Seguidores

domingo, 6 de abril de 2014

CASA


         Siempre dudo sobre el tono que quiero dar a estas secuencias de vida, a estas propuestas de actuación que pretenden ser esencialmente invitaciones a profundizar en el fondo de nosotros mismos como personas y como profesionales y hacer que surjan ideas, sentimientos, sensaciones que uno necesite comunicar, en la creencia de que cuando tú comunicas de verdad es fácil que haya alguien en el otro lado que escuche lo que ofreces y se produzca el contacto milagroso.

         De pronto me apetece irme por las ramas y reflexionar en general. Otras veces me ronda la idea de concluir y cambiar de registro porque me parece en ocasiones que sólo soy capaz de hablar de educación de los pequeños y me rebelo. Sé que antes que nada y sobre todo soy persona y todo lo que acontece me interesa y me gustaría poderlo comentar con los que queráis de vosotros. Pero también quiero, lo he comentado en alguna otra ocasión, que este sector de la vida, los primeros años, esté permanentemente en candelero y que, aunque sea en este humilde rincón, se esté hablando del asunto, unas veces con más acierto que con otras. Hasta hoy, esta es la idea que se va imponiendo dentro de mí lo que, de no cambiar en poco tiempo, me va a forzar a abrir un nuevo blog sobre asuntos diversos del transcurrir de la vida que se llamará BABEL o algo parecido para que en su interior pueda caber cualquier asunto y cualquier tono para contarlo.

         Lo que hoy os muestro es una propuesta de trabajo que nos llevó varios meses. Se trataba, como puede verse, de construir una casa. Los ladrillos eran los cartones de leche vacíos, que siempre me parecieron de un formato muy de ladrillo y me recordaban los ladrillos de verdad con los que trabajé en mi infancia. Traíamos a la clase desde la cocina los que se habían gastado esa mañana porque había que enjuagarlos muy bien y ponerlos a escurrir para evitar que los restos de leche se quedaran dentro y nos apestara la clase. Sobre diez cada día íbamos acumulando. Una vez secos, con la base de un tablero, que nos sirvió de suelo, fuimos diseñando un formato de casa, tipo chalet para que nos proporcionara puerta de entrada, ventanas, balcones con macetas, terraza con su baranda y un tejado con ángulos. La idea de bloque de pisos, que era lo más frecuente a nuestro alrededor nos resultaba más monótona. Nuestra escuela era un chalet en origen y, aunque ha venido adaptándose a través de distintos arreglos, no ha perdido aun su toque coqueto de casa de las afueras. Bueno, lo de las afueras sí lo ha perdido porque ya se ha integrado por completo al casco urbano.

         Desde el principio supimos que nos iba a ocupar tiempo, unos cuatro meses, aunque no como actividad exclusiva ni mucho menos. Que tendría un importante volumen, por lo que tuvimos que ubicarla en un recoveco de la clase para que no nos molestara demasiado y que al final, una vez concluida nos comprometíamos a quemarla como si se tratara de una falla. Esta parte se asumió sin ser muy conscientes de la realidad a la que nos comprometíamos porque sí que asumimos que las historias tienen un comienzo, un recorrido y un final para que no anden persiguiéndonos y nos impidan asumir nuevos retos. La cola Darson fue suficiente para darle unión a las piezas que cada día se iban incorporando. Los cartones estaban vacíos y, aunque de tamaño considerable como puede verse, el peso no era excesivo y nos permitía desplazar el conjunto cuando queríamos discutir algún aspecto de su construcción en grupo grande.

         No tengo documentación gráfica del ritual del fuego, que se produjo por San Juan, coincidiendo con otros rituales del fuego a propósito del solsticio de verano y con el fin del curso, que fue por esos días. Lo que sí puedo decir es que significó una procesión hasta el espacio libre cercano a la escuela y que la casa fue debidamente llorada porque una cosa era comprometerse a que ardiera y otra, mucho más dura, meterle fuego de verdad y presenciar cómo se consumía. 

