Jugar es vivir. No es posible saber cual es el principio, el primer día en el que se empieza a jugar. Ni falta que hace. Pero es cierto que desde el momento en que una persona se encuentra alimentada, descansada, limpia y con alguien cerca que le ofrece una mirada, una palabra, una caricia, está reclamando una respuesta en relación con la oferta: un gritito, una sonrisa, un golpecito con la mano que todavía no se domina. No sé si ahí está el principio, pero lo que sí me parece es que esas son las condiciones aceptables para que un ser que acaba de venir al mundo se entere de que este mundo es algo positivo para él, que lo reclama y que cuenta con él y que espera su respuesta.
Con un comienzo semejante se abre un inmenso potencial de posibilidades que cada uno ha de descubrir personalmente a base, por ejemplo, de repetir mil veces cada sonido hasta empezar a modular las palabras, las exclamaciones o los distintos tonos en función de lo que pretende comunicar en cada momento. Los movimientos son otro campo impresionante de posibilidades que hay que explorar en el momento en que se dispone del gozo suficiente como para desearlo. Y se empieza moviendo el cuerpo en su conjunto sin un sentido concreto, por el puro deseo de moverse y poco a poco se va accediendo a cada una de las partes y a darnos cuenta de la cantidad ingente de posibilidades que el movimiento nos ofrece.
El juego es la vida y se juega cuando lo que se quiere es vivir. Sentir la necesidad de evolucionar pasa por asumir el aprendizaje como proceso de evolución y de perfeccionamiento de nuestras posibilidades. Eso necesita inversión de tiempo y de esfuerzo y es cada uno individualmente el que ha de hacerlo. Nadie puede hacerlo por nosotros. Lo que sí pueden los mayores es desde el principio darse cuenta de que los pequeños tienen mucho trabajo personal por delante y por eso necesitan ser respetados en su tiempo y en sus esfuerzos personales. Es verdad que muchas veces nos cuesta trabajo entender que tan pequeños tengan tantas necesidades. También los adultos tendemos a creer que sin nosotros no es posible que los pequeños evoluciones y no es cierto. Nuestra intervención es imprescindible, pero ha de ser limitada y debemos entender que los aprendizajes han de ser asumidos por cada uno en particular y para eso necesitan su tiempo y su proceso de experimentación.
No es fácil aprender ni se han de aprender pocas cosas. Es muy ardua la tarea de crecer y necesita todo el esfuerzo personal y la inestimable colaboración del entorno más cercano que es el que tiene que garantizar el mejor clima posible para que ese proceso largo, lento y dificultoso, se produzca en las mejores condiciones posibles. No hay otra forma que la de juego. Jugar es el primer y mejor libro al que nos acercamos en este mundo y no está hecho para leerlo ni para transportarlo de un sitio a otro, sino para vivirlo, para asumirlo minuto a minuto y peldaño a peldaño. En la medida que podamos jugar aprenderemos más y mejor y querremos seguir haciéndolo. Por eso es fundamental que podamos jugar, porque sólo jugando estaremos conociendo la vida y sus procesos esenciales.
Buenos días Antonio:
ResponderEliminarEstupenda entrada y totalmente de acuerdo.
y hay dejar a los peques que toquen la tierra y la arena.
Y dejar a los peques que se ensucien.
¡y lo guapos que están con la cara sucia de chocolate!.
Ah y esta música me ha alegrado el día.
Besos, Montserrat
Muy interesante tu entrada !!!!! los padres
ResponderEliminardebian reciclrse cada vez que tienen un nuevo hijo....gracias por compartir tan bellas palabras. Un saludo de Begoña
La verdad amigo mio,que ahora con mi nieta pequeñita de 16 meses,estoy volviendo a vivir lo que hice con mis hijos y con mis otros dos nietos,vuelvo a jugar,a recrdar canciones a saltar (aunque acabe mal de la espalda y a ver su evolucion dia a dia.Esta pequeña lo capta todo (supongo que como todos los niños),y es un disfrute el tener la suerte de compartir con ella estos meses de su vida.Mira or mi casa pasan aviones,bien pues ella cuando los vé le enseña lo que tiene en su mano y les baila,y me dice con el dedo que yo lo hagay me tienes bailando a los aviones.Menos mal que nopueden vernos(pienso algiunas veces),pero despues doy gracias por ese instante de inocencia que me hizo bailar a los aviones.Besos de luz para ti y los que amas.
ResponderEliminarY es que la vida ¿qué es sino un juego?
ResponderEliminarUna vez más, lujazo de entrada.
Besos mil!!!
¡Hola Antonio! =)
ResponderEliminar¿Te acuerdas de mi? Soy la artista desaparecida en combate que a veces peca de autista...jejeje...
Éste blog me ha sorprendido gratamente...sobretodo porque se lo dedicas a mis personitas preferidas: los niños.
Todo lo que comentas es sumamente interesante y me ha alegrado el dia leerte... =)
Una casualidad: el otro dia vi la peli de culto "Amadeus" donde se muestra la biografia de Mozart y me impactó mucho...me enamoró el argumento y sobretodo el carismático, joven y genial Mozart: Un niño grande.
Y así es como me siento: como una niña grande que nunca dejó de jugar, de soñar, de dibujar, de bailar, de cantar...
Soñar nos hace libres...y el mundo de los adultos es un mundo realmente asfixiante y agobiante...lleno de responsabilidades que nos quitan tiempo libre para seguir jugando como cuando éramos peques...tiempo atrás...
¡Gracias Por Compartir Tu Sabiduría Con Nosotros!
