Se
cuenta que fue Fray Luis de León, al tomar la palabra en su cátedra de la
Universidad de Salamanca, el que dijo la frase del título, después de haber
cumplido las reprimendas correspondientes que le habían caído encima, de parte
de la intransigencia implacable de la Inquisición que no dejaba títere c con
cabeza y que, desde que estuvo en vigor, se sintió en posesión de la verdad
absoluta. Algo así podemos decir cualquiera de nosotros, una vez salidos del
ruido festero por las afirmaciones sexuales en todas las modalidades posibles
en las que unos y otros nos sentimos, mientras intentamos enterrar cualquier
sucedáneo inquisitorial en el que hemos vivido tanto tiempo. Volvemos, por
tanto, a la normalidad, a sabiendas de que nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos, afortunadamente.
Seguramente más de una de las opciones que hoy vemos moviéndose a nuestro
alrededor, puede significar excesos que necesitan mayor y mejor análisis del
que tiene, pero el miedo y la represión han volado y tendrá que ser el tiempo
el que, sin cortapisas ni ordenos y mandos, lleve las aguas a sus cauces, si es
que los tienen y en cada encrucijada volvamos a los puntos de equilibrio.
Nos ha
pasado con cualquier esquina del saber o de las costumbres y no ha sido ni un
día ni dos, sino prácticamente a lo largo de toda la historia conocida. Por eso
el hartazgo ha sido inconmensurable y la reacción de libertad, en proporción. Tampoco
debemos tener miedo a pasarnos o a no llegar en cualquiera de las cuestiones a debate.
Tiempo habrá de corregir lo que merezca la pena ser corregido, pero ahora,
desde la libertad y sin espadas de Damocles que nos amenacen. Necesitamos, por
tanto, gozar de las explosiones de
libertad que nos vayan llegando y saber que, la propia dimensión del
equilibrio, nos llevará alcanzar los puntos medios que cada caso necesite,
sabiendo que nuestras capacidades de alcanzar equilibrios, se encuentran
perfectamente dotadas y el tiempo, junto a nuestra madurez, terminarán por
imponerse.
Los
que hemos tenido el privilegio de ejercer la docencia vivir la evolución humana,
hemos podido aprender, hasta qué punto las personas estamos capacitadas para
aprender, Exigir lo que consideremos adecuado y ceder en los aspectos en que,
se nos demuestre que nos hemos pasado de la raya, que de todo tiene la vida. La
infancia es la fuente del conocimiento, de la duda, del error…, y que
desenvolvernos en cualquiera de estos aspectos, es lo que se llama vivir.
Cuando protagonizamos, con tanta intransigencia, cualquiera de las verdades que
se imponen de la noche a la mañana, la prudencia debería avisarnos de que las
verdades, con la misma rapidez que se imponen, pierden su valor. El sentido
común debería llamarnos a la prudencia y hacernos reflexionar sobre cualquiera
de los criterios que defendamos, convencidos de que estamos en lo cierto. Puede
ser verdad, pero también podemos estar metiendo la pata hasta arriba,
sencillamente por precipitarnos.
Un ejemplo para terminar, por si a alguien pudiera servirle. Estábamos en unas cotas altísimas de ataque a la corrupción del Psoe, como si ya no fuera posible escalar más cotas de maldad, sencillamente por la premura por encontrar un adelanto electoral que el PP considera que le beneficia en este momento. Y seguro que es verdad, pero todo andaba demasiado exacerbado y pienso que salido de madre. De la noche a la mañana, nos encontramos que un juez lleva siete años investigando en seceto la gestión del ministro Montoro, que lo fue con el señor Aznar y con el señor Rajoy. Total tres legislaturas de altas cotas de restricciones y de incumplimientos de promesas. Y ahora, qué. De golpe y porrazo las tornas han cambiado y la situación ha dado un vuelco de 180 grados. Más de una boca, que debería haber sido un poco prudente, ahora se encuentra frente a su propio espejo y teniendo que tragarse argumentos que lanzaba al adversario sin piedad ni prudencia, y ahora se los tiene que comer con sopas. Todos los días se puede aprender, siempre que se esté dispuesto, naturalmente.
Habrá que manifestarse, ppsoe democracia corrupción. Alfonso
ResponderEliminarNunca digas de ese agua no he de beber porque el camino es muy largo y te puede apretar la sed.
ResponderEliminarQuién defiende a un corrupto
o ha robado
o está a punto.