10 comentarios:

  1. Un día tuve el honor de que dedicaras la entrada semanal de este blog a la maqueta de la escuela que todavía tenemos expuesta en el Parque de las Ciencias. No sé qué pasará con ella cuando nos la devuelvan porque necesiten su espacio para exponer el trabajo de otro colegio. Los niños que la hicieron ya no están en la escuela y guardarla sólo es atrasar el momento de tirarla a la basura, Por eso, la fórmula de acabar quemándola, como cualquier falla u hoguera de san Juan, es darle un fin digno a los procesos de trabajo. En otras ocasiones, cuando trabajaba en una escuela que tenía zonas comunes al resguardo de la lluvia, las grandes construcciones (el Arco de las Pesas -por el que podían pasar de pie los más pequeños de la escuela-; la nave espacial recoge basura -en la que cabía un niño-) han podido tener un uso de juego para toda la escuela, hasta que el deterioro las ha llevado a la basura; pero ya había habido un desprendimiento por parte del grupo que la había hecho, al cederla para el juego común. En otras ocasiones ha habido familias que se han llevado los grandes trabajos colectivos (sobre todo esculturas y murales) para colocarlos en su casa. Y es que nos cuesta desechar aquello que ha llevado tanta ilusión, esfuerzo y trabajo cooperativo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leyendo tus comentarios tengo la sensación de que elaboramos el mismo discurso como a dos voces. En realidad no me extraña. Hemos compartido muchos años de trabajo y de dedicación a la primera infancia. Yo ahora me ciño a esta aportación. En tu caso todavía te quedan algunos de servicio. Me alegro por tí y me alegro de que compartamos estos comentarios. Quiero insistir en mi deseo de que la salud te vaya volviendo a poner a punto como si pudieras con todo. Un fuerte abrazo

      Eliminar
    2. Ya he vuelto a la escuela con mis cicatrices cerradas y las buenas noticias de que no me han quitado nada malo.
      Así que a seguir disfrutando de la vida y de este maravilloso trabajo.
      Muchas gracias por tu interés.

      Eliminar
    3. Un nuevo abrazo por eso. Ya sabes que queda todo por descubrir cada día y hacen falta personas como tú, que lo sepan y que estén dispuestas a aceptar el reto.

      Eliminar
  2. Sea de los peques o de cualquier otra cosa siempre es un placer leerte, porque como bien dices cuando uno quiere comunicar aquello en lo que cree, sin imposturas, siempre hay alguien al otro lado.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. '...Si el Señor nos construye la casa
    en vano se cansan los albañiles.
    Si el Señor nos guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas...'
    Alguien construye pacientemente para que otros se acomoden satisfechos de su propia obra.
    Está muy bien el proyecto, tantas veces llevado a las aulas infantiles.
    Luego, el vendaval de la vida y la educación, arrasa con la pobre casa que en su día pareciera inabatible.

    abrazos, Antonio

    ResponderEliminar
  4. Hola Antonio, ya he terminado mi retiro cuaresmal y paso a leerte.
    Pues me parece bien tu proyecto si crees que conviene tratar otros temas. Personalmente a mi me gusta lo que nos compartes en tu rincón «Como niños»
    Gracias
    Un abrazo
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  5. Tratas hoy varios temas interesantes...BABEL es una gran idea para "reunir" propuestas, y el proyecto de estos futuros constructores (alguno se hará arquitecto...) les introduce en un reto que les ayudará en su perfil humano y cultural...

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

    ResponderEliminar
  6. Hola Antonio.
    Y tan buenos artesanos que construisteis un chalet cual si fuera una falla terminó quemada.
    Es la alegoría de la vida. Cual si fuérais faller@s, llorásteis vuestra obra.
    Un abrazo, Montserrat
    Aquí en Valencia cuando les queman sus fallas las falleras mayores e infantiles las lloran.
    Un abrazo, Montserrat

    ResponderEliminar
  7. Querido Antonio mio !
    Al fin vas a ir por las ramas como hago yo :) y vamos a disfrutar leyendo contando de todo y todo haciendo de rechupete- me lo voy a pasar pipa leyendo y disfrutándote- lo de la casa es hermoso y también algo triste, el final no se porque hubo que quemarla, si ya se, era como una falla pero yo me la hubiera quedado, quizás mas adelante no se, alomejor lo hubiera hecho, pero me cuesta desprenderme de las cosas que tienen significado emocional para mi y ademas haciéndolas con los niños y participando ellos - pero bueno, todo tiene un final para volver a tener un principio- así que ahora te toda empezar algo nuevo, otro proyecto, otra cosa de otra forma y esta vez sin quemarla, la dejaras ( mira que soy mandona ) para deleite de todo el que quiera siempre leerte.
    En fin, que ya me he ido por las ramas - pero llevo una temporada sin contarte casi nada y ahora me apetece abrir mi corazón contigo contándote estas cosas que son insignificantes pero son importantes.
    Yo recuerdo construir con mis niños unos trenes de cajitas de fósforos y palitos de chupas, hace muchos años, pero queda o precioso y no lo quemamos, quedo ahí, en el colé para todo el tiempo que quisiera la directora :)
    Un gusto leerte, un placer enorme saber que existes y estas, de todo corazón un gustazo !!!!
    Te mando un beso de esos de rechupete
    Aurora

    ResponderEliminar