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domingo, 19 de mayo de 2013

NORMALIDAD



         En todos los tiempos cuecen habas, no vayamos a creer. Hay que pensar lo que se dice un par de veces antes de dejarlo salir por la boca afuera porque una vez dicho es muy fácil que nos lo tengamos que tragar al poco de haberlo soltado.  Los adultos no toleramos fácilmente que nuestro menor sea una persona normal y corriente. Necesitamos que sea más guapo que nadie, más alto que nadie, más simpático que nadie, más algo que nadie para que nos permita justificarnos ante la naturaleza de haber echado a la vida una aportación excepcional.

         Sin embargo, cuando uno trata con un grupo de pequeños, enseguida se da cuenta de que lo que desean con más fervor es precisamente lo contrario: ser personas normales y corrientes, capaces de realizar las mismas cosas, de entender las mismas palabras, de participar en los mismos proyectos y de aspirar a las mismas metas. Es importante siempre estar cerca de los menores, escucharlos y seguir las pistas que cada día nos van indicando. Así será muy difícil que no desviemos de los objetivos adecuados, porque siempre andaremos cerca de las aspiraciones de los pequeños y podremos trabajar a favor de sus inclinaciones y de sus deseos. No quiere decir de ningún modo que los adultos tengamos que hacer lo que los niños quieran, no. Pero sí saber por donde están ellos más motivados para dirigirse y, dentro de lo posible, remar a favor de la corriente, con lo que las dificultades que nos vayamos encontrando en el camino, que nos encontraremos muchas sin duda, tendrán una solución más sencilla y más acertada porque contaremos con la colaboración de los protagonistas.

         En unos casos los familiares pretenderemos que destaquen por su guapura, por su destreza ante cualquier instrumento, por su fortaleza o por cualquier  particularidad pero ellos nos van a estar demostrando a cada momento que cuando mejor se sienten es cuando se les valora como personas sin más atributos, cuando se sienten miembros de un grupo de iguales que los acogen y los valoran por ser unos miembros más, sin que tengan que estar demostrando ninguna particularidad especial. Se puede comprender que la perspectiva no es muy halagüeña para los familiares que los rodean a cada momento y que en muchas ocasiones los agobian con atenciones innecesarias pero está bien que podamos entender que lo que nuestros pequeños necesitan de nosotros no son nuestras atenciones ni nuestras interpretaciones  de lo que les pasa sino que estemos a su lado y que los escuchemos en lo que ellos nos van demandando,  que es lo que verdaderamente necesitan de nosotros y ellos no pueden resolver por sí solos. Nuestro papel es fundamental en la crianza, pero siempre por detrás de los verdaderos protagonistas de su vida, que son ellos.

         Y es que el estado ideal de cualquier desarrollo es el de que se vaya produciendo cada cosa a su tiempo con normalidad: Que al año más o menos empiece a andar y a decir las primeras palabras, que a los dos años más o menos empiece a controlar sus esfínteres, que juegue con otros niños de su edad y que se sienta integrado en un grupo, que sienta la curiosidad de mover una cosa, de tirarse desde alturas razonables y guardar su equilibrio corporal, que escuche cuando se le habla y que nos responda con sus fantasías propias, que se sienta cómodo con sus amigos y que juegue con ellos cada día explorando su cuerpo y el de los demás y explorando también las incógnitas más elementales de la vida… A todo este conjunto de particularidades es a lo que podríamos denominar como normalidad y un desarrollo afectivo dentro de estos parámetros nos garantiza paz, estabilidad y armonía entre pequeños y mayores así como entre los pequeños entre sí. Si fuéramos conscientes de su valor huiríamos como de la peste de que nuestro pequeño se tuviera que señalar ni por razón de ninguna destreza especial ni por satisfacer nuestros egos si lo califican de superdotado por cualquier capacidad. La normalidad es el valor supremo en la educación. 

4 comentarios:

  1. Una gran reflexión. Muchas veces se condiciona la imagen del niño para que parezca "fuera de lo normal"...debemos achacarlo a los "nuevos" padres y a su ilusión por tener un portento de hijo/a!

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta
    P.S.: La música excelente.

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  2. Por alguna extraña razón, desafortunadamente el esquema que planteas se reproduce generación tras generación. Buscamos sean los nuestros los mejores. A costa del aplauso de la normalidad.
    Lo malo es que aun en la edad adulta nos siga moviendo y removiendo el prurito ese de ser un poquito mejores que los demás. Mejores por más guapos. Mejores por más listos. Mejores por más famosos. Y mejores, cómo no, por mejores personas.
    Será fatalismo, pero es así. Y era así y seguirá siendo de igual manera, Antonio.

    Abrazo

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  3. Querido Antonio !!

    Muy buena reflexión y me encanta lo que dice Pilar ( siempre me encanta escucharla ) totalmente de acuerdo.
    Cuando niños algunos padres te incitan te obligan ( casi ) a ser mejor de lo normal :)
    Mi nieta va a gimnasia ritimica ( le gustaba apuntarse ) y el padre de una de sus compañeras me dijo el otro día- bueno, a ver si de aqui sale una estrella :)) y digo yo, no es suficiente con que se lo pasen bien, solo tienen cuatro años !!!!!! dejarlos tranquilos disfrutar !!!!!!
    Pero luego, como dice Pilar, uno crece y te siguen con la misma historia y no hay "nuevos" padres siempre fue así y sera así porque eso se hereda.
    Cuando mi hija iba a escuela primaria la profesora me dijo un día- es una niña muuuuyyy lista pero puede serlo mas !!!! tenia entonces mi hija Lucia 7 años y yo le conteste- es una niña normal y como tal me gusta así que de lo que ella quiera y pueda y sea feliz sin agobios.
    Comi dice tu querido Antonio de mi alma- La normalidad es el valor supremo de la educación . No puede ser dicho mejor :)

    Un abrazo asi de grande y un beso de película :)

    Aurora

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  4. Hola, Antonio
    Pienso que en la actualidad una de las tareas más difíciles de los padres ha de ser aquello de escucharlos puesto que estamos en una época en la cual todo el mundo está muy ocupado con las redes sociales, con su nuevo teléfono móvil, con la última aplicación que han sacado para que funcione de maravilla… ¿y los niños?
    Que esperen, han de contestar.
    Eres un excelente docente, todo cuanto dices es muy positivo y nos lleva a mejorar nuestra forma de educar a los pequeños.
    En resumen la idea es dejar a los niños ser tales, que se desarrollen normalmente sin adelantarles los acontecimientos, sin exhibirlos, sin presionarlos, que tengan un desarrollo psicosomático equilibrado :)
    Tus escritos, estimado Antonio, son verdaderas cátedras.
    Cordiales saludos
    Un abrazo

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