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domingo, 15 de julio de 2018

ESPEJO



         No daré pie a comenzar aludiendo a inmigración y derivados para evitar la tentación de envolvernos de nuevo en el asunto y que parezca que nos olvidamos de nuestra matriz y guía, sin bien inevitablemente habrá referencias que no nos van a permitir olvidarnos del tema. Un objeto que nos parece esencial y que no debe faltar en el ajuar de cada menor debe ser un espejo, un gran espejo de cuerpo entero de cristalina, especialmente dura y a prueba de golpes, puesto a la altura natural para que la criatura pueda reconocerse en cuanto pueda, no será antes de haber cumplido los dieciocho meses y desde el momento en que sepa quién es, identificarse y evolucionar consigo mismo a través de su propia imagen, que el espejo se la ofrecerá permanentemente. En nuestras aulas nunca falta una hermosa luna con un grosor mínimo de seis milímetros, que es importante, para que todos los miembros del grupo puedan ser identificados por ellos mismos y por sus compañeros.

         En cualquier momento del día el menor necesita la confirmación del adulto y no tiene nada de raro que veas cómo se pone delante de tí y te pregunta con toda franqueza: ¿Estoy guapo?. Tú le respondes que sí y normalmente la secuencia puede acabar ahí. Está bien porque sirve para reforzarle una imagen positiva de sí mismo. En el caso de quien dispone de un buen espejo a su alcance no es raro, yo he sido testigo miles de veces, a pesar de nuestro mensaje positivo, que se acerca al espejo y busque en su imagen corroborar la buena impresión recibida o como si necesitara confirmar esa apreciación con sus propios ojos. No es extraño que la lección acabe con la confirmación expresada por sus propios labios: ¡Estoy guapo! Entre la primera expresión interrogativa y esta de confirmación se ha producido un recorrido de asunción de la propia imagen, sea personal o sobre la que hubiera duda, de modo que este final significa la toma de postura personal sobre la duda inicial.

         También veo que explicar este fenómeno puede resultar árido, como distante y como fuera del ámbito de cada persona pero la realidad no se produce en estos términos. El espejo en todos los casos se ha convertido en un elemento esencial de relación, tanto con cada persona consigo misma o como miembro de un conjunto. Podríamos hablar del espejo como un juguete más pero no estaríamos dándole toda la profundidad que su función merece. Me inclino más a valorar el espejo como una estructura básica de aprendizaje de las personas que debe estar a su alcance personal y de grupo para ser utilizado como medio esencial de crecimiento a través de la utilización como vehículo de identificación personal, de conocimiento de uno mismo y de asunción de nuestra propia imagen a través de las mil y una situaciones de las que somos capaces de manifestarnos ante nosotros mismos y ante los compañeros.

         Como última parte de este comentario sobre el espejo hay que decir que las sociedades más opresivas se han cuidado muy mucho de eliminar de cada uno de sus miembros la posibilidad de que consigan una imagen potente de si mismos por sus propios medios para que  sólo dispongan de la valoración que les llega a través de los responsables. Concretamente los conventos de clausura no disponen de ningún espejo para que sus miembros sean capaces de obtener una valoración por sí mismos que no sea la que les llega a través de sus directores espirituales. El valor del espejo se ha ido acrecentando cada vez más en nuestro criterio colectivo de modo que hoy nadie discute el valor y la trascendencia de una buena luna de espejo en cada clase, porque sabemos que va a contribuir de manera esencial a que los miembros del grupo se valoren como individuos y como miembros del contexto en el que se desenvuelven.


5 comentarios:

  1. Un año me invitaron a participar en las jornadas anuales que el colectivo Agazzi de educación infantil organizaba en Córdoba. Y me pidieron que hablara de la importancia del espejo en las aulas, que yo también defendía. Cuando acabé mi intervención, el debate se suscitó sobre la capacidad que tenían las maestras de las escuelas públicas de 3-6 para introducir un elemento de "mobiliario" en el aula; ya que un espejo no podía ser considerado "material escolar". Y mientras resolvían el tema administrativo, admitían que muchas de las veces que los niños pedían permiso para ir al servicio, era fundamentalmente para mirarse en el único espejo que existía en la escuela.

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    1. Me duele lo que comentas pero, desgraciadamente, no me extraña. Es inaudito ver de qué modo se pueden disfrazar las excusas para no' terminar haciendo aquello que a todas luces se ve claro que hay que hacer. Los problemas son difíciles muchas veces, pero nuestra desidia es más difícil de resolver. Un abrazo

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  2. No es suficiente ser bien parecido a criterio de los demás: importa constatar con un espejo que uno es agraciado...

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    1. Y es que la seguridad de nuestros problemas empieza a resolverse cuando tomamos las causas en nuestras manos y no¡s determinamos a resolverlas. Un beso

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  3. Muy bien planteado ...

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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