ejercido una profesión en el que los hombres no llegábamos al 1 por ciento. Hoy
somos algo más, pero no mucho. En la vida y en la muerte, en el placer y en el
dolor, quien no falta nunca es la figura de la mujer como si su estampa
estuviera indisolublemente unida a esa sustancia, por más que la veamos de acá
para allá cubriendo espacios de moda y apariencia, casi siempre promovidos por
los hombres. Parece que tenemos un miedo
especial a su poder y buscamos de mil modos sacarla de todo lo que es
sustancia, pero no hay forma. Como mucho lo que conseguimos es darnos cuenta de
que nuestros espacios específicos de poder, de discurso dominante, se van
achicando inexorablemente y nos vamos convirtiendo cada vez en seres más
extraños para el mundo y para nosotros mismos.
Cuando
fui consciente de todo este entramado de fuerzas me adherí como una lapa al
espacio cultural femenino y de allí no me he movido hasta el momento ni pienso
hacerlo en lo poco o mucho que me reste de vida. El espacio cultural macho hace
mucho tiempo que perdió su valor, si es que alguna vez lo tuvo, y vaga por la superficialidad
entonando cantos de sirena formales y legales, pero cada vez más solo y mas
fuera de la realidad. Hemos visto los ríos de personas, sobre todo mujeres, que
nos han marcado una dirección que es el futuro. Si alguien quiere, le invito a
seguir por ese camino sin mucha discusión y con mucha humildad. Sé que habrá
quien pretenda convertir toda esa marea humana de nuevo en argumentos para su
beneficio. Allá cada uno con su responsabilidad. Yo sé lo que he visto y no
necesito exégetas que me lo interpreten.
Un tanto fuera de lugar que alguien 'acuse'...
ResponderEliminarIgual sería más apropiado que se tilde de....
En mi opinión, nunca la infancia con su infinita repercusión es tena recurrente, máxime para quien tan palmo a palmo la conoce...
Sigue, Antonio!!
Quizá yo he exagerado un poco al comentarlo. Estoy seguro que la observación me ha llegado con la mesura que tú precisas. Por lo menos así la he interpretado yo. Un beso
EliminarMira por donde, vuelvo a aparecer como comentarista en tu página y no tengo que recurrir a tu correo electrónico para publicar mis comentarios.
ResponderEliminarA cambio hoy no puedo imprimir porque el nuevo sistema operativo que he instalado no reconoce a mi impresora.
Supongo que esto de las máquinas me ha pillado mayor.
En cuanto al 8 de marzo, en Duende, nuestra escuela, pararon todas las maestras y los hombres hicimos los servicios mínimos. Volvimos a encontrarnos en la manifestación.
Estoy seguro que paso lo que dices. Es que me he quedado mudo por la dimensión. No creo que nadie contara con que la cosa fuera de tal calibre. No solo me alegro sino que por ahora no tengo palabras. Un abrazo
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