Probablemente se trata del fetiche más conocido y más aceptado. Por su forma y su función no parece arriesgado decir que funciona como un sustituto del pezón materno, por lo que es posible que su funcionalidad no sea otra que la de permitir a la madre manejarse sola, a sabiendas de que su hijo está, no exactamente con su pezón en la boca en todo momento, pero sí con un sucedáneo que se lo recuerda y sustituye. Es más, alrededor del chupete y de su valor sustitutivo del pezón de la madre se ha montado una floreciente industria que nos permite disponer de una amplia variedad de formas y texturas para ofrecer al menor que lo mantengan en la ilusión de la teta.
Seguramente que, si en los primeros momentos de vida no se le ofreciera al recién nacido nuingún chupe, la mayoría de los pequeños no lo necesitarían, pero aprovechando sus deseo de chupar se le ofrece un objeto con el que puede hacerlo y en muchas ocasiones termina enganchado y encontrando un cierto consuelo en ello porque, aunque como sustituto, le conecta con uno de los instintos mas universales: el de succión. A partir dew ahí, tanto los menores como sus cuidadores satisfacen una parte de sus deseos con la utilización del chupe, si bien para todos no deja de ser un sustituto de lo que verdaderamente se quiere.
En la mayor parte de los casos, este sucedáneo funciona un tiempo, uno o dos años normalmente, pasados los cuales, los cuidadores terminan por encontrar una forma de que el pequeño prescinda de este objeto y todo quede ahí. Otras veces, menos, es el propio menor el que deja de tener interésa por el objeto y cambia de interés sin más problema. El problema viene cuando, por miles de razones de muy variadas, las cosas no suceden así y los pequeños no terminan su deseo de chupe en un tiempo que los adultos consideran normal.Tampoco son pocos los conflictos por esta causa. Suele entablarse entonces una lucha de la que nadie sale beneficiado cuando lo que habría que hacer es ser flexibles y entender que si los niños no dejan el chupe cuando nosotros creemos que deben hacerlo existen causas para ello.
Y es que en educación, como supongo que en cualquier otro orden de la vida, es muy fácil crear un problema, el chupe no deja de serlo, pero puede que la solución no sea tan fácil como se espera. Y sobre todo que la salida de las cosas nunca tiene sus pasos contados ni se produce de forma matemática. Son muchos los factores que influyen en el desarrollo y cualquiera de ellos se puede atravesar en el camino y crear dificultades que en principio no era posible prever. De cualquiere modo, quede claro que lo peor siempre es plantear conflicto con los menores por una cosa como el chupete. Imponer supresiones a la fuerza no hacen más que enquistar el problema y alargarlo en el tiempo y darle una importancia que no tenía. Tenemos que aprender a pactar con los niños, a negociar, a darnos cuenta de que son personas y capaces, por tanto, de entender algunas limitaciones, siempre que ser sientan tratados con la dignidad que merecen.
El chupete pueder ser válido, pero siempre que sepamos que las soluciones que nos puede plantear necesitan de nuestra sabiduría y flexibilidad de criterio porque los niños no son fórmulas matemáticas, sino personas con sus propias inclinaciones y con su capacidad de crearse hábitos que luegho pueden tener sus dificultades para modificarlos.
Buenos días Antonio:
ResponderEliminarMe encanta este blog le da una brisa alegre a la blogosfera.
Ninguno de mis hijos ha tenido chupete.
Bueno sólo los primeros días, enseguida se lo quité.
Sólo el más pequeño, que ahora tiene 29 años, mordía la punta de la almohada, cuando se acostaba, a la que llasmaba "bio-bio", creo que ya te lo conté y yo tenía varias almohaditas , para irlas lavando nunca se lo privé.
A mi particularmente no me gusta el chupete.
Mi nieta si que lo llevó bastante tiempo.
Supongo que habrá opiniones para todo.
Un beso desde la lluviosa Valencia, Montserrat
me ha dado mucha alegris ver tu entrada de hoy sobre el chupete, es un instrumento que todos los padres no quisieramos usar, pero que no podemos pasar sin el en ciertos momentos.
ResponderEliminarTego un hijo publicista que tiene un festival internacional del juguete infantil, que se llama El Chupete y lo hacen todos los años en Valencia, me ha agradado encontrarte.
Un abrazo
Hola Antonio, recien veo que tienes esta casita nueva ( para mi es nueva) muy bella por lo demás, te seguiré para continuar visitandote.( Aprendi a subir mis posteos a tu blog,con un poco de ayuda , pero lo logré al fin)
ResponderEliminarBesitos de Arte.
Por lo general lo suelen dejar sin graves problemas, claro que siempre habrá excepciones, pero la verdad es que el chupe les consuela mucho. Yo no quería que mi niña (ya tiene 20 años) se acostumbrara a él, pero empezó a chuparse el dedo con una fruición que al final sí que se lo compramos, y le era de mucha ayuda. Al final me costó más a mí que a ella quitárselo, porque la veía tan niña y tan dulce con el chupetito redondo que me daba pena salir de aquella etapa, pero, claro, había llegado el momento y ella misma ya apenas lo reclamaba.
ResponderEliminarLa verdad es que yo tuve mucha suerte con mi niña en todas esas cosillas, no fue nada problemática ni caprichosa, y aún sigue así.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Pienso que cuando un niño llegada cierta edad sigue "dependiendo" del chupete, el adulto debe plantearse que está sucediendo. Las etapas se queman y se evoluciona hacía otras, si esto no se da, imagino que algún tipo de carencia está dándose. Por supuesto no es cuestión, como tu muy bien dices de quitárselo a la fuerza, si no que, como he apuntado antes, de preguntarse el porqué, y desde ahí tomar postura.
ResponderEliminarUn abrazo y ya sabes que me gusta este blog. Si a veces no comento a todas tus entradas es por el tiempo que escasea.
Mercedes.
Ay, madre: El chupete!
ResponderEliminarMe he quedado prendida y prendada con este regreso a las infancias de mis churumbeles y las escenitas vividas en torno al cachivache ese, chupete....
Perfecto.
Abrazos. Besos