¡Un Beso Sincero! =D
Para vivir con la magia necesaria ,hay que seguir jugando como niños Antonio...De acuerdo..Tienes una debilidad y son los niños,se nota en tus entradas y escritos,"Dejad que los niños se acerquen a mi",quien no sabe mirar a un niño,no se puede mirar ni así mismo....Bella tu entrada como siempre Antonio,es un placer leerte...besos
ResponderEliminar¡Claro que sí, Antonio!
ResponderEliminarLa vida es todo un juego, en tanto que el jugar es vida. Y vida generosa además.
No sé qué fuerzas malignas rondan por ahí intentando arrebatarnos esa creencia.
Qué hermosa entrada para celebrarnos que la primavera llegó por fin.
Besos.
El juego es aprendizaje. A través de él el niño descubre y se ubica en el mundo.
ResponderEliminarEs precioso ver como al bebe, antes de interesarle los juguetes, juega con sus pies, con sus manos, con los sonidos que van saliendo de su boca.
Educativas y entrañables son tus entradas.
Un beso
Mercedes
El juego es todo un arte que el niño tiene que ir aprendiedo a medida que va descubriéndose. Pero, nosotros los padres, debemos acompañar estos juegos y potenciarlos.
ResponderEliminarUna bonita entrada.
Un abrazo
El juego es movimiento, es la consciencia primera de un ser que descubre sus gestos y sus extremidades, su cuerpo...
ResponderEliminarPoco a poco ese movimiento lo asocia a nuevas sensaciones que ya no son en soledad con su piel y aprende a relacionarse con objetos y otros seres que como él le van ofreciendo la posibilidad de asociar los gestos con el entorno...
Eres todo un tratado magnífico de claridad y conocimiento de un mundo maravilloso que asoma al camino de la vida.
Un beso y mi profunda admiración, Antonio.
La importancia del juego, el reconocimiento de lo que viene. Tú lo dices, es el primer libro en este mundo, y el mejor.
ResponderEliminarCalro está que es bueno, también, no dejar de jugar según pasan los años..
de otro modo ?
si, pero que siga siendo juego !
Hice un viajecito virtual hasta Granada, una ciudad en Andalucía, te suena ?
Encontré cosas interesantes, en la Gran Vía y en el Botánico de la Universidad..
Un abrazo Antonio, gracias por todo.
Maravillosa entrada, leerla es estar de acuerdo con ella, jugando el niño, aprende, descubre, va formando su prsonalidad y los padres tenemos la oportunidad de disfrutarlos jugando con ellos y volviendonos niños nuevamente ¡lo que no consigan ellos...!
ResponderEliminarellos son lo más hermoso de la vida
Un abrazo
Stella
Gracias por tu presencia Antonio.
ResponderEliminarEl viaje fue virtual, lamentablemente. Hubiese sido bueno compartir alguna cervecita por allí ..
Y recorrer esos lugares mágicos que son tu entorno diario.
De todos modos, la imaginación es muy importante, y es la que me permite disfrutar de ciertas cosas.
Acá un fragmento de algo publicado tiempo atrás:
Alhambra.
Poema de Jorge Luís Borges
Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir, rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.
Jorge Luís Borges visita la Alhambra cuando ya había perdido del todo la vista, y lo hace para enseñársela a su compañera María Kodama. Así han interpretado los escritores Antonio Muñoz Molina y Francisco Ayala este poema:
"…Que la tarde que miras es la última", dice al final el poema de Borges, fechado en Granada en 1976, diez años exactos antes de su muerte. Probablemente, intuía, al salir de la Alhambra con melancolía y desgana, con cansancio de hombre viejo y ciego al que la celebridad le acumula viajes agotadores, presencias de desconocidos, horas de abatimiento en habitaciones de hotel, que ya no volvería nunca a ese palacio tan claro en la memoria, tan hecho de niebla y de voces en el regreso. Con frecuencia escribía sobre las cosas que hacemos inadvertidamente por última vez: cerrar una puerta que ya no cruzaremos de nuevo, un libro que no tendremos ya tiempo de abrir. Comprendería que se estaba despidiendo para siempre y no sólo de la Alhambra sino también, de algún modo, del recuerdo venerado de su visita de tantos años antes, cuando su padre vivía y su madre era joven, cuando él mismo era un muchacho miope y tímido, asustado del mundo, enfermo de literatura. María Kodama iba con él: ella es quien me contó la impaciencia con que Borges se preparaba aquella mañana para la visita, anticipándole las maravillas que recordaba bien y que ella aún no había visto, tan ilusionado por volver y mostrárselas que hasta se le olvidó que estaba ciego.
Hola Antonio !
ResponderEliminarNo hay nada mejor para un niño que jugar, y lo mas hermoso es enseñar jugando, asi se aprende mucho y bien, de forma divertida, entretenida y
uno tambièn lo pasa bien- ver al niño feliz jugando y aprendiendo es lo mejor del mundo-
Yo disfruto viendo a los niños jugar, y jugar en el parque, en casa despues del baño o en el la bañera, con el patito, con el cubito, es tan hermoso-
Jugar es lo primordial para un niño, y a esto le agregamos el amor que ponemos en ello y la educaciòn es estupenda-
Hermoso post Antonio, como siempre educativo y reflexivo- Ah, el color rosa que has puesto es genial, me gusta que veas asi la vida :)
te lo digo con cariño amigo mio-
Un beso y un fuerte abrazo
Aurora
hola amigo que entrada interesante ,muy buena.
ResponderEliminarmi blog tiene un matrimonio que no puede perder ok.besitos
Hola, soy monitor de tiempo libre y me parece interesante lo que publicas, si no te importa, jugaré por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.