Estoy
convencido de que los lugares desde los que puedan leer este humilde alegato a
la vida y de vida en sí mismo, habrá señales desde las que vislumbrar que el
tiempo pasa pero que la vida empuja siempre adelante y no se agota por más que
nos coman las dudas y los prejuicios. No sé por qué nos cuesta tanto entender
lo que tenemos delante de los ojos. Para mí ha sido una de las cosas más
difíciles y me lo he dicho miles de veces aunque no estoy seguro de haberlo
entendido. Déjate de lo que tú sabes o
de lo que quisieras y mira con ojos de ver lo que la vida te pone delante.
Hemos podido contemplar
ya en enero las discretísimas flores de romero y algunos con monte cercano
habrán podido presenciar las amarillas
aliagas. Si tenemos humedades cerca, también nos habrán llegado a los ojos las
violetas moradas pero a estas alturas, mediado febrero, ya no hay quién se
esconda y son los almendros los que pregonan con sus blancas o moradas flores
como banderas indiscutibles lo que bulle por sus raíces, lo que se nos está
metiendo en el cuerpo a todos, que no es otra cosa que el nuevo ciclo de la
vida cuya luz se va apoderando de los días minuto a minuto implacablemente.
Este fenómeno del despertar de la vida del letargo invernal tiene
manifestaciones concretas en el comportamiento de todos nosotros pero de una
forma especial en los más pequeños que
son los más cercanos a la tierra y los que mejor interpretan los fenómenos
naturales justo cuando la vida los impulsa. La escuela se convierte en un
hervidero energético, como si estuviéramos frente a uno de esos miles de
cráteres que vemos en los reportajes de naturaleza y que nos dicen que el
centro de la tierra está vivo y en continuo movimiento.
Si
además coincide en un año como este de grandes nevadas, de espectaculares
ventoleras y de lluvias torrenciales, casi nunca a gusto de todos, tanto si nos
gusta como si no, tendremos que asumir que algo parecido a esto es la vida y
que nos haremos un gran favor si en vez de lamentarnos todo el tiempo porque
las cosas no suceden como nosotros deseamos,
nos ponemos de una vez a remar a favor de la corriente, a corregir los
desperfectos que los desmanes del tiempo hayan producido en los espacios que
pusimos probablemente en el lugar equivocado pensando que la tierra era nuestra
y que los elementos se avendrían a nuestro antojo y asumirían los limites que
les señaláramos. Y mira que a cada momento estamos recibiendo lecciones en las
que la propia vida nos va diciendo que somos apenas una mota en medio de la
vorágine y del poder del viento, del agua, del fuego…, pero nosotros nos
empecinamos en considerar que somos los reyes de no sé qué mundo porque, desde
luego, de este que pisamos, no.
Es
cierto que todavía el frío, al menos por aquí, puede apretar lo suyo pero estamos
en el momento de platear salidas limitadas a los alrededores que nos metan por
los ojos toda la diversidad del mundo, que nos digan cómo son los pescados que
comemos, los zapatos que calzamos , las zanahorias, los tomates, las manzanas,
las lámparas que nos iluminan. Cualquier paseo por el barrio nos puede resultar
demasiado simple pero tenemos que darnos cuenta de que para los pequeños que
nos acompañan y que ojalá les permitamos que paseen a su gusto y no como si
fueran una cuerda de presos que no pueden moverse de su lugar en la fila,
muchas de las cosas que ven las ven por primera vez y necesitan interiorizar
formas, colores, volúmenes y sobre todo poder compartir esas vivencias
elementales con los compañeros que los acompañan y que juntos forman la
generación que nos tomará el testigo en unos años del ciclo de la vida.
Afortunadamente, la vida, en particular la de la Madre Naturaleza, es un regalo en millones de formas que no tiene en cuenta favoritismos de tiempo y lugar.
ResponderEliminarAquí, tb a trechos, inhóspito Aragón, hemos aspirado, tocado, incluso saboreado ya, hace más de quince días, los primeros coloridos brotes de almendros, con su eclosión de flor es.
Sí, la vida que nos vive, toda ella, es un espectáculo inenarrable.
A mí, lejos de plantearme duda, ne llevan a reconocer con humildad qué pequeño es, en su grandeza, el ser humano. Y ahí lo dejo
Bss
Es verdad, Pilar. Creo que se ve más pequeño por las ínfulas que esgrime de mandar en todo, de disponer en todo y de sentirse el rey en todo momento. Una lección de humildad y de agradecimiento a lo mucho que recibimos como la que nos propones nos viene muy bien y creo que nos hace más personas. Recuerdo esta frase de Santa Teresa: Y SUBÍ TAN ALTO, TAN ALTO, QUE LLEGUÉ TAN BAJO, TAN BAJO. Un fuerte abrazo, amiga
EliminarEl Centro José Guerrero nos pide que acudamos con nuestros niños a una exposición de foto libros de Nueva York, que ya se ha clausurado, para que la obra de nuestros alumnos aparezca en el foto libro virtual que ese centro va a hacer, como recuerdo de la exposición.
ResponderEliminarAllá vamos, resistiendo al frío de los últimos días de enero, parándonos a ver la cantidad de estatuas que nos encontramos en el recorrido y algún que otro anuncio sugerente.
La actividad fotográfica nos lleva también a ver otra exposición en el Centro García Lorca.
Al regresar a la escuela, con los objetivos de la salida cumplidos y una temperatura de mediodía soleado, nos encontramos que de un extremo al otro de la calle Molinos hay decenas de alumnos de nuestra vecina escuela de Arquitectura tomando apuntes del natural. La curiosidad de nuestro grupo es bien recibida por sus compañeros mayores y surgen muchos diálogos que no podemos prolongar porque es la hora de comer.
La calle nos sigue sorprendiendo con enseñanzas que no habíamos previsto.
Me alegra lo que me cuentas y desde luego no me extraña para nada porque conozco de sobra y comparto tus aficiones callejeras con los pequeños y tu estrecha relación con el centro José Guerrero, afición tan destacada de nuestra Encarna Palacios que en paz descanse. Si te parece oportu me podrías pasar por correo algunas fotos que yo podría incluir en un próximo texto y si quieres escribir algo al respecto no me importaría compartirlo contigo o dejarlo solo si tiene extensión suficiente. Que te invito a colaborar de la manera que estimes oportuna. Un abrazo para tí y para tu grupo
EliminarUn invierno muy particular que invita a una fría reflexión... vale la pena saber aprovechar el entorno...
ResponderEliminarSaludos
Creo que lleva su tiempo saber ....ver... generalmente solo miramos
ResponderEliminarLa naturaleza sabia nos indica el camino, solo los hombres en su necedad no lo tienen en cuenta
Saber acompañar a los niños en su crecimiento, creo que en estos dias es tema para ser estudiado y enseñado a los padres
Gratisimo leerte
Saludos