No
hace falta ni un minuto más de la complacencia precisa. La semana anterior
dábamos la feliz noticia de una tesis sobre nuestro esfuerzo colectivo a lo largo
de nuestra vida profesional. Nos
resultaba un hecho gozoso sin duda. Pero una vez dicho hay que seguir porque lo
más valioso de la vida no está en los hechos felices puntuales sino en el
trabajo de cada día, ese que apenas se ve de puro humilde pero que a la postre
resulta ser el que justifica los resultados que se pueden recoger en un momento
determinado. No hay complacencia posible sino la estricta noticia de un hecho
gozoso. Una vez dicho, a trabajar, que es lo nuestro.
Ha
aparecido la noticia de que Cantabria pretende ofrecer a sus escolares un
sistema de vacaciones parecido al que usan muchos países europeos: una semana
completa cada dos meses de curso. Pretende
ponerlo en vigor el curso próximo a través de un decreto ley. Muchas veces
hemos criticado en este blog la acumulación excesiva de vacaciones que tenemos
en España por lo que, de entrada, quizá habría que celebrar la puesta en marcha
de un sistema alternativo, tanto más cuando no se trata de una extraña
propuesta que nadie conoce sino que es sencillamente ofrecer un sistema que ya
está funcionando en los países de nuestro entorno. Que pretenda implantarse a
través de un decreto no tiene buena pinta por lo que significa de imposición.
Quizá estaría mejor sugerirlo con carácter voluntario y experimental para que
siempre cupiera el derecho a la crítica o al retracto en caso de que no se
viera conveniente. Pero parece que no podemos evolucionar si no es en forma de
decretos y, desde luego, quizá no sea el
mejor de los caminos.
No
dudo que la fórmula propuesta pueda ser mejor que la que tenemos. También
acepto que no se trata de una locura producto de un mal sueño de un gobernante que se ha
levantado cualquier día con los cables cruzados y pretende someter a los
pequeños y a sus familias a experimentos desconocidos. Lo que digo es que un
cambio tan significativo, porque lo es, debe contar mucho con las familias,
hablar con ellas, informar de su significado y asumir una forma de imposición
que no sea la de un decreto a palo seco, de un curso para otro. Cabe, a mi modo
de ver un poco de suavidad para un cambio de vida significativo con objeto de
que las familias vayan calibrando los nuevos esfuerzos que les va a suponer
semejante cambio y si les compensa lo que les ofrece de positivo, que sin duda
lo tiene, con los aspectos negativos a los que tengan que adaptarse con
relación a la forma de vida que hasta ahora mantienen. Tampoco termino de ver
claro el alcance de que una sola comunidad lo lleve a la práctica y haga que
unos españoles vivan la escolaridad de un modo distinto al de sus vecinos de la
comunidad de al lado.
Insisto
de nuevo en que la fórmula me parece interesante y creo que es procedente
porque la que tenemos es manifiestamente criticable. Lo que digo es que el
ordeno y mando puede hacer que naufrague una iniciativa que puede ser oportuna
y recomendable. La noticia en la tele venía seguida de comentarios de familias
alegando que iba a suponer un importante cambio en sus vidas. Seguramente esto
es verdad lo que no necesariamente significa que sea para peor y puede que hasta
sea para mejor muy probablemente. Razón de más, a mi modo de ver para que el
asunto no se limite a ser impuesto así, sin más. Creo que conviene hablar mucho
con las familias y con la comunidad educativa en general para que se conozcan
sus consecuencias hasta donde sea posible y se establezca una especie de plazo
de prueba para que se pueda ir evaluando de qué modo se va implantando, los
problemas que plantea y las posibles soluciones que se ofrecen para todos. Hay
que valorar en positivo la propuesta y en todo caso, lo que conviene sugerir es
que no tenga por qué imponerse al margen de los afectados sino con ellos a base
de persuasión y diálogo para que sea asumida por todos.
Fórmulas perfecta, en trigonometría y física cuántica, poco más.
ResponderEliminarExperimentos, los justos y necesarios
Experiencias, todas son provechosas.
Riesgos, tantos como usuarios...
Bss
Claro, pilar. Todo es opinable y seguramente hay argumentos para todos los gustos. Por eso me parece que conviene hablar y que sean los acuerdos los que ofrezcan mayores y mejores soluciones que cualquier ocurrencia por muy brillante que sea. Un beso
EliminarCreo que es una buena fórmula para un clima cercano a los países donde se está aplicando; es decir, para el norte de España sería mejor que el actual sistema y por lo tanto me parece correcta la posición de Cantabria.
ResponderEliminarPara el Sur ¿qué quieres que te diga, si esta semana ya ha sido horrible en las aulas que no disponían de aire acondicionado y que son la mayoría? Y en el patio sólo se podía estar a base de usar agua, pues ni los toldos lo resolvían. Me parece que aquí llevar a los niños más tiempo a las escuelas en verano es meternos en riesgos para la salud.
En cualquier caso, lo de las familias está claro: no hay ninguna fórmula escolar que coincida con los calendarios laborales, así que siempre habrá desajustes.
Seguramente, como casi siempre, llevas razón y sea acertado que la climatología tenga un papel preponderante para establecer un tipo de vacaciones u otras porque no todos los lugares son lo mismo y está bien adaptarse a los distintos climas. Lo que también me parece fundamental es, por una parte no asustarse de nada ni poner tabúes antes de hablar y por otra, eso, hablar. Darle voz a los profesionales y a las familias para que las medidas que se tomen sean lo mas consensuadas posible. Un abrazo
EliminarMi amiga Julia, cántabra donde las haya, me había llamado para contarme las interioridades de la propuesta y se había comprometido a que con su información yo pudiera elaborar otro texto. Pues bien, me acaba de mandar un wasap diciéndome que el gobierno central ha puesto un recurso contra tal medida de manera que, tanto si
ResponderEliminartiene viabilidad como si no, la medida queda paralizada por la ley. Así es como el PP piensa convencer, a base de ordeno y mando. Gracias, Julia y nos toca seguir sufriendo. Un beso