Leí un
artículo el jueves pasado en EL DIARIO que me encajaba con lo que habíamos
tratado en el texto del domingo pasado. Sobre una foto de Agadir, ciudad
marroquí que soportó un terremoto parecido al producido hace unos días la zona
de Marrakech y el Alto Atlas con consecuencias catastróficas de similar
gravedad a las de esta vez, que ya superan los 3000 muertos y subiendo. Muchos
bomberos españoles, que fueron de los primeros que se plantaron en la zona
siniestrada para intentar encontrar vida bajo los escombros, están volviendo
desesperados con los perros adiestrados, porque la realidad se ha impuesto con
toda su crudeza y, que se sepa, sólo una niña ha sido rescatada con vida,
después del importante despliegue de medios y personas empleadas en el rescate.
Todo el esfuerzo se ha invertido en rescatar cadáveres de los escombros, que no
era el objetivo inicial. Con las edificaciones que se han encontrado, las
mismas que había en Agadir antes de su desastre, resulta casi imposible que
queden huecos de vida cuando se producen los derrumbes. Al mismo tiempo se
esperan en breve importantes lluvias, que convertirán la zona en un barrizal
impracticable, donde solo es posible acceder a lomos de animales.
La
experiencia de Agadir, no muy lejos de la zona siniestrada, habla por sí misma.
En su momento se reconstruyó con edificios sólidos de hierro y cemento, como
debía corresponder a una zona sísmica y hoy se la conoce como la Marbella de
Marruecos. Parece que los pobres están diseñados para soportar todas las
desgracias posibles y el mundo tiene que tragarse imágenes como la de un señor
tirando de su carrito y su burro con algunos cachivaches que ha podido salvar
de su vivienda, camino de nadie sabe dónde, a ver si existe un espacio en el
mundo donde poder empezar de nuevo. Japón ha soportado grandes terremotos de
alto poder destructivo y seguramente seguirá soportándolos en el futuro porque
su sismicidad es muy alta, pero pasa por ser un modelo de solidez en sus
construcciones, por lo que soporta mejor semejantes desgracias, aunque es
verdad que la seguridad plena tampoco la ostenta.
Y
estamos con la atención centrada en el terremoto y nos llega la bofetada de que
en la cercana Libia del Este, porque desde la desaparición de Gadafi, el país
está dividido en dos y gobernado por señores de la guerra. Un estado fallido,
vamos. Si los muertos marroquíes superan los 3000 en este momento, en Libia son
más de 11000 los cadáveres contabilizados por ahora y ya veremos los que sumarán
cuando se les unan los desaparecidos. Volvemos al drama de la pobreza como
efecto multiplicador de las desgracias. Las lluvias caídas han sido dramáticas
pero el desastre no han sido solo las lluvias. El efecto multiplicador del
drama se ha producido porque han cedido dos presas, que se sabía que estaban en
mal estado y que nadie hizo nada por resolver, y la fuerza del agua ha arrasado
la ciudad de DERNA, de unos 100000 habitantes, sembrando de cadáveres toda la
zona y el Mediterráneo, que ahora se va encargando de depositar en sus playas
poco a poco. Con lo cual, no salimos de Guatemala, cuando entramos en
Guatepeor.
Lo de Marruecos podemos decir que la fragilidad de las edificaciones han multiplicado una desgracia natural que nadie puede controlar, pero el rey, que estaba de vacaciones en su residencia parisina de más de 40 millones de dólares, tardó 19 horas en volver a su país y ponerse a frente del drama que tenía en casa, cuando el mundo entero ya se había movilizado en ayuda de los damnificados. A los 4 días del seísmo lo hemos visto visitando un hospital y besando a varios heridos. En Libia sabemos que los dos mandatarios que tienen repartido el territorio se han unido y parado su guerra interminable para enterrar los miles de cadáveres que se pudren por las calles y van aponerse de acuerdo, eso han dicho, para estudiar quién es el responsable de que las presas hayan cedido, provocando la retahíla de muertos que parece que no importan a nadie. Sé que decir que la pobreza no resuelve los problemas por sí sola es una obviedad, pero estoy seguro de que agrava hasta el infinito las desgracias que muchas veces no se pueden evitar. Y la pobreza no viene del cielo, sino de las decisiones de los responsables.
Qué puedo decir, mi querido amigo?
ResponderEliminarNada.
Duele e indigna demasiado. No sé expresarlo.
Gracias de nuevo por tu testimonio.
Besos 😘
Acertadísimo análisis de la realidad que desprende la desigualdad en un mundo donde la responsabilidad no es más que del propio hombre.
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