En un
par de ocasiones mi hija mayor, Alba, ha apetecido viajar, en realidad a ella
siempre le apetece viajar pero ha tenido que esperar a sus vacaciones para
poder permitírselo, hasta Tarifa, unos 400 kilómetros desde Granada donde
reside. Me ha contado que ha hecho uso de Blablacar y eso le ha permitido la
primera vez costearse el combustible de su coche y la segunda unos eurillos de
beneficio. Yo, aparte de reirme de lo de Blablacar, sistema de viaje que no
conocía y cuyo onomatopéyico nombre me ha resultado pintoresco y su contenido
un buen sustituto de aquel militante autostop de los años sesenta, me ha venido
al pelo para continuar con mis reflexiones sobre la primera infancia, que es lo
que casi siempre tengo en el coco.
No sé
por qué he asociado el nombrecito de marras con el nacimiento del lenguaje
hablado. Los primeros sonidos que se suelen escuchar en las personas son los
que técnicamente se llaman balbuceos. Bilabiales,
bien sordos en el caso de papa o sonoros en el caso de baba y son simples
porque solo consisten en dejar pasar el sonido entre los labios en el momento
en que se abren. Viene a suceder alrededor del año y es la primera fiesta
auditiva familiar. Propiamente no ha pasado nada mas que una simple
casualidad pero basta para que la
familia monte un acontecimiento y ofrezca a los pequeños un significado
concreto a esos sonidos casuales y terminen teniendo una intención y siendo a
la vez motivo de ánimo para otros siguientes y, en definitiva, para el
nacimiento del lenguaje hablado, ese hermano pequeño de lo que luego se
estudiará cada curso como materia troncal una vez que la estructura educativa
lo aleje inexplicablemente de sus raíces y de sus fundamentos sonoros que
curiosamente son su razón de ser.
La
otra conexión que da motivo a este texto es la presencia de mi nieta África en
visita familiar con su padre y sentada en el suelo del salón en el que gatea a
placer y en el que de un día a otro terminará por erguirse y andar
sencillamente, una vez que han pasado los primeros minutos de adaptación a las
presencias familiares menos cotidianas. Hace ya unos meses que salieron sus
primeros balbuceos bilabiales y ahora se encuentra inmersa en ese mar de
sonidos que la boca y la lengua son capaces de emitir y aprenden a base de
repetir incansablemente , que no dicen nada concreto a la vez que están hablando en todos los idiomas del mundo.
Resulta un poco exagerado pero responde estrictamente a la verdad. Cualquier
familia de cualquier parte del mundo centraría su comunicación con el pequeño a
partir de esta capacidad y a la vuelta de un año más o menos tendríamos a ese
pequeño comunicándose con normalidad en cualquier idioma posible sin mayor
inconveniente. Todos los sonidos del mundo son parecidos. Sólo cambian las
combinaciones y los pequeños son capaces de realizarlas atendiendo a como lo
hacen los adultos que los rodean y complementándolos con la gestualidad de cada
cultura y ya tenemos la comunicación a la orden del día.
No
sería capaz de explicar la asociación de ideas que me ha llevado de un lugar a
otro pero a ambas secuencias les he
debido ver algún tipo de relación para traerlas aquí y hacerlas presentes a
vosotros en un mismo artículo. Puede que el elemento onomatopéyico tenga alguna
responsabilidad, quizá también la gracia, según mi criterio, de los sonidos de
una y otra…, no sé. Lo que sí quiero dejar como colofón de hoy es que no
tengamos ninguna prisa porque los pequeños digan palabras de nuestro idioma y
permitámosles que disfruten a placer de su blablablá maravilloso con el que
ensayan todos los idiomas del mundo, antes de que inevitablemente la cultura
les fuerce a centrarse en una lengua concreta que, a la vez que les va a llevar
a su conocimiento, les va a obligar al mismo tiempo, a alejarse de todos los
demás. No hay nada en la vida que nos salga gratis y hay precios que deberíamos
pensarnos un par de veces para ver si nos merece la pena pagarlos.
Bla bla bla es exclusivo recurrente fónico del español (sonorizada y da entidad como onomatopeya a la terminación, harto sonora, de la palabra "haBLAr". Ni hay más misterio.
ResponderEliminarEn otros idiomas los niños identifican por ejemplo Lo Lo Lo...
Pasa buen domingo
Abrazos
Lo veo con mi nieta, aprendió a hablar tan rápido. Tenemos guardados para la posteridad sus primeros vocablos graciosos a los que no corregimos. Ella lo irá haciendo poco a poco.
ResponderEliminarBuen post, un abrazo
Muy bien traído y muy bien tratado...
ResponderEliminarSaludos
Con mis nietos lo he visto,abrazo,buen texto.
ResponderEliminarEn este artículo expones un tema muy importante y es que desde el balbuceo se crea una relevante interacción comunicativa con el bebé y sí, sería muy bueno vivir con tranquilidad esta transición del lenguaje.
ResponderEliminarEl vídeo muy consecuente al artículo; me resulta muy divertido. UN BESO
Es que el placer de evolucionar a su propio ritmo ya es un aprendizaje en sí y una manera de experimentar el respeto de los demás y el propio gozo. Te invito a que tú valores el tuyo y lo promuevas como algo bueno. Un beso gozoso
EliminarTe comprendo perfectamente, Antonio, nuestra nietecita menor acaba de cumplir un añito... ya hace solitos y balbucea algunas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.