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domingo, 20 de septiembre de 2020

CONTROLES

 


         Por fin pude ayer comer en familia, como todos los sábados. Mi hermano Paco, después de los 14 días de aislamiento, ha sido analizado de nuevo por PCR y ha dado negativo. Se le notaba en la cara y en su media lengua, a la que no daba descanso y con la que pretendía llenar el vacío verbal del último confinamiento y explicarse ante nosotros algo mejor que habitualmente. Seguimos sin entender su positivo porque, hasta donde alcanza nuestro sentido común, no podemos asumir cómo es posible que con una movilidad tan reducida como la suya dé positivo, cuando todos sus contactos habituales han dado negativo. En fin, con una incógnita más sobre las espaldas, volvemos a la nueva normalidad, dispuestos, como siempre, a gozar de la vida hasta la última gota mientras podamos. Mi Paco, a pesar de estar limpio ya, tendrá que quedarse en la casa porque el Centro Ocupacional al que asiste, permanecerá cerrado, no sabemos hasta cuándo.  La media de infectados de la zona supera los 70/100000, que es el límite establecido por la Junta de Andalucía para poder abrir.



         Los controles que se van estableciendo no terminan de hacernos superar las dificultades provocadas por el covit-19 pero sí nos dicen que pese al aumento de las infecciones tanto como en la primera ola de contagio de marzo y hasta más, la angustia por la infección no llega al nivel de entonces ni los hospitales se encuentran tan repletos de enfermos como entonces, aunque es verdad que España es grande y que no todos los territorios están como nosotros. Los hay como Asturias, por ejemplo, con la menor tasa de infección de España y otros como Madrid que a partir de mañana tienen que incrementar sus medidas de restricción porque el número de infectados se acerca peligrosamente al millar por cada cien mil habitantes y las camas hospitalarias empiezan a saturarse. En Andalucía no llegamos tan alto, si bien tampoco terminamos de bajar a niveles tranquilizadores, entre otras cosas porque se hacen muchos test y, pese a la mitad de asintomáticos, aparecen demasiado positivos todavía.



         Conocemos las medidas de control que hay que adoptar para convivir con la infección, que es la fórmula que se ha elegido hasta el momento, con la vista puesta en la gran esperanza de que llegue la vacuna, que parece que se encuentra a la altura de fin de año según los más optimistas. Vamos encauzando la angustia como podemos, sabiendo que la puerta de salida no existe y que nuestra capacidad de resistencia está muy limitada porque no disponemos de ninguna medida eficaz por el momento contra la pandemia. Cada día que pasa se demuestra que un elemento tan simple y tan molesto como la mascarilla y la distancia de seguridad, están resultando ser los más eficaces medios  para mantener a raya el contagio. Creo que la gente lo va sabiendo pero el tiempo se va convirtiendo en un fuerte enemigo para el cumplimiento de estas medidas porque ya son seis meses de cambio de costumbres y, por lo que se ve, no es fácil hacerse con los imperativos que marca el virus.



         No tenemos soluciones a la mano todavía, con lo que se demuestra que somos bastante más indefensos de lo que pensábamos. Sí podemos, según parece, convivir con el bicho hasta que alguna de las vacunas llegue y nos salve. Eso, al menos, estamos vendiendo un día sí y otro también, sabiendo de antemano que la solución no va a ser tan simple. Es verdad que las vacunas están cada día más cerca pero también es cierto que su nivel de fiabilidad no lo conocemos al detalle. Es posible que no lleguen tan pronto como esperamos, que su nivel de eficacia no sea tan completo como necesitamos y que tengamos que contar con ponernos más de una porque una sola no baste. Es una lucha contra la angustia y contra la inseguridad que llevamos unos días mejor y otros peor. La solución no podrá ser solo química sino que tendremos que terminar asumiendo que nuestra vida tendrá que ser distinta en adelante, aunque también hay que admitir que el virus puede desaparecer de la noche a la mañana u si te he visto no me acuerdo.    



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