En realidad lo que estamos intentando dejar claro en estas últimas semanas: lectura, escritura, ahora balbuceo… es que los pequeños no llegan indefensos a este mundo sino que traen una serie de capacidades que le pueden permitir acceder a todo lo que necesitan para sobrevivir y para desenvolverse en el mundo que les toca vivir. Es verdad, y por eso nos parece que merece la pena insistir en ello, que dependiendo de la colaboración que encuentren en el contexto y en las personas cercanas, las dificultades para la adquisición de nuevos aprendizajes serán mayores o peores.
Salvo los primerísimos momentos de la vida, centrados casi exclusivamente en los sonidos de llanto o de llantos como único vehículo de expresión y comunicación, a los muy pocos meses ya podemos encontrar expresiones de sonidos variados según los momentos y las situaciones. El lo que venimos en llamar balbuceo. Pues aquí es donde se encuentra albergada toda la potencia que va a ir desembocando en el lenguaje hablado a lo largo de los dos o tres primeros años de la vida. Se trata de una potencia y de una capacidad que no necesita de nadie para mostrarse, que las personas traemos cuando nacemos. Muchas veces nuestra prisa por empezar a enseñarle a los pequeños cuanto antes las palabras que nosotros consideramos fundamentales nos impide percatarnos de lo que ellos guardan como un tesoro dentro de sus potencias y si tuviéramos un poco de paciencia y nos dedicáramos a observarlos, a acompañarlos y a seguir sus inclinaciones, seguro que nos daríamos cuenta de que son perfectamente capaces de alcanzar los objetivos que necesitan para convertirse en seres de este mundo, con un papel que desempeñar dentro de él como puede ser el nuestro.
Las capacidades fonadoras, el tiempo para ejercitarlas con tranquilidad y la curiosidad natural se encargarían de ir alcanzando la destreza precisa para lograr todas las articulaciones necesarias para entender la lengua materna, sea la que sea y al mismo tiempo poder articular por sí mismos los distintos fonemas que la hacen comprensible. Y todo eso es posible alcanzarlo como lo que es, como un juego, por gusto, por deseo de ser un miembro del grupo humano en el que se desarrolla y porque necesita ser uno más de su comunidad como animal gregario que es. Decir esto puede resultar una simplicidad pero de la mejor o peor solución de estas grandes adquisiciones de la vida depende de manera determinante el que su desarrollo posterior sea gozoso, creativo, querido o que se convierta en un conjunto de vivencia hostiles, extrañas y hasta odiosas.
Aunque el lenguaje resulta ser un elemento fundamental para conocer y transmitir todo tipo de adquisiciones y experiencia, yo quiero dejar sentado que la pieza que me parece esencial en este cometido es el lenguaje hablado, las palabras, vamos. Y quiero recalcarlo porque después, en el desarrollo de la formación, las perversiones nos hacen vivir una serie de procesos en los que parece que se niega el lenguaje hablado, lo cual me parece un gravísimos error de incalculables consecuencias. No hay más que pensar un poco en toda la labor docente y confirmar que el alumnado ha de pasarla, si no quiere tener problemas, completamente callado y escuchando como si cada uno en particular no fuera capaz de desarrollar a base de ejercicio su propio lenguaje ni de transmitir lo que siente, lo que quiere o lo que piensa y ponerlo en común hasta alcanzar el entendimiento, con los demás compañeros.
Esta especie de miedo al lenguaje hablado generalizado hace que el proceso educativo se convierta en algo pobre, pacato y falto de incrustación en el desarrollo de las capacidades naturales de los seres que están creciendo para convertirse en una especie de postizo que tenemos que asumir como algo ajeno y extraño a nosotros.
Muy instructiva la charla sobre el balbuceo.
ResponderEliminar¡A balbucear tocan!
Abrazos trazos lazos pazos mazos.
Y más
Buen dia Antonio, me parece muy interesante este articulo, para recordar y tener en cuenta. Un abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio y un hasta pronto. Me despido por un tiempo.
ResponderEliminarBesicos, guapo.
¡Cuanto daño se puede hacer por no respetar los procesos madurativos!
ResponderEliminarPor esto me parecen tan interesantes tus últimas entradas.
Un abrazo.
Mercedes.