Salimos a la vida con
armas y bagajes suficientes para enfrentarnos a este mundo donde pesamos,
tenemos frío, calor, sueño, hambre…, y para satisfacer todas estas necesidades
solo es posible a partir de atenciones externas. En el magma intrauterino era
lo mismo pero todo venía dado. Era automático. Ni molestarnos siquiera. Con el
paso del estrecho túnel todo ha cambiado. Se acabó el país de jauja y hay que
ir cogiendo protagonismo y manifestar lo que se quiere y lo que no. Y que
alguien lo entienda, que esa es otra.
Alguien tiene que
mirarnos atentamente, leer en nuestros gestos, en nuestros movimientos,
descifrar nuestros llantos…, inventar un diálogo a base de aproximaciones y
establecer el lenguaje hablado como punto de referencia unilateral hasta que
poco a poco se vaya estableciendo la comunicabilidad. Pero para llegar a esa
cima hay que andar casi un año entre la bruma del conocimiento y encontrar luz
a través de parámetros que tenemos albergados en el olvido. Hay que
desempolvar la caricia, el susurro, la sonrisa, la dosificación de la luz y de
la oscuridad, del ruido y del silencio y recordar que por ahí se encuentran las
claves de la vida.
Todo eso ha de
llegarnos en forma y tiempo, de modo que nos permita satisfacer las necesidades
por una parte y a la vez nos vaya creando espacios de atención para ver y dar
forma en el cerebro a todo lo que nos rodea. Todo tenemos que irlo penetrando a través de las atenciones
que recibimos y establecer una relación que nos haga sentirnos dentro de lo que vamos descubriendo. Un viaje sensorial
como nunca jamás podremos repetir. La capacidad la traíamos empaquetada en esos
pocos kilos de cuerpo con que llegamos. Cada facultad ha de desplegarse poco a
poco como la flor que nace, activado por los dedos que nos rozan, por la luz
que nos rodea o el silencio que nos acoge y el susurro que nos excita. La
palabra, que en origen es un idioma completamente extraño, va introduciéndose
suave y encontrando significados y tonos que penetran en el cerebro y se
establecen, ya para siempre, sin que después seamos capaces de recordar ni el
momento ni la situación que los hizo valer del modo en que los conocemos y los
usamos a lo largo de la vida.
Nunca somos indefensos.
Somos tiempo que pasamos por la vida desempeñando distintos papeles según qué
momento. Hay un orden en el que entramos como cualquier otro ser: se nace, se
crece, se reproduce y se muere con carácter general. Ese es el esquema
inviolable que no se discute. A partir de ese denominador común, todo se
empieza a particularizar hasta desembocar después de un largo recorrido en Juan
o Elvira, en un lunar junto a la oreja o en la nariz respingona, en el justo
tono de voz que la haga inconfundible y en esa cara irrepetible-
Una vez acotadas las
medidas personales, una vez que ya sabemos quienes somos, el mundo se nos abre
de par en par para que cada uno escriba su libro de la vida y ofrezca al común
de los mortales. Ese testimonio particular que hace más grande el acerbo común,
suma al fin y al cabo de los millones de particularidades acumuladas, una junto
a otra, para componer la panoplia de personas que hemos pasado por aquí.
Los lenguajes de la persona recién nacida no
se ajustan a los parámetros de los que somos más mayores. Se encuentran
demasiado ligados a las sensaciones de placer y dolor, de extrañeza, de
sorpresa, … sensaciones que nosotros ya hemos abandonado de nuestra primera
línea. Los pequeños reaccionan a base de llanto o de movimientos de
acercamiento y rechazo y en ningún caso aparece el componente de la palabra.
Pero los adultos que se encuentran cerca tienen necesidad de encontrar formas
conocidas a esas reacciones y les van poniendo palabras a las reacciones
elementales de los pequeños. Así se crean las historias y las versiones que
terminan por ser creídas y por ser esgrimidas como verdades por los mayores,
cuando en origen no fueron sino interpretaciones más o menos arbitrarias de
secuencias que los pequeños produjeron.
Y es que quizá no hay otra manera
de encontrar formas a lo que pasa que ponerle palabras, con el riesgo,
naturalmente, de que lo que contamos que está pasando se encuentre cerca de la
realidad o completamente ajeno a ella. Pero es que la propia realidad hay que
crearla a partir de las secuencias de palabras con las que nosotros nos
arriesgamos a definirla. No hay que tener miedo, por tanto, a poner palabras en
las secuencias que se van viviendo con los pequeños, pero es evidente que hay
que ser conscientes de que el relato que nosotros vayamos creando al respecto
va produciendo una realidad concreta, una forma de interpretación de lo que
pasa y una cierta relación entre quien provoca las vivencias, que hoy no habla
pero que mañana hablará, una vez que haya interiorizado nuestro discurso, y la realidad misma,
informe en un principio pero que también va tomando forma en la medida en que
nosotros la vamos definiendo cada día.
Porque querámoslo o no, el valor que
una vez le demos a un hecho, llanto, por ejemplo, mañana va a tener el
mismo mas o menos y con la repetición se
va a terminar haciendo norma, de modo que cuando el pequeño quiera acordar, se
va a encontrar con que valora el hecho del llanto según lo que lentamente le
hemos ido introduciendo a través de las palabras con que nosotros lo hemos ido
definiendo. Lo mismo podemos hablar de otros signos que nos inquietan y a los
que nos vemos obligados a buscar definición: limpieza, alimentación, sueño,
contacto físico…
El mundo de las palabras no va
incluido en el bebé. Somos los adultos los que vamos introduciendo todo ese
mundo y ese baremo asociado a la producción de sus vivencias, pero con el
tiempo serán los discursos sobre esas vivencias los que terminarán
imponiéndose, unas veces con razón y otras si ella. Si el pequeño se siente
reflejado en lo que se cuenta sobre él, se quedará conforme. En caso contrario
podremos darnos cuenta de que sus manifestaciones nos estarán diciendo, si queremos
escucharlo, que el discurso elaborado no es válido y que tenemos que encontrar
palabras más acordes con los
sentimientos que en él se suscitan o, de lo contrario, no se sentirá
representado en lo que estamos diciendo de él.
En los primeros tiempos puede
resultar fácil encontrar un discurso con el que el niño pueda estar conforme.
En la adolescencia, este cometido puede resultar muchas veces, sencillamente
imposible.
Antonio y familia:
ResponderEliminarTe dejo mi más cálido deseo de :
....que tu luz siempre esté encendida !!
y
...de que disfrutes una hermosa NOCHEBUENA y una tranquila NAVIDAD!!! junto a tus seres queridos.
.
Y como regalo comparto contigo lo que me envio Katy,
deseandote obtengas..........
UNA PUERTA ................. PARA ABRIRTE AL AMOR.
UNOS LENTES................ PARA QUE TENGAS UNA MEJOR VISIÓN DE LA VIDA.
UNA ESCOBA ................ PARA QUE LIMPIES LO MALO.
UN OSITO....................... PARA QUE NUNCA ESTÉS SOLO.
UN ESPEJO .....................PARA QUE VEAS LO LINDO QUE EXISTE EN TI.
UNA COBIJA ...................PARA CUANDO SIENTAS EL FRÍO DE LA SOLEDAD.
UNA CAJITA.................... PARA QUE GUARDES TODO LO BUENO...
Antonio, ¡qué texto más bonito!
ResponderEliminarEs que hay cosas que tiene uno escondidas durante mucho tiempo y un buen día, sin que aparentemente haya una razón particular para ello dice uno que fuera con todo eso y lo transforma en palabras y puede que resulte atractivo. Tú sabes de dónde sale todo esto y sabes que está elaborado a base de muchos días de trabajo, de dudas, de decepciones y también de dichas y de hallazgos, por qué no. Un abrazo
EliminarExcelente artículo...En forma y tiempo!
ResponderEliminarFeliz Navidad
somos tiempo que pasa por la vida y vida que acoge nuestro TIEMPO, claro que sí, Antonio.
ResponderEliminarY "que cada uno escriba su libro de la vida y ofrezca al común de los mortales. Ese testimonio particular que hace más grande el acervo común...(¡no tiene por qué acerbo, que las amarguras, como vienen, se van!)
abrazo fin de año
Sencillamente magistral !!!! lo dices de maravilla Antonio querido-
ResponderEliminarSomos lo que traemos al nacer y lo que vamos siendo con el Tiempo- lo que aprendemos, lo que oímos, lo que luego trasmitimos a los demás- y a nosotros mismos-
Te dejo mi cariño inmenso, y muchos besos fiesteros
Feliz Navidad mi amigo del alma !!
Aurora
Hola guapo,
ResponderEliminarvengo desearte una feliz navidad y que el ano nuevo te traiga muchas bendiciones .Un abrazo muy grande.
Hola Antonio mi guapo ,no son mi nietas...jijiji son de una amiga que me envió las fotos aun espero un día ser abuela....me parece una experiencia imperdible.Pero todo a su tiempo.También espero continuar nuestra amistad con los demás y debo decirle que siempre soy yo a llegar a visitarlo jijiji....De nuevo un grande abrazo.
ResponderEliminarHola, Antonio
ResponderEliminarHoy el tiempo me acorrala y no me permite leerte tranquilamente.
He pasado por aquí para enviarte millones de bendiciones por tu labor y por los excelentes conocimientos que compartes con tus lectores.
Recibe en estas Navidades un torrente de cariño, gratitud y armonía; que el próximo año la salud y la alegría no te abandonen.
Con mucho afecto,
Un fuerte abrazo