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domingo, 13 de octubre de 2024

LECTOR


         Hubo un tiempo en que se me identificaba por las calles de Granada por ser un hombre a un libro pegado porque casi siempre iba paseando y leyendo. Tengo conciencia de haber dejado de estudiar definitivamente en primero de Magisterio, que fue el curso más fácil de la carrera. Llegué a perder la imprescindible beca porque terminé con tres suspensos en junio. Ese verano me fui de emigrante a Barcelona, con intención de quedarme allí, pero la vida me tenía reservado otro camino. En septiembre volví para intentar recuperar los suspensos pendientes y aprobé una de las tres sin haber estudiado ni gota durante el verano. Con dos se podía pasar de curso y pude hacerlo porque me ofrecieron un trabajillo en el internado que me permitía costearme los estudios en adelante. No volví a Barcelona hasta muchos años después y por razones muy distintas. Sigue siendo Barcelona uno de los lugares en los podría vivir con gusto, pero me instalé definitivamente en Granada y aquí quisiera terminar mi vida leyendo.



         He ejercido mi profesión de maestro durante más de 40 años con mucho gusto,  porque de alguna manera tenía que buscarme la vida. Lo que siempre he querido hacer, ha sido leer y es lo que he hecho con  más gusto. Agradezco a la  vida haber vivido de la educación, sobre todo la segunda parte de mi vida laboral, dedicado a la educación de los menores de 6 años, pero con todos los respetos, siempre he buscado los huecos que mi trabajo me ha permitido, para ejercer mi verdadera profesión, que ha sido, es y ya será hasta el final de mis días, la de lector. En mi infancia no hubo miseria, pero sí una extrema pobreza. No conocí más libro que uno que debía llamarse ERMO, o algo así y que me lo aprendí de memoria. Antes de saber leer de verdad recuerdo pasar sus páginas leyendo sin conciencia de las letras sino con las imágenes de cada página, que me permitían hilar su contenido y verbalizarlo. A partir de entonces… silencio hasta los 15 años, por lo menos, que me topé con Maxence van der Meersch y con él empezó mi aventura.



         A partir de mi jubilación, 2010, se me abrió el mundo en  toda su dimensión y, desde entonces, no he hecho otra cosa que leer y así seguirá siendo hasta que la vida me lo permita. Todos los libros que leo me parecen pocos y creo que no busco aprender ni nada. Lo que me parece que busco es ir inflando, a través de la lectura, el globo de mi conocimiento, no tanto para saber, sino para sentir cada proceso que la vida me descubre mientras leo y que hace que ese globo se vaya haciendo más grande  y disponer una reserva de palabras, de sentimientos y de sensaciones que me permitan profundizar mejor en los intríngulis que ignoramos y que significan un reto permanente para nuestra ignorancia. No se trata de satisfacer la curiosidad para conocer más, porque la lectura no me aporta nada relacionado con el espacio, sino con la profundidad de lo que voy enfrentando. No se trata de aprender más, sino mejor.



         Nunca me he atrevido a penetrar hasta el lugar desde el que siento la verdadera dimensión de mi interés personal, que hoy por primera vez me atrevo a penetrar. Estoy seguro que no será la última que me plante aquí, aunque no sé muy bien para qué. Si me da la vida tiempo, sé que una serie indefinida de libros, sobre todo de ficción se irán  incorporando a ese globo interior del que he hablado, a través del cual iré accediendo, con toda la dicha de que soy capaz, a niveles más completos de las entrañas de las relaciones humanas, a oquedades más profundas de los sentimientos y a procesos más complejos para desentrañar los interrogantes que la vida nos plantea. No hay dardo más fuerte y más preciso para penetrar los sufrimientos, las dudas y los gozos en los que nos desenvolvemos que las palabras y la lectura no es sino una océano de palabras entre las que podemos nadar si queremos. Tengo conciencia de que este no es más que un primer paso de otros que espero y deseo que puedan venir detrás, a través de los cuales, la comunicabilidad que pretendí desde el primer día por este medio, se vaya haciendo presente en forma de palabras. Por fin.         



5 comentarios:

  1. Buenos días, querido Antonio, yo, quizás por otras razones, soy un amante de la lectura, por ello te comprendo. Y ahora, en mi jubilación, leo todos los días aquellos libros que deseaba leer y por mi oficio, docente, leía más los específicos de educación, si es que hay libros que no educan, por eso te comprendo. A veces pienso qué harán aquellas personas jubiladas que, por una u otra razón, no han tenido la oportunidad de amar la lectura. Gracias querido amigo por coincidir en tantas cositas. Un abrazo

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  2. A propósito de lecturas, recuerdo cuando Nino ponía sobre la mesa de la librería el libro de la editorial la galería, "de letras"que tú le habías puesto para leer, y el sobre las piernas tenía un Astérix.

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  3. Qué buena prosa en este lindo e interesante retazo de tu biografía, amigo querido.
    No había grandes bibliotecas ni en mi ciudad ni en mi colegio.. pero tuve la fortuna de que mis padres eran grandes lectores y la biblioteca de nuestra casa era bastante buena y variada. No se si por imitación o por vicio, o las dos cosas, desde muy pequeña he sido una hambrienta lectura. En realidad, todos en mi numerosa familia. También mis hijos y mi nieta. Es placer. Es viajar. Soñar.... Y aprender. Así que creo que jugamos en la misma liga. .
    Me gusta saber estás anécdotas sobre tí. Y disfrutar de tu excelente narrativa.
    Felicidades de nuevo, querido Antonio.
    Feliz domingo desde Gran Canaria a Granada.

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  4. Qué sería de nosotros sin la lectura?

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  5. Pedimos tiempo al tiempo. Leer y escribir; las soledades que son muchas nos unen en ese hermoso camino de la lectura. Me gusta tu avatar y el dibujo a lápiz. Un gran abrazo guapo.